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El doctor Jorge Gómez Yegros, pediatra, informa que “antes de iniciar la etapa escolar entre los dos a cuatro años, los padres llevarán al niño junto a su pediatra”.
Justo a esta edad el infante aumentará sus destrezas físicas y psíquicas y es importante que los progenitores tengan conocimiento de ello, puesto que un atraso o dificultad delata algún problema. Entonces el médico recomendará una evaluación con el especialista, de acuerdo al área de déficit del niño.
“Por ejemplo, un niño con algún problema neuromuscular, ya sea para escribir ciertas líneas o dibujar círculos –dificultad motora fina– necesitará una atención especial, con un psicopedagogo o un neurólogo pediátrico. Esto es necesario para que el niño no se atrase en su nivel académico. De allí la importancia de una guía anticipatoria de qué esperar de su hijo a medida que pasan los años”, apunta.
Informa que “estas deficiencias pueden ser también a nivel verbal: los niños que tartamudean o no hablan de forma correcta. Serán tratados por especialistas que entrenan al niño mediante terapias del lenguaje”.
El doctor Gómez subraya que “dentro del chequeo pediátrico anual se solicitará un análisis de sangre, de orina y heces fecales. A los que practican deportes se aconseja realizar un electrocardiograma, con un cardiólogo pediatra, para verificar y asegurar que su rendimiento cardiovascular esté en óptimas condiciones”.
“Se harán también un chequeo anual de vista y una audiometría, puesto que si un niño no ve o no escucha bien en clase, no podrá aprender y participar”, concluye.