Alienación parental: discreta violencia

Un divorcio puede ser culpa de cualquiera de los miembros del matrimonio. Pero si hay inocentes, esos son los hijos. Tristemente, en muchos casos, los niños son los que pagan las dolorosas secuelas. Le contamos sobre el Síndrome de Alienación Parental.

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Desde que supo de la infidelidad de su esposo, Rosa se llenó de un resentimiento que nunca pudo superar. Luego de la separación, les contó a sus hijos, Gimena y Rodrigo, lo que su padre había hecho, y se encargó de convencerlos cada día de que “papá los había abandonado”, y era “un mal padre”.

Con seis y nueve años, los niños creyeron lo que su mamá les decía, y las veces que Luis, el padre, intentó llegar a la casa a verlos o traerles regalos, ellos mismos le dijeron que no lo querían ver.

Poco tiempo después, la madre decidió que se mudarían de casa, y así lo hicieron. En los siguientes dos años, Luis no supo del paradero de sus hijos, por lo que, desesperado, recurrió a la Justicia y solicitó un régimen de relacionamiento para volver a ver a los niños.

Cuando a Rosa le llegó la notificación de la audiencia ante el juez, inició una suerte de entrenamiento estricto, en el que diariamente, encerraba a sus hijos en una habitación y les enseñaba exactamente lo que debían decir ante el juez.

“Tu papá es violento, nos abandonó, se fue con otra mujer y nunca me pasó plata para la comida. Le vas a decir al juez que no lo querés ver”, eran algunas de las acusaciones.

En el caso de que los niños recordaran algo positivo de su padre, o le expresaran a su madre que no deseaban exagerar los hechos, la "enseñanza" incluía un par de amenazas contundentes: “Si hablás mal de mí y te ponés del lado de tu papá, vas a terminar en un hogar de niños, porque te van a llevar de mi lado y tu papá tampoco te va a querer cuidar”.

Y así, el día del juicio, llegan ante la sala del magistrado un par de niños convencidos de que su padre era el peor monstruo. Lo que nunca les dijeron es que todos esos problemas se debieron haber solucionado entre los adultos, y los menores no tenían por qué estar involucrados.

Esta historia podría ser la de una familia particular, pero también es la de miles de familias. Al ser el Síndrome de Alienación Parental (SAP) un fenómeno acuñado recientemente y aún no tan difundido, existen muchos padres que lo cometen, sin saber que es una forma de violencia contra los niños.

La fiscal de la Niñez y la Adolescencia, sede capital, Nilda Monalisa Muñoz, se especializa en atender casos relacionados a niños en situación de vulnerabilidad.

Nos cuenta que la alienación es un tipo de violencia doméstica en contra de los niños, pero que lamentablemente la conducta no está penada en nuestro país. Es decir, este delito ocurre, pero la Justicia no puede juzgarlo porque no hay un marco legal para regularlo.

La alienación parental se puede dar tanto por parte del padre como de la madre, aunque en nuestra sociedad es muy común que sea la madre quien aleje a los niños del padre.

Los alienadores y alienadoras están más cerca de lo que uno pueda imaginarse, pues el fenómeno es más común de lo que parece.

Algunos de los signos de alarma que sirven para identificar a un padre alienador son:

Cambio repentino de domicilio: La alienación está muy involucrada con el cambio de domicilio. Lo primero que hacen los alienadores es romper el vínculo con uno de los progenitores, por lo tanto, una de las maneras más eficaces de hacerlo es llevándose a los niños a vivir a otro lugar.

Oculta datos: El padre que no convive con el niño no sabe a qué escuela va su hijo, porque el otro progenitor le niega la información. No puede involucrarse en actividades educativas y recreativas.

Hacer desaparecer a los niños: Mudarse con los niños no sería tan grave si el otro progenitor sabe dónde podrá encontrar a sus hijos. Pero una de las características más gravosas de la alienación ocurre justamente cuando el padre que está a cargo lleva a los niños a un paradero desconocido, haciéndolo desaparecer de la vida de su otro padre.

