El insomnio no es el único trastorno

Sin excepción, en algún momento, todos tenemos dificultades a la hora de dormir. Muchos asociarían esto al insomnio, sin embargo este es solo uno de los varios trastornos del sueño existentes.

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“Todos los seres vivos tenemos un ciclo del sueño que tiene varias etapas”, introdujo el doctor Gustavo Báez, neurólogo. Estas etapas se diferencian según la persona. La primera es la del sueño ligero; en la segunda se hace más profundo el sueño; luego, entre la tercera y cuarta, denominada “Delta”, es cuando se inicia la relajación física.

Posteriormente se inicia la quinta etapa, con los ciclos REM (por sus siglas en ingles de Rapid Eye Movement - Movimiento del Ojo Rápido), donde se ve un aumento de la actividad cerebral y los músculos se relajan. Ahí es cuando la persona en realidad está soñando.

Sin embargo, a cuántos les ha ocurrido que ya deberían estar durmiendo, pero el sueño ‘no les llegó aún’ y conforme van pasando los minutos y las horas se hace más difícil dormir. A este tipo de problema se le denomina trastorno del sueño, que se define como “una alteración del dormir, que a su vez afecta el sueño”, explicó.

Estos “padecimientos son aquellos que afectan el ciclo del sueño con el despertar. Hay muchos tipos de trastorno del sueño y pueden llegar a confundirse fácilmente con el insomnio, sin embargo éste es solo uno más de ellos”, declaró.

Este puede definirse como “la dificultad para iniciar o mantener el sueño”, no obstante una persona puede que haya iniciado el sueño pero le cuesta mantenerlo durante la noche, debido a que se despierta fácilmente varias veces durante la etapa onírica. De esta forma el sueño del individuo se torna interrumpido y no permite un buen descanso.

Dicha patología en caso de que persista por aproximadamente un mes se clasifica como ‘insomnio agudo’; ahora, si es que el problema se extiende de entre uno a seis meses pasa a ser un ‘insomnio subagudo’; la etapa más grave pasa a denominarse ‘insomnio crónico’ y es cuando la situación permanece constante por más de seis meses.

Según Báez las causantes que pueden señalarse son el estrés cotidiano; tener hábitos de sueño irregulares; así como también la mala alimentación puede derivar en un insomnio, es decir, cuando una persona cena una porción mayor a la acostumbrada antes de ir a dormir y no es capaz de iniciar el sueño.

Igualmente el consumo de sustancias como el café, el tabaco, algunos estimulantes como bebidas energéticas pueden provocar este problema, además de efectos secundarios medicamentosos. Todos estos factores hacen que la persona se mantenga alerta, sobreexcitada y no pueda dormir.

Puede ser detectado a través de la clínica, con el historial médico del paciente. De acuerdo a estadísticas su prevalencia en la población en general es del 10%. Su tratamiento se da con fármacos antidepresivos, teniendo en cuenta que en la mayoría de las veces el insomnio está ligado a la depresión.

Se estima que el 4% de las personas adultas padecen de apnea del sueño, otro trastorno del sueño y que frecuentemente suele ser confundida con los ronquidos, pero el factor que la provoca difiere. La misma “es una interrupción temporal de la respiración durante aproximadamente 10 segundos o un poco más”, clarificó.

Esta molestia “se ve generalmente en personas con sobrepeso” y se da en “episodios repetitivos de obstrucción o colapso de las vías aéreo-superiores mientras esta duerme”. Por ello es que cuando la persona empieza a respirar nuevamente “hace un ruido como si se haya atragantado”.

Por esta razón es que no debe confundirse con los ronquidos. La apnea del sueño puede catalogarse en leves, moderadas y severas. Independientemente de la gravedad de esta puede provocar somnolencia en el individuo, alterando totalmente su funcionalidad ya sea laboral o académica. Cabe aclarar que también puede ser tratada.

Siguiendo con la cita de los distintos trastornos del sueño cabe señalar que los ‘terrores nocturnos’ forman parte de estas patologías. Esta clasificación se ve mayormente en pacientes jóvenes, en ese sentido se puede mencionar que estos son propios de los niños menores de 12 años.

Por lo general los terrores se confunden con las pesadillas y se presentan en la primera etapa del sueño. La persona que los padece se despierta gritando y sudando; se levanta de la cama con mucha confusión, acelerada y con taquicardia. En ocasiones también puede realizar movimientos involuntarios.

De acuerdo a las cifras estadísticas, la prevalencia de esta alteración del sueño se da en el 5% de los jóvenes, empero también puede observarse, aunque en menor porcentaje en adultos de esta manera el 1% se ve afectado en su hábito de dormir con este desorden. También recibe tratamiento con fármacos.

Su principal diferencia con las pesadillas radica en que esta no interrumpe el sueño, por ello es que están incluidas dentro de la parasomnia, que es un trastorno de la conducta durante el sueño, sin que haya una interrupción importante del sueño. Este tipo de sueños se caracterizan por la presencia de miedo y ansiedad.

En las pesadillas se pueden llegar a realizar movimientos involuntarios como que al despertar no se recuerdan, como con las piernas, los brazos o la cabeza. Dentro de esta también puede citarse al sonambulismo.

Otra parasomnia dentro de los trastornos del sueño, es el sonambulismo. Este llega a afectar a aproximadamente el 15% al 20% de la población en general. Dentro de este grupo de personas, están las que en algún periodo de su vida han padecido de sonambulismo una o más veces.

“La persona que es sonámbula se mueve durante el sueño, puede caminar, moverse, gesticular, tiene los ojos abiertos pero no ve. Camina prácticamente a ciegas”, describió Báez. Esta patología se ve en un mayor porcentaje en la etapa de la juventud.

Comenta el doctor que este se presenta “en una etapa del sueño, donde hay movimientos oculares rápidos y en la etapa del sueño REM – cuando uno sueña – donde la corteza cerebral tiene conexión y se mueve”, explicó.

Aclaró que aquello de que cuando se le despierta a un sonámbulo de forma brusca puede dejar secuelas, es solo un mito porque “es difícil despertarle” durante ese momento. Además estas “tienden a volver a la cama por iniciativa propia”.

Durante esta etapa “las personas desarrollan actividades motoras durante el sueño” y también “el paciente vagamente tiene noción del espacio” en el que se encuentra.

Esta es otra patología que se presentan en las personas jóvenes, principalmente en la infancia. Suele observares mayormente en niños de entre los 6 a 7 años de edad. Estadísticamente tiene una prevalencia de entre el 1% al 3% en la población, según estimó el neurólogo.

Esta puede darse por factores hereditarios, es decir, puede transmitirse de los padres al hijo. Durante el sueño nocturno la persona orina en la cama y se debe a que esta no tiene control de su vejiga. Esta alteración puede ser tratada al igual que los demás trastornos del sueño ya citados y otros de los que se citarán después.

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