Amor con sabor a chipa

El 25 de setiembre próximo llega a los cines la película paraguaya “La chiperita”. El director Hugo Cataldo Barudi cuenta cómo concibió la historia mientras le vendían una chipa... y pagaba el peaje.

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Todo empezó cuando, en un viaje cualquiera rumbo a San Bernardino, una de las tantas vendedoras le ofreció una chipa. Inmediatamente, pagó un peaje. Fue allí cuando le saltó una chispa que le llevó a perpetrar una historia de amor que -solo en dos semanas- llegará a las pantallas locales.

La idea de hablar de amor, sin embargo, venía de un tiempo antes. "Dentro de todos los proyectos, de la vorágine de cosas que uno va a creando siempre hubo una idea, pero una idea vaga de una historia de amor imposible y alguien que no se anima a contarle a su mejor amigo que está enamorada", comenta el director sobre el filme valuado en US$ 90.000.

En el cuento que decidió narrar, la figura costumbrista de la chipera ocupa para él un lugar primordial. "La chipera es, yo creo, esa figura medio icónica de la 'paraguayidad' y de la mujer 'guapa' y, otra vez, alegre y enfrentándose a cualquier tipo de adversidad. Entonces fue una chispa muy linda y también una reacción a lo que yo estaba haciendo antes, que fue Semana Capital", advierte. En aquella cinta, el realizador contaba siete historias independientes -e incómodas- inspiradas en los pecados capitales. "(La película) me sirvió como entrenamiento para muchas cosas: trabajé con actores que venían con mucho entrenamiento. Trabajé con impresionantes tres directores de fotografía: Richard Careaga, Jerónimo Buman y Juan Carlos Maneglia", recuerda sobre el filme.

En entrevista con ABC Color, el director y guionista habla del desafío de emprender la primera comedia romántica del cine comercial paraguayo, la voz de la crítica y la vorágine de filmar en ocho días de rodaje.

-¿Cómo nace la idea de contar una historia de amor?

-Después de tener ganas de hacer algo que no me tome tan en serio,  y hacer algo tierno, y de repente no tenerle miedo a hacer algo romántico. O sea, también era otra premisa que me daba miedo pero, al mismo tiempo, me motivaba mucho: a ser romántico, cursi, reírse inclusive de eso, pero en el buen sentido. De que yo mismo me río, porque me encuentro... esa risa de "hallo", más que de otra forma. No con otra intención, sino que hacer una comedia romántica. En este caso, el desafío fue romper un poco con eso.

-¿En qué momento sentiste que debías producir la historia?

-Yo trabajo hace un tiempo con Lorena Cabrera (productora). Lo lindo de trabajar con ella es que yo le muestro una idea y también se ve la posibilidad, a partir de los tiempos: de si podíamos, en este caso, hacer o no la inversión. Y hacer algo chiquitito. Y siempre fue un desafío hacer algo chico, que se pueda grabar, fácil. Y nosotros grabamos en muy poco tiempo, justamente por la falta de dinero (...) Tuve un trabajo previo con los actores de meses, pero yo grabé en ocho días y tuve dos días de retoma, de cosas que ya no era con actores. Estamos hablando de una producción chica que -una vez que nosotros les presentamos como cualquier otra película paraguaya a Filmagic- tiene una distribución muy fuerte, y ahí como que se nos ve más. Es muy raro, pero es un proceso.

-Tanto en su estructura como en su temática, encontramos un proyecto opuesto al desarrollado con Semana capital. ¿Qué te dejó esa película?

-Fue un aprendizaje todo el tiempo... que todos te sigan con tu idea loca y tu plano secuencia, que se tenía que contar de una. Yo sigo un poco con eso. Tengo unos cuantos planos secuencias en la peli. Tengo también ciertas cosas, dependiendo del ritmo que le quise dar a la escena. Entonces tenés momentos donde, en un caminito le sigue la cámara y, de repente, otra parte donde hay mucho corte y hay un peaje y mucho movimiento y mucho ruido. Va dependiendo de lo que se sentía, en ese momento.

Me ayudó mucho Semana capital, en ese sentido. Después, yo empecé a trabajar en comerciales de televisión. Hice varios comerciales, entre ellos uno que me gustó mucho, en el que estaba el Pombero con el Jasy Jatere... En La chiperita traté de ser súper clásico, pero, al mismo tiempo, de ser honesto también. En mi primer punto de giro quería hacer tal cosa, y yo ponía y alteraba 'gua'u' lo que pasaría en una comedia romántica... porque es paraguayo.

-¿De qué manera determinó el presupuesto a la narración?

-Grabamos con muy pocos días, porque no teníamos plata. No teníamos presupuesto para sacarle al interior... Paraguarí es muy hermoso, pero no podía mandar ahí (al equipo) porque tendría que aumentar el catering, el hospedaje y que la gente esté cómoda para poder grabar allá. Cuesta mucho. Era más conveniente mantener (el equipo) chico y cerca. Buscamos locaciones que nos convenían. Por eso nos hubiese encantando filmar en Paraguarí, pero yo preferí mantener como un poco más ambiguo el lugar... es un pueblito. Hay referencias a Luque, en una alcancía, porque grabamos en Luque.

-Las reacciones en las redes sociales fueron positivas desde la salida del tráiler. ¿De qué manera tomaste esas devoluciones?

-Adentro mío, me hace bien. Yo sentía que iba a haber buena onda por el tema, pero no que iba a ser tan fuerte la energía de la buena onda. Es muy lindo. Hasta es una sorpresa, demasiado grata, que se haya tomado tan bien... porque vos nunca pensás en el resultado ni el cómo se va a tomar porque no podés hacer la peli así. Entonces, cuando llega el momento en que empiezan las reacciones es interesante. Igual es un tráiler y hay que agradecerle en casi su totalidad a la genialidad de Richard Careaga, que pudo agarrar y sintetizar algo en base a muchas cosas que habíamos hablado.

-¿Qué busca generar la película?

-Yo creo que se tendrían que ir al cine para ver otra mirada, otra forma de ver Paraguay y una partecita nuestra... yo no digo que tengo la mirada definitiva de nada, al contrario (...) Es una comedia romántica, creo que se pueden llegar a entretener, salir con una sonrisa, si es que hicimos bien nuestro trabajo. Que se vayan y, si todo sale bien, salgan entretenidos de la sala con una peli nacional, hecha por nosotros, con ingredientes locales.

-Parte de la producción local se muestra reacia a las críticas tanto a las periodísticas como a la de los espectadores. ¿Cómo manejás esa etapa?

-Es parte del proceso y hay que agarrar de dónde viene, y lo que sirve para el proceso creativo, que es lo único que importa. El resto es circo. El proceso creativo -desde que te viene la idea hasta que entregás- en algún formato de algún arte, cualquiera fuese. Hasta ahí es el trabajo del artista. Después, el resto es promoción, venta y marketing y otras cosas que son súper importantes. El producto tiene que hablar por sí solo. Yo no quiero crear ninguna expectativa más que el hecho de que se vayan al cine. Sería mi honor, en realidad, que salgan contentos.

@jorgecoronel

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