Amenazas: En caso de que el padre intente o logre ubicarlos y acercarse a los menores, el progenitor que está a cargo amenaza al niño, diciéndole que si se pone de lado del otro padre, lo llevarán lejos y no podrán volver a verse.

Construcción de un discurso: En caso de que el padre alejado de sus hijos haya decidido llegar a los estrados judiciales exigiendo un régimen de relacionamiento con sus hijos, el otro progenitor comienza a “enseñar” al niño lo que tiene que decir y cómo lo tiene que decir, una vez que lo llamen a declarar. Así, el niño llega ante el magistrado con un “discurso hecho”, en el que en muchas ocasiones, refleja el mismo lenguaje del padre que le “dicta”, qué decir.

Obstrucción de visitas: si a pesar de todas las dificultades, el padre o madre que está tratando de relacionarse con su hijo logra ser beneficiado con un régimen de relacionamiento, el progenitor alienador no respeta el régimen de relacionamiento, no enviando a los niños los días que les corresponde pasar con el otro progenitor.

El interrogatorio: Cuando el o los niños llegan a ir a pasar un fin de semana con el padre o madre, al regresar a sus casas son sometidos a un “interrogatorio”, por parte del progenitor alienador, que busca saber hasta el más mínimo detalle de la visita. Si el menor omite alguna información, sufre maltrato sicológico del padre con quien vive.

El papel de los sicólogos es clave en este escenario, pues ellos son los encargados de detectar que el niño está siendo víctima de manipulación.

La fiscala especialista en Niñez, Monalisa Muñoz, señaló que si bien nuestra legislación no permite penar la alienación parental, existen otros caminos jurídicos para proteger al niño, por ejemplo, los fiscales tiene la facultad de argumentar violación a la patria potestad.

“Hay algo que los padres tienen que entender. El ejercicio de la patria potestad tiene sus límites. Y aunque nuestra ley no permita juzgar la alienación familiar, el defensor de la Niñez puede pedir la suspensión de la patria potestad para resguardar a un menor que se encuentra en situación de vulnerabilidad, o riesgo de violencia”, explicó la fiscal.

Según nos explica la agente, el sicólogo o incluso el siquiatra interviniente tiene que ser muy cuidadoso al escuchar el lenguaje del niño, para detectar la manipulación. Como ya mencionamos más arriba, una de las características es que se aprende un discurso estudiado, en el que transcribe el lenguaje del progenitor que está manipulando al menor.

La licenciada Julia Ortellado, sicóloga de la Ficalía de la Niñez, comentó que, lastimosamente, muchos padres mienten al momento de la terapia, haciendo parecer que en realidad no están cometiendo alienación y que son víctimas del otro progenitor. Los sicólogos somos humanos, y tampoco tenemos una bola de cristal. De hecho nos mienten, pero el tiempo y los hechos demuestran que lo que dice uno de los padres no condice con la realidad”, explica.

Un dato importante expresado por la fiscala es que los niños, naturalmente quieren a sus dos progenitores por igual. Es imposible que, por sí mismo, un chico se ponga en contra de su padre o madre. En estos casos indefectiblemente hay una manipulación que puede ser flagrante o solapada.

Aquí es donde viene la pregunta clave: ¿Se puede disfrazar una situación así, al punto de que parezca que el padre no es alienador y que el niño sí está diciendo la verdad?

La investigadora explica que sí existe la posibilidad de que el niño pase una terapia sin que se descubra la alienación parental. Pero, de todos modos, la verdad sale a la luz con el correr del tiempo.

“Normalmente se recurre a un trabajador social que realiza el abordaje familiar. Ahí es donde el juez se da cuenta que el relato no coincide con la situación real”, explica la fiscal Muñoz.

Quizá usted conozca el caso de algún menor que esté siendo víctima de alienación, pero tenga dudas en realizar la denuncia porque siente que es “un extraño”, para involucrarse. La agente insistió tajantemente que el artículo 5º del Código de la Niñez deslinda de responsabilidades a quienes denuncien situaciones de vulnerabilidad en niños, y de hecho, obliga a hacer la denuncia a cualquiera que tenga conocimiento de un niño expuesto al peligro.

