Olvidados por el Estado

Los adolescentes que incursionan en la adicción, que a la vez los lleva a la delincuencia, constituyen una realidad que el Estado prefiere no ver, pues no lleva adelante ninguna política pública para encaminarlos hacia una vida adulta responsable.

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El primer contacto que tiene el Estado paraguayo con un adolescente es el represivo. No existe una política para que un chico que no terminó la escuela vuelva cuando es adolescente. Si bien hay programas de alfabetización, el adolescente asiste a clases con adultos. El consumo de alcohol, luego el chespi (crack), es el primer paso para caer en la delincuencia. 

“El Estado debe reconciliarse con el adolescente. No puede llegar solo para darle un castigo; debe estar antes brindándole una política educativa, sanitaria y laboral”, dijo Mario Torres, juez penal de la Adolescencia.

 

Igualmente, indicó que se debe trabajar para desarrollar en Paraguay un modelo de justicia para los adolescentes con el enfoque restaurativo.

Explicó que, anteriormente, se juzgaba al adolescente como adulto, hasta 1981. Después, surgió una política tutelar en que el Estado era como un “papá guasu” del adolescente. Daba lo mismo ser mendigo, ser pobre, estar enfermo o ser infractor; el Estado debía proteger al menor. Contra esa política surge un tercer modelo que es la Justicia restaurativa, en donde el adolescente reconoce su falla y la justicia tiene una mínima intervención.

“Que se haga una confrontación del joven con su delito, que admita su culpa y que busque resarcir a la víctima. Lo que queremos es que todos queden felices y sobre todo que el menor se encamine. Imaginate si le enviás a un adolescente que tenía 5 gramos de marihuana a un centro educativo para menores infractores. Vas a condenarlo a una vida llena de vicios y delincuencia”, dijo el juez.

Por otro lado, lamentó que no haya una política integral para los adolescentes, que no existan programas educativos para los que tienen más edad y no fueron a la escuela. No existe un programa de trabajo juvenil para los menores de 18 años. Aseguró que se cierran todas las puertas al adolescente, que luego cae en las drogas. 

“No hay política; es como esconder la basura bajo la alfombra. El Estado hace la vista gorda cuando hay un conflicto con un adolescente hasta que sea un adulto y allí lo juzga como adulto y pasa a formar parte de los 16 mil presos que tenemos”, dijo el juez.

En otro momento, explicó que están trabajando con un sistema restaurativo en Lambaré, San Antonio, Ñemby y Villa Elisa, con resultados interesantes. Manifestó que el nivel de reincidencia del adolescente en la vida delictiva es muy bajo, por lo que apunta a este sistema de trabajo. 

Por su parte, la funcionaria judicial Estefani Balbuena, encargada del proyecto, dijo que para que un adolescente pueda ingresar dentro de "Justicia restaurativa" debe cumplir estos requisitos: que el hecho punible sea un delito, que cuente con contención familiar y que decida participar del programa de manera voluntaria.

El programa aborda tres áreas: emocional, espiritual y formativa. Las actividades que el menor realiza consisten en prestación de servicios a la comunidad. Por ejemplo, en iglesias, comedores, hospitales, municipalidad, realizando servicio de limpieza, pintando o mantenimiento en general. También se busca la reinserción escolar, con la que se pretende que el adolescente retome sus estudios.

“Se debe trabajar para restaurar al joven que tuvo un traspié, atendiendo a que se puede todavía recuperar al joven y así disminuir la reincidencia. El 15% de la población paraguaya es menor a los 15 años y se debe tener principal atención con ellos", puntualizó Balbuena. 

Una vez que el adolescente ingresa dentro del proyecto debe asistir a cursos de capacitación en mandos medios, cursos de guitarra, artes marciales, programa de refuerzo estudiantil y charlas motivacionales. El objetivo es que tenga una responsabilidad y sobre todo se aleje de los vicios y los malos amigos, además de conocer gente nueva, que lo ayude a salirse del mal camino. 

En total, 640 jóvenes ya pasaron por el programa "Justicia restaurativa" y se tuvo un excelente resultado. Solo el 5% tuvo una reincidencia. Trabajan con jóvenes de 14 a 17, actualmente en Lambaré, Villa Elisa y San Antonio.

“Siempre tendemos a estigmatizar al chico. Hay una justicia más punitiva y no restaurativa. Tratamos de darle una oportunidad a estos jóvenes y las cifras son muy alentadoras porque las recaídas son muy bajas”, dijo Estefeni Balbuena.

El principal inconveniente es que hay muy pocos profesionales especializados en el fuero adolescente. Faltan un fiscal especializado, juez especializado, abogado especializado y un equipo técnico especializado en el fuero adolescente.

Para encaminar a los adolescentes infractores hay un grupo de apoyo de voluntarios. Ellos son los encargados de brindar los cursos y talleres. También insumos para los talleres y se busca el apoyo de padrinazgos para que los adolescentes puedan recuperarse, dijo Rita De Oliveira.

Una vez que el adolescente aprende un oficio como carpintería, manualidades o herrería, sus trabajos son puestos en exposición para la venta frente al Juzgado de Lambaré o en el Palacio de Justicia de Asunción. 

“El campo laboral es uno de los obstáculos con que se tropieza, porque son menores de edad y además son infractores. Las empresas no quieren trabajar y allí entonces se está buscando alternativas para no cerrarles las puertas a los chicos", dijo De Oliveira.

“Antes estaba en las drogas, tuve un problema judicial. Luego me comentaron que existía un programa de justicia restaurativa y me interesé en eso. Ahora aprendí muchas cosas, estoy en el curso de guitarra, de carpintería, me voy a la iglesia", dijo uno de los chicos con una voz casi quebrada por la emoción de tener una oportunidad para encaminarse.

Agregó que estuvo a punto de dejar sus estudios, pero gracias a las clases de refuerzo que tiene los sábados pudo aprobar todos sus exámenes con buenas notas. Su sueño es ser arquitecto y apunta a eso.

"Yo quiero ser arquitecto, me gusta mucho y voy a ponerme las pilas para aprovechar la oportunidad que me dieron el juez y los voluntarios del programa para poder llegar a mi meta", dijo el adolescente. 

Manifestó que, a modo de incentivo, los maestros les permiten llevar sus trabajos a exposiciones mensuales donde pueden venderlos y así comprar más insumos para seguir profesionalizándose.

"Solo pedimos que la gente no nos vea mal, que nos dé una oportunidad para demostrar que cambiamos, que se acerque a comprar nuestros trabajitos. Ahora tenemos la opción para los regalos navideños", dijo.

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