Escasez de villanos

Desde versiones para niños como Gru de Mi Villano Favorito a gángsters como Tony Montana, la idea de ver una historia desde la perspectiva del “malo” siempre ha sido atractiva.

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Es natural que pensemos en el mundo como blanco y negro, en lo que a la moralidad se refiere, aún en edades en las que tenemos el suficiente desarrollo mental para percibir que el mismo en realidad es infinitas variaciones de grises.

Después de todo, el entretenimiento que consumimos desde pequeños suele tener en común la lucha entre el bien y el mal, con ambos bandos bastante bien definidos y codificados. El cine y la televisión, quizá los medios más universales por los que se transmite el entretenimiento, siempre han tenido estas historias sencillas, pero también han mostrado desde su juventud y con más ímpetu en los últimos años, de explorar las historias de los villanos.

Pero quizá es justo decir que hasta ahora tuvimos una película verdaderamente dedicada a un villano, al menos no en el sentido mas “teatral” de esta palabra. El villano de cómic, el arquetipo.

Obviamente el cine de gángsters, las películas policiales o demás tipos de filmes similares han girado frecuentemente en torno a figuras que consideraríamos villanos en la vida real: los Corleone en la cima de su imperio mafioso, el magnético y despiadado Hannibal Lecter, el destructivo y desquiciado Tony Montana, por citar solo algunos de los ejemplos más populares.

Ciertamente el cine animado de alcance mundial no ha sido demasiado agresivo con sus villanos, dándonos parodias de los arquetipos tradicionales de villanía como Gru de Mi Villano Favorito o Megamente, de la película del mismo nombre, cuyos motivos para ser villanos no son explorados ni su estatus como villano se mantiene; tanto Gru como Megamente tienen villanos aún peores que enfrentar, lo que los convierte en los héroes de sus propias historias. Esto no es un comentario negativo sobre la calidad de esos filmes, que realmente no son malos, aunque tampoco sean excepcionales.

Un caso distinto es el de Ralph, del filme de Disney Ralph el Demoledor, el villano en un videojuego al estilo Donkey Kong que en realidad es tal cosa simplemente porque el juego lo requiere; es básicamente un actor en una puesta teatral interactiva, y una vez que el juego se apaga es un tipo bastante normal, amable y tranquilo que sin embargo enfrenta una discriminación que lo llevan a cometer imprudencias que eventualmente amenazan con esa meta tan clásica de los grandes supervillanos: destruir el mundo (o al menos su mundo digital).

Los villanos más exitosos y duraderos en la memoria colectiva son figuras interesantes, frecuentemente con enorme carisma, y su estatus como partes secundarias en las historias que los incluyen suele significar que no están desarrollados con la misma profundidad que el héroe, lo que los hace un misterio y aún más atractivos. Mientras más icónico a la vez que superficial el villano, más espacio para maniobrar tienen los creadores cuando deciden expandirlos.

Maléfica en La Bella Durmiente es un ejemplo, una fuerza de pura maldad sin mucha motivación más allá de ser la encarnación de la maldad pura en la película animada original de Disney, pero cuya presentación –su imponente voz, su intimidante diseño, el hecho de que se transforma en un dragón– hizo que fans y eventualmente creadores quieran llenar lo que básicamente era un recipiente vistoso pero vacío, dándole una motivación para sus actos y efectivamente volviéndola la heroína, retroactivamente convirtiendo a otro personaje de la película original en villano.

¿Pero cómo sería una película sobre un villano tradicional que pueda tenerlo como protagonista sin convertirlo en un héroe que lucha contra un mal mayor?

Meditando esto me veo pensando, sin mucha sorpresa, en quizá la fuente más prolífica de villanos icónicos de la cultura popular moderna: Batman. Concretamente en un villano particular: Mr. Freeze, o el Señor Frío.

La historia de Freeze –o Victor Fries, como se llamaba antes de dedicarse a la villanía– es la de un genio científico perdidamente enamorado de una mujer que contrae una misteriosa e incurable enfermedad. Para impedir que muera, Fries la congela, preservándola en animación suspendida, para poder revivirla una vez que encuentre la cura para la enfermedad, y los crímenes que comete normalmente son robos con el objetivo de financiar su investigación.

Si bien ha habido cómics y episodios de televisión dedicados a contar su historia, un filme sobre Freeze desde su punto de vista sería una interesante variación, un filme que muestra al villano y su motivación sin justificar sus crímenes ni convertirlo en un héroe incomprendido que lucha contra otro villano aún peor. Una historia en la que el triunfo quizá no seria vencer a un oponente, sino conseguir su meta, hallar la cura aún cuando le cueste todo; sería una tragedia, algo que quizá aún no hemos visto de verdad en el cine de superhéroes.

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