Cualquier persona puede denunciar un hecho de alienación ante la Defensoría o la Fiscalía. Aunque no se enmarque dentro de nuestra legislación, de todos modos se puede hacer una evaluación sicológica en el entorno familiar, de manera a que se pueda detectar y poner a salvo al niño.

La fiscal recomienda actuar rápido, pues hay niños que llegan a adolescentes siendo alienados, y en esos casos se torna más difícil superar el concepto errado que tienen de sus padres, además de las secuelas que deja tanto daño en la psique del menor.

Pero hay una tarea aún más desafiante, y esta está en manos de los jueces. “Lo primero que necesitamos es que los jueces de la niñez empiecen a poner orden cuando se detecta esta situación, y empiecen a determinar las conductas violentas de los padres”.

Muñoz explica que aunque no esté penada la alienación, el magistrado se da cuenta perfectamente de que el mal relacionamiento de los progenitores trasciende a los hijos. Añade que el vínculo con los padres es el principal factor que la Justicia busca garantizar en materia de niñez, y que este no se puede romper simplemente por incompatibilidad en la relación de los padres separados.

Según sostiene la profesional, tuvo que haber ocurrido un hecho realmente grave, como un abuso sexual, y este hecho tuvo que ser comprobado, para que se suspenda el vínculo con uno de los progenitores. “Si sacamos el vínculo sin suficiente motivos, revincularlo es una situación bastante gravosa para la vida del menor. Los niños necesitan de ambos padres, aunque estén separados”, manifiesta.

En todo caso, cuando la relación entre los niños y el padre que no convive con ellos está resquebrajada por alguna razón, se puede recurrir a un punto medio, como el relacionamiento controlado por un asistente social. Es decir, el padre o la madre va a buscar a los niños para llevarlos a pasear, pero acompañada por un asistente social, que supervisa el vínculo entre los niños y el progenitor.

Por el momento, en Paraguay no existe la suspensión de la patria potestad, aunque hay un proyecto de ley desde hace años en el Congreso para que la alienación parental pueda habilitarse como causal de suspensión de la patria potestad. “Se está tratando que se incluya como una causal de pérdida, porque realmente amerita. Los sicólogos tienen que ponerse de acuerdo con el tema de alienación”.

En países como México y Argentina, sí existe la causal de pérdida de patria potestad, cuando se llega a comprobar que el progenitor cometió alienación parental.

Una vez que exista una comisión que analice el proyecto de ley, y evalúe el nivel de perjuicio que causa la alienación parental en el niño, recién podría determinarse la expectativa de pena que podría darse a este hecho.

Finalmente, la fiscal aseguró que aunque no haya como castigar la alienación, de todos modos siempre la Fiscalía interviene y toma medidas de protección, centrándose en el abordaje familiar para mejorar la calidad de vida del niño.

Como cualquier trastorno, la alienación parental siempre deja secuelas en el menor que es víctima, pero la recuperación depende mucho del niño, de su fortaleza sicológica y emocional para dejar atrás el dolor.

Lo más importante y necesario para nuestro país en la actualidad es mejorar la prevención en materia de alienación parental. Desde el momento en que un niño muestra los primeros signos de alarma ya se debe intervenir. “No hay que esperar a que el niño desaparezca. Se puede denunciar cualquier tipo de vulnerabilidad que sufra el niño en la Defensoría de la Niñez (De la Conquista 1745 entre Ángel Moreno y Francisco López), en la Fiscalía de la Niñez (Nuestra Señora de la Asunción y Eduardo Víctor Haedo), en la Consejería Municipal por los Derechos del Niño, Niña y Adolescente (Codeni) o en el Juzgado de la Niñez. También puede llamar a la línea gratuita 147 o a la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia (Avda. Mcal. López N°2029 esquina Aca Caraya).

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