Abuso infantil, una desgarradora realidad

Este artículo tiene 9 años de antigüedad
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Son numerosos los casos de abuso sexual infantil en nuestro país, pero aún cuesta distinguir los signos de alarma de un potencial abusador. La confianza suele ser la peor enemiga pues, aunque duela aceptarlo, los victimarios siempre están muy cerca.

De cada 10 menores en nuestro país, 4 son objeto de abuso sexual. De estos 10 menores víctimas, 6 son niñas y cuatro, varones. El 90 % de los casos de abuso infantil ocurren en el hogar del menor. De 95 casos de abuso sexual tan solo se denuncia uno. Nueve terminan en absoluta impunidad.

Estas son solo algunas de las desgarradores cifras proporcionadas por la Organización Protegeme, que trabaja en Paraguay brindando un respaldo integral a menores víctimas de abuso sexual, así como a sus familiares, acompañándolos en los estamentos judiciales con el objetivo de lograr la justicia, y, lo más importante, sanar las heridas del niño.

Con el objetivo de que la población pierda el miedo a denunciar estos crímenes, aprenda a identificarlos y no los minimice, Protegeme inició una campaña informativa a través de las redes sociales, con información y datos concretos – aunque muy crueles – sobre la realidad del abuso sexual infantil en Paraguay.

“Apuntamos a prevenir abusos, y, en caso de personas que ya los hayan sufrido, saber que hay un lugar a donde pueden acudir”, nos cuenta Nora Castillo, directora de la organización y especialista en el estudio de casos de abuso sexual.

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Tristemente, el abuso infantil se ha vuelto una situación constante en nuestro país. Paradójicamente, aunque los casos son frecuentes, a los padres o responsables de menores aún les cuesta trabajo distinguir los signos de alarma.

La confianza suele ser la peor enemiga en estos casos, pues, casi siempre, el abusador integra el entorno cercano del menor. Un dato muy doloroso proveído por Nora Castillo habla de que los casos más frecuentes de abusos de niños tienen como autores a los tíos. La lista de potenciales victimarios continúa con profesores de la escuela, líderes religiosos e incluso, otros niños mayores.

“Muchos piensan que porque ´le tocó nomás', no es abuso. Tratamos, con esta campaña, de hacerle entender a los padres y familiares cuáles son las graves consecuencias de este tipo de violencia contra un niño”, señaló la entrevistada, al tiempo de añadir que, si bien el objetivo siempre es prevenir este delito, en todo caso se intenta que quienes los hayan sufrido, sepan que hay un lugar a donde pueden acudir, y superar el terrible hecho”, acotó.

La edad en que los niños tienen una mayor probabilidad de ser objetos de abuso sexual, va entre los 8 y los 12 años, para el caso de las niñas. Con respecto a los varones, el periodo en que se registran más casos va entre 9 y 12 años. Las estadísticas hablan de que los géneros masculino y femenino se nivelaron en cuanto a abusos. Niñas y niños son objeto de este crimen en la misma proporción.

Una diferencia que para la experta es fundamental hacer visible es la que se enmarca entre el abuso sexual infantil y la violación. “La violación viene de parte de cualquier extraño, el abuso sexual se da con premeditación y una manipulación fuerte de parte de alguien del entorno familiar cercano”, explicó Castillo.

Aunque suene reiterativo, la clave está en no minimizar los signos de alarma. El más leve roce es grave, aunque no haya coito, deja huellas imborrables en el menor, por lo que debe ser denunciado.

La vergüenza que cuesta superar a la hora de denunciar quedó un poco atrás, desde hace tres años hasta ahora. “La gente se anima un poco más a hacer su denuncia. Aún así es bastante tímido el acercamiento de la gente, por temor a la exposición pública.

Sin embargo, hay que entender que si alguien que debe avergonzarse en estos casos, es el abusador”, comenta la experta en temas de abuso sexual infantil.

Bien, ahora que mencionamos todo lo anterior, queremos mantener a nuestros niños a salvo de cualquier peligro en este sentido. Pero, ¿cómo enseñamos a un niño pequeño a cuidarse, cuáles son las cosas que se les debe contar? ¿Con qué términos se les debe explicar?

