Debates en Paraguay, un futuro sin hoja de ruta

Los debates de los candidatos a la presidencia de la República son una necesidad en Paraguay. Los políticos llenan de promesas, pero evitan responder sobre un plan de Gobierno y cómo implementarlo.

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El primer debate presidencial retransmitido por televisión en los Estados Unidos, con más de 70 millones de espectadores, entre el entonces vicepresidente Richard Nixon y el aspirante demócrata al sillón más importante de la Casa Blanca, John F. Kennedy, tuvo lugar en la ciudad de Chicago, el 26 de setiembre de 1960.

Un par de meses después, el segundo derrotaría al primero y se convertiría en el primer presidente católico del país norteamericano. Todos entienden que la presencia de Kennedy en pantalla influenció.

Y Nixon sudaba mucho. Estaba cansado porque ese día visitó a un grupo de obreros e hizo otras cosas de campaña. Tampoco quiso maquillarse para salir en televisión; mientras que JFK durmió una siesta y se preparó un día para el encuentro. Desde entonces, los debates presidenciales (los hubo desde siempre, pero sin la influencia de la televisión) son una cita, un espectáculo, del que uno no puede o no debería escapar. La audiencia estadounidense y la mayoría de la mundial están pendientes de lo que dicen los candidatos que presiden o presidirán el país más poderoso del Hemisferio Occidental.

El lunes fue el último de los tres debates entre el presidente de EE.UU., Barack Obama, y el aspirante republicano Mitt Romney. Las encuestas y los medios de comunicación más importantes dan como ganador a Obama con dos debates a uno. Romney se llevó el primero. Incluso Obama, que tiene un don para cautivar a su audiencia, reconoció que en ese debate se tomó una siesta.

Estados Unidos no es el mejor país del mundo. Tiene el mayor índice de deserción escolar del mundo, el 51% de sus jóvenes no puede ubicar su propio país en los mapas y también un elevado índice de pobreza. Hace poco, en Harvard, casi una clase entera de 125 alumno se copió casi palabra por palabra una tarea asignada. Tampoco firmó el Protocolo de Kioto para reducir la emisión de dióxido de carbono. Pero, tiene su lado opuesto: es cuna de decena de premios Nobel, de la libertad de expresión, una de las economías más importantes del mundo, de cientos de miles de innovaciones tecnológicas. Más pros y menos contras.

Y surge la inevitable pregunta: ¿Cuándo se potenciará este ejercicio de la democracia en Paraguay? En 2008 vio algunas ráfagas a las que se podría llamar debates. Pero no lo fueron. Los candidatos expusieron sus proyectos, pero solo Pedro Fadul –que solo tuvo el 3% de votos en esa elección– se arriesgó a decir cómo. Y le costó muy caro en unas encuestas que veían a Fernando Lugo como el salvador que no fue.

Ningún candidato se anima a decir cómo va a ejecutar un plan de Gobierno. Un plan de Gobierno en Paraguay no está supeditado al cómo. Que un candidato, es el más capaz, que otro es el más patriota. Que las obras públicas, la salud y la educación van a ser impulsadas. Pero nadie se fija en los números. Los datos son volátiles. Es más, Fernando Lugo, que dejó plantado a Humberto Rubín en el último debate de 2008, ganó los comicios. A la mayoría del electorado, acostumbrado a promesas y hurras fáciles, o al dinero de turno, pareciera no importarle aquello. Pero, ese seguramente fue otro contexto.

Entre los videos disponibles en internet solo quedan algunos detalles de los debates de 2008. Se lo puede ver a Lino Oviedo desviando preguntas con tanta obviedad, así como cuando en junio pasado dijo que la bancada de Unace no negociaría cargos tras la remoción de Fernando Lugo de la Presidencia. Todo fue y sigue siendo una mentira de la política criolla.

Nos encontramos a seis meses de las elecciones presidenciales en Paraguay y los partidos hegemónicos ni siquiera han elegido a sus representantes. Es hora de negociar cargos y puestos, diputados y senadores. Es hora de ver cuánto dinero del TSJE va a parar al derroche de promesas, a la calma temporal del hambre a cambio de votos.

Necesitamos impulsar los debates. Cuestionar y cuestionar; preguntar el ‘cómo lo harán’, más a estos candidatos que poco tienen que ofrecer, salvo ciertos engaños de comunicación política.

Es capaz por eso que Obama superó a Romney en los debates. A pesar de que Estados Unidos tiene ocho millones de desempleados más que en 2008, al menos explica cómo, según él, su plan generará más puestos de trabajo.

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