Violencia no es amor

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Quien ama no lastima ni usa el poder para controlar y someter. La pareja que te respeta te acompaña, sostiene y alienta. En cambio, la violencia física, sexual o psicológica produce profundas heridas y, más tarde, mata.

La licenciada Ana María Frachi, psicóloga del servicio de atención a víctimas de violencia intrafamiliar del Hospital de Trauma Manuel Giagni, apunta que “son seña les de alarma todas aquellas conductas que limitan las libertades, el desarrollo, la capacidad de disfrute, entre otras. Es decir, aquellas conductas que anteriormente se entendían como ‘de amor’, cuando no te dejaban trabajar, salir o relacionarte –tanto en el noviazgo como en el matrimonio–, en realidad controlan y someten, por tanto, resultan violentas. Estas tienen impacto en lo psicológico como en lo emocional en la víctima. Además la violencia física y económica, convive con estas otras formas de violencia”.

¿Cómo detectarlas? Cuando la pareja “le niega la posibilidad de iniciar o continuar sus estudios, sus relaciones familiares, amistades, creencias religiosas o convicciones políticas; controla su forma de vestir, de hablar, de pensar, la critica y alienta a ser ‘mejor’, a ser ‘diferente’, es decir, trata de cambiarla. Para lograr herir la autoestima, la critica y compara con otras personas calificadas como ‘mejores’”.

Por su parte, la licenciada Alejandra González, psicóloga clínica y terapeuta familiar y de pareja, menciona que, teniendo en cuenta el sistema de creencias que sostiene el maltrato, no es fácil para las mujeres en esta situación entender la frase “si te pega, no te quiere”, quizás porque, para muchas de ellas, con muy baja autoestima, lo contrario del amor no es la violencia, sino la indiferencia.

“La mujer que recibe violencia prefiere sufrirla a dejar a su pareja, porque el golpe es el único reconocimiento que muchas de ellas recibieron durante gran parte de su vida. Su sentimiento de deuda respecto de quien la maltrata también la lleva a justificar o minimizar los golpes, insultos y otros tipos de violencia, y a sufrirlos, sin contar a nadie. Sienten miedo, temen un futuro en soledad, creen que si cuidan y aman a sus novios o esposos, ellos cambiarán así como sienten vergüenza de relatar lo que sucede en la privacidad de su hogar”, subraya.

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Es importante que la mujer reconozca las señales de violencia, que no precisamente son solo físicas, ya que existen otras conductas que delatan al victimario. La licenciada Frachi cita: “Todo el tiempo quiere estar con ella o saber lo que hace y con quién. En la época actual, el estar ‘en línea’ es una de las formas de control más frecuente. Además, le prohíbe o amenaza en lo referente a escuela, trabajo, amistades y costumbres. La amenaza con terminar la relación, o recurre a los desplantes, humillaciones públicas, como reclamarle en voz alta. La culpa de todo y la convence dando vuelta las cosas para confundirla”.

Recuerde que “la persona que ama no lastima; de frases tóxicas como ‘quien te ama te aporrea’ se deben desaprender y tramitar un cambio individual, cultural y social”, reflexiona.

¡Mujer, cuida tu vida!

Saber relacionarnos

Si bien en todas las parejas hay conflictos y diferencias, estas no tienen por qué ser resueltas con violencia. La licenciada Frachi enfatiza que lo que hombre y mujer deben aprender es a negociar, y en las negociaciones los dos ganan; es la regla. De no ser así, solo hay imposiciones, reclamos; sin responsabilidades, solo sometimiento.

“Debemos aprender una nueva forma de relacionarnos, como personas responsables y libres. Los conflictos se negocian; no se debería violentar al otro para ganar, porque en este caso el que gana, con el tiempo pierde”, acota.

En tanto, la licenciada González afirma que “puede cesar momentáneamente la violencia, pero la relación se mantiene en la rígida desigualdad. Si una mujer cree formar parte de este tipo de relación y no se anima a denunciar los actos de violencia recibidos, se recomienda consultar con un profesional en psicología. Este determinará la gravedad de cada caso, proponiendo una línea de intervención que no podrá estar al margen de la ley. La violencia trae también consecuencias directas para los hijos, que de alguna forma se ven involucrados y hasta instrumentalizados en el conflicto de la pareja”, agrega.

La sicóloga Frachi señala que está vigente la Ley Nº 1600/2000, “Contra la violencia doméstica”, que en su artículo 3º, “Asistencia complementaria a las víctimas”, dispone: “Las víctimas de violencia doméstica tienen derecho a una atención urgente y personalizada por parte de las instituciones de salud pública y de la Policía Nacional, por lo que se establece:

- Atender con urgencia y otorgar el tratamiento a cargo de profesionales idóneos, disponer todos los exámenes pertinentes y la derivación del paciente a instituciones especializadas, si fuese necesario.

- Entregar copia del diagnóstico al paciente y al juzgado de paz que corresponda, dentro de las venticuatro horas”.