Según Nora Castillo, hay determinadas edades para decir ciertas cosas, y distintas formas de enseñar con responsabilidad.

Pongamos como ejemplo el caso de los niños más pequeños, a partir de tres años. Según la experta, la forma más sencilla de abordar el tema es contándole al pequeño o pequeña que hay solo ciertas personas, así como ciertas partes que pueden permitir ser tocadas. “Hay que decirles que el cuerpo se divide en partes públicas que se pueden tocar, como las manitos, la carita, y hay partes privadas que nadie puede tocar. Mientras la madre baña al niño, es un buen momento para irles contando esas cosas”.

Según Castillo, por más que no lo parezca, un niño de tres años puede tener mucha comprensión, si los padres le hablan adecuadamente. “Si alguna vez se le mencionó la información, cuando ocurra un episodio inapropiado con un adulto, el niño lo recordará, y le dirá a la mamá o a papá”.

La educación es vital, pues tiene la capacidad de salvar a un pequeño de ser víctima de una gran herida emocional.

Evidentemente, nadie desea ni siquiera concebir la idea de poder estar exponiendo a sus hijos a un potencial abusador. Pero, aunque doloroso, esto puede ocurrirle a cualquiera. Por eso es tan importante tener presentes ciertos signos de alerta que nos permitan identificar a tiempo a un adulto pederasta.

-El abusador siempre actúa de manera amorosa con el niño. Lo seduce, lo trata bien.

-Casi siempre, el abusador es un conocido del niño o cercano a la familia. Esto incluye a un vecino, un maestro, un entrenador, etcétera.

-Los abusadores tienden a tratar a los niños como si fueran adultos. También se refieren a ellos de la misma manera en la que lo harían con un adulto.

-Al expresar sus pensamientos ante otras personas, es común que un abusador asegure que ama a los niños y que aún se siente como si fuera pequeño.

-Es posible también que busquen niños vulnerables, que carezcan de amor en su hogar, e intenten convertirse en una figura paterna para el menor.

-Se debe prestar mucha atención a tácticas como “guardar secretos”, a las que suelen recurrir los abusadores para establecer vínculos con el menor. Comportamientos como extorsión, soborno, adulación, y otros comportamientos mucho más explícitos, deben ser cuestiones que no escapen de la atención de los padres.

Lamentablemente, la condena para quien cometa abuso sexual infantil sigue siendo muy baja en nuestro país. Esta es otra de las causas por las que lucha la organización Protegeme. “El daño que causa el abuso en un menor es muy grave, haya o no coito. Hay una interrupción del desarrollo normal del niño”, señaló la especialista.

El artículo 135 del Código Penal dice menciona: “Quien realice actos sexuales con un niño o lo indujera a realizarlos tendrá pena privativa de libertad de hasta tres años o multa. Con la misma pena será castigado quien realice actos sexuales ante un niño, dirigidos a él o lo indujera a realizarlos”.

Además, existen agravantes a la pena. Se podrían dar hasta seis años de privación de libertad si es que el abusador maltrató físicamente a la víctima en forma grave, o abusó del menor en diversas ocasiones, o que haya cometido el hecho afectando a un niño que sea su hijo biológico o adoptivo.

Si bien desde la Fundación Protegeme son conscientes de que no podremos aumentar las penas tan fácilmente, al menos por ahora, lo que desean es que la gente “aprenda a acercarse, a denunciar y buscar justicia”.

La campaña durará 15 días, y el plan es realizar 15 días de campaña cada mes de lo que resta del año.

Por último, y para que los tenga en cuenta, le dejamos algunos datos alarmantes y dolorosos acerca de la realidad del abuso sexual en nuestro país y en la región.

-Suceden aproximadamente 228 abusos infantiles por hora en América Latina.

-La mitad de los niños abusados viven bajo el mismo techo que su agresor.

-En todos los casos, el abusador es reincidente. Si no se lo detiene, puede llegar a agredir a 300 niños a lo largo de su vida.

-Cuando se trata de abuso y no de violación, muchos son los fiscales no toman los casos como debieran. Muchos los minimizan.

-Si los denunciantes son personas de escasos recursos, quedan completamente olvidados para la ley.