Adicción: enfermedad con cura

Uno puede acceder a las drogas a través de sustancias legales, luego busca nuevas experiencias mediante el uso de otras. La adicción es considerada una enfermedad, que puede tratarse e incluso uno puede recuperarse, pero hay casos en los que no.

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Las drogas que están legalmente aceptadas en cuanto a su consumo, a pesar de conocer los daños que puede provocar a largo plazo, son el alcohol y el tabaco. A través de estas sustancias la persona va ingresando poco a poco al mundo de las drogas, pero para que se vuelva adicta se deben dar circunstancias en su propio entorno y en su psicología.

“La droga legal de mayor consumo es el alcohol”, mientras que “la droga ilegal de mayor consumo es la marihuana”, expuso el Dr. Manuel Fresco Ortiz, director del Centro de Control de Adicciones del Ministerio de Salud. Agregó “a la marihuana le sigue, la cocaína y el crack o chespi”.

El Doctor manifestó que muchas personas hacen “un circuito” en cuanto al consumo de sustancias, porque “la marihuana tiene estas características en las que mucha gente toma alcohol, fuma marihuana, luego jala cocaína y después prueba otra cosa. Termina tomando alcohol y fumando marihuana”.

Dentro de esto el alcohol es considerado como el mayor problema y sobre el uso de drogas, aseguró que “la marihuana se fuma más que la cocaína”. Todo esto se produce debido a que cuando “uno comienza a consumir tiene ganas de probar otras cosas”.

El crack, cocaína fumable o “chespi” como se lo denomina en Paraguay, “es el motivo de internación más frecuente” reveló Fresco. Éste se consume frecuentemente por ser un estimulante muy fuerte, además brinda una sensación de mayor energía y hace desaparecer el apetito. El efecto “es mucho más intenso y de corta duración”.

Además de provocar una dependencia rápida en la persona, también causa daños en las vías respiratorias y en los pulmones.

De igual modo, su uso está asociado a hechos delictivos menores, “pero no es necesario consumir drogas para ser delincuente”, sino que en numerosas ocasiones los adictos llevan a cabo hurtos menores por la necesidad de contar con dinero para comprar la droga, “ese tipo de delitos es lo que es más frecuente en consumo de drogas”.

En cuanto a la cocaína que se inhala, explicó que si bien “no tiene ese efecto nocivo a nivel pulmonar” después tienen los mismos efectos como el aceleramiento de la persona.

Causa complicaciones en varios aspectos, personal, laboral, social y corporal. Sobre éste último “provoca lesiones en el tabique. Lo clásico es el tabique que se mueve. Hay necrosis porque es un cartílago. Además es un vasoconstrictor, es decir, provoca que la sangre circule más lento por la constricción de los vasos sanguíneos. A nivel psiquiátrico, genera psicosis.

Ejemplificó el director del Centro de Adicciones “hay que pensar como un campo que se cultiva, si el terreno es fértil crece más rápido”, entonces “si la persona tiene algún tipo de cuadro psiquiátrico previo, la droga lo agrava y en personas normales crea un problema de dependencia”.

Comparativamente entre estas dos sustancias “la que se inhala se consume más que la que se fuma” y se debe a factores como el precio y la sensación que provocan. Luego que “la gente y los propios consumidores le tienen miedo a la cocaína fumable porque rápido genera una dependencia y compulsión muy fuerte, entonces, le temen a eso y medio que le respetan”.

Anteriormente en las calles era común observar bolsas de plástico con restos de cola de zapatero, esparcidas. Así también, el triste panorama de niños en situación de calle inhalando la sustancia para hacer pasar el hambre.

Hoy por hoy, “la cola de zapatero desapareció prácticamente del escenario y le suplantó la cocaína fumable”. Este cambio se debe a que el crack hizo variar el consumo de la cola de zapatero, que era el principal estupefaciente de los menores en situación de calle.

La cola de zapatero, al inhalarse provoca un estado de embriaguez en la persona, pero más rápido que el alcohol. “Da una sensación de bien estar”. Con relación al daño corporal, provoca lesiones cerebrales, accidentes por sobredosis.

Acotó Fresco, en nuestro país se tuvo un caso en el que un “un chico falleció porque durmió con la bolsita pegada a la nariz y a la boca, le provocó una sobredosis”. La sustancia es un depresor y este tipo ralentiza la actividad del sistema nervioso.

Dicha droga está catalogada como alucinógena. Tiene otro tipo de características en cuanto a su consumo. El titular del Centro de Control de Adicciones comentó “en realidad no se consume ácido todo el tiempo, así como la marihuana.

Señaló que la misma “está más vinculada a las fiestas y conciertos, igual que la metanfetamina, pues el efecto de mayor energía que brinda en el organismo es más prolongado.

Aproximadamente entre 1.000 a 1.200 personas son las que consultan al año, por primera vez, en el Centro de Control de Adicciones. Según indicó Fresco, la cifra se mantiene desde hace tres a cuatro años. En los 18 años de vida institucional se han atendido a más de 20.000 personas.

El rango de edad de los pacientes que acuden a la institución por problemas en el consumo de sustancias, en su mayoría se encuentra entre los 15 y 25 años. Sin embargo, dijo Fresco que también acuden niños de entre 10 y 12 años, muchos de estos en situación de calle. “Las personas que van pertenecen a todos los niveles socioculturales”.

Dentro de los que van al Centro, también se incluyen a personas privadas de libertad.Éstos significan un gran número y acude por orden judicial, “porque está la Ley 1340 que judicialmente obliga al tratamiento por si fuera necesario para que la persona pueda continuar con su proceso.

En el campo del diagnóstico hay un trastorno por consumo de múltiples sustancias. Los pacientes que van por ayuda por lo general “consumen cuatro a cinco tipos de drogas: alcohol, tabaco, marihuana, alguna pastilla que son aquellos tranquilizantes que recetamos los médicos, cocaína, ácido, las metanfetaminas que ahora están en muy de moda”.

Detalló el Doctor “no hay un tratamiento general que le va servir a todos” los pacientes, sino que “tienen que ser hechos a medida, por sus características”. En ese sentido “depende de las condiciones en las que llega el usuario, si tiene familia o no; si acepta o no; si cometió algún delito, si está muy lesionado, si tiene complicaciones psiquiátricas. Todo eso se evalúa”, además de qué tipo de sustancia consume y a partir de ahí se plantea el procedimiento.

En cuanto a la internación, con el caso de las drogas “no necesariamente uno debe internarse para el tratamiento”, solo se procede en caso de gravedad.

Hay dos tipos de internación, la corta para desintoxicación que duran 20 días y otras, prolongadas o residenciales que duran entre un año a un año y medio, pero “cuando el paciente no logra recuperación y se le debe poner límites externos. Dentro de todo, el tratado puede retirarse voluntariamente del tratamiento en cualquier momento.

En este marco, la familia también entra en un proceso de terapia, porque se la considera un problema, hay grupos y terapeutas de familias.

El Director dijo lastimosamente “no hay un seguimiento de pacientes, no hay una parte de la institución que haga el seguimiento”. Pero en relación a la recuperación de éstos, “los éxitos se miden a nivel internacional” y son bajos, entre 30 a 40%, “pero tampoco se entiende como fracaso porque es considerada como una enfermedad que no tiene cura”, finalizó.

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