El EPP se torna incontenible

El Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) sigue regando la tierra del norte del país con sangre inocente. El gobierno de Horacio Cartes fue recibido con cinco ejecuciones a manos de este grupo criminal y todavía no hay respuesta.

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En mayo pasado, desde este mismo espacio, decíamos que el EPP se estaba volviendo más violento en el 2013, ante la total inacción de los organismos de seguridad.

Con nueve ataques y tres muertos en solo seis meses, este grupo criminal esperó el cambio de gobierno y a la semana de haber asumido Horacio Cartes le dio la peor de las “bienvenidas”.

El sábado 17 de agosto un grupo del EPP ingresó a la estancia Lagunita en San Pedro y tomó de rehenes a seis personas. Dejó libre a una y ejecutó a sangre fría a las cinco restantes. Luego hirió a un agente de policía.

Al día siguiente, en la misma zona, atentó contra una patrullera donde también hirieron a un agente de policía.

De esta manera, el EPP demostró el poder que tiene en la zona norte del país y la total impunidad con la que se mueve. A una semana del hecho no se tiene resultados positivos.

No hubo procedimientos que devuelvan la tranquilidad a los moradores de la zona. La gente vive con el temor de ser blanco de estos criminales en cualquier momento.

Actualmente el objetivo de esta gavilla es matar gente inocente y la mayor cantidad de policías para demostrar que son intocables. La intensión es simple: crear temor y tal vez llegar a hacer de ciertos puntos del país una zona liberada.

El EPP dice ser un grupo que vela por la naturaleza. Está en contra de la tala de árboles, no quieren los cultivos de soja y están a favor de los más débiles.

Sin embargo, la versión de que son defensores de la ecología es una gran mentira, ya que se cree que este grupo quiere mantener lejos de los montes a las personas, porque están dando protección a estructuras del narcotráfico.

También del punto que "están para proteger y velar por los humildes campesinos", es mentira, ya que las principales víctimas del EPP son los agricultores, trabajadores de estancias, tractoristas y policías, que generalmente también son de extracción humilde.

En el anterior gobierno (Fernando Lugo-Federico Franco) no hubo una acción sólida para desmantelar a este grupo delictivo. La Policía solo detuvo a gente que tendría alguna relación con estos criminales.

Supuestamente, con la captura de estos nexos del EPP se asfixiaría a los cabecillas que se iban a quedar sin logística y serían atrapados.

Nada más alejado de la realidad: el EPP se fortalece ante la inacción policial y se vuelve incontenible.

Se podría decir que ya le tomaron el pulso a los uniformados, ya que comenten sus atentados en horas de la tarde, se esconden en los montes y la policía no cuenta con equipos suficientes para hacer incursiones nocturnas.

Se espera al día siguiente para hacer los rastrillajes, cuando los criminales ya se perdieron en la espesura de los montes.

Cada vez están mejor armados, con municiones que le dan un gran poder de fuego; y así, los asesinos siguen cometiendo cuánto delito se les antoja, ante la pasividad de las autoridades.

Mientras no se acepte ayuda internacional y se tenga una verdadera política de lucha contra el EPP, no se podrá acabar con este flagelo.

Un claro ejemplo de cómo se tiene que trabajar en conjunto para desmantelar grupo criminales es el que da la Senad, que tiene el apoyo de la DEA y de la Policía Federal del Brasil, para poder capturar a los más poderosos narcotraficantes que están en Paraguay.

Tecnología, armas, logística y largos meses de inteligencia han ayudado a las fuerzas antidrogas a dar con narcotraficantes de mucho peso que tienen más dinero e infraestructuras que los miembros del EPP, que se movilizan a pie en los montes.

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