Humanizar las cárceles

Las cárceles del país se caracterizan por un elevado nivel de hacinamiento y, sobre todo, por una gran cantidad de personas que ni siquiera tienen condenas. El Ministerio de Justicia busca rever esta situación a través de un seguimiento de las causas.

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La Penitenciaría de Tacumbú cuenta actualmente con 3.920 presos, de los cuales el 77%, es decir 3.018 internos, están procesados pero carecen de condena. "Hay una desidia muy grande, desinterés y una falta de sensibilidad y humanidad muy grande; eso responde a que solo el 23% tenga condena", critica Alda Cardozo, coordinadora de programas de Reforma Penitenciaria.

Sostuvo que la lucha actualmente se centra en humanizar las penitenciarías del país, lo que engloba una modificación de todo el sistema a través de medidas como el seguimiento de la situación procesal que se ha dado desde 2013. "Antes había mucha violencia, mucha desesperanza, las personas privadas de libertad eran desatendidas por completo", comentó.

"El 5 de diciembre salió un hombre luego de un año, 6 meses y 21 días de haber compurgado su condena; eso es muy grave, demasiado grave, ni un día podemos tener detenido sin razón a alguien", lamentó y recordó el caso de otro interno, quien el 9 de diciembre pasado obtuvo su libertad luego de 4 años y tres días sin tener condena, por un caso de robo.

Mencionó que en 2015 su dirección atendió a 5.162 internos. "Lo esencial es el seguimiento a la situación procesal, porque que consideramos que es una forma de tortura no informarles sobre esos procesos. Son personas olvidadas, han estado tiradas por mucho tiempo en las penitenciarías".

Sostuvo que, tras el establecimiento del seguimiento de causas, recién los presos comienzan a tener interés en las capacitaciones, en los cursos dentro de los recintos, los conversatorios, porque en cada encuentro con los internos e internas "se llena ese deseo de conocimiento en la parte legal".

"Esta dirección hace un apoyo muy fuerte, ofrece ayuda espiritual porque trabajamos con asistencia de iglesias, tiene que ser integral la asistencia", expuso y agregó que no solo se trata de otorgarles la libertad, sino de poder ofrecerles algo más para que vuelvan a sus vidas. "Trabajamos fuertemente en Tacumbú y Buen Pastor, porque es lo más cercano, pero la idea es llegar a todas las penitenciarías del país", acotó.

Rememoró que su dependencia surgió luego del censo realizado en 2013 que reveló que solamente un 19% de los internos de Tacumbú tenía condenas. "Acá se necesita un trabajo interinstitucional, donde el Poder Judicial sea el protagonista principal, porque en todos los delitos se utiliza la imputación y la prisión y esa prisión se eterniza, no se revisa", refirió.

"Hice muchas denuncias estos dos años, tenemos casos serios y muy graves; sin embargo, no se toman medidas, no se hace lo que se tiene que hacer, porque una persona que hace mal su trabajo tiene que ser sancionada. Desde mi dirección, el anhelo es ver la sanción a un juez, a un fiscal que ha hecho mal su trabajo, de manera también que se vaya humanizando el Poder Judicial", especificó.

Sobre el punto, dijo que realizó alrededor de 30 denuncias ante la Corte Suprema de Justicia, por mal desempeño de jueces y fiscales, pero en ninguno de los casos ha tenido respuesta. Mencionó que esta situación de desidia hacia los privados de su libertad provoca el desinterés de los mismos hacia los proyectos de superación. "Se involucra a muchas personas en la reinserción, no podemos solos", expresó y añadió que en los últimos años se mejoró bastante: "Ahora tienen un espacio donde expresarse, hablar, entender, poder ser abrazados".

Con pesar, relató el caso de un hombre que recientemente se quitó la vida tras un proceso bastante llamativo. "No sé ni cómo calificar la actitud de tres jueces del juzgado de sentencias Nº 3 de la capital, que condenó a 20 años de prisión por un hecho que se inició como violencia intrafamiliar y el juez de garantías, Hugo Sosa Pasmor, lo calificó como tentativa de homicidio. El Código Penal dice que la tentativa de homicidio será castigada con hasta 10 años cárcel, pero se le aplicó 20 años. Este muchacho no pudo soportar eso; es más, tenía un defensor público que se olvidó de apelar la resolución y terminó el plazo", lamentó.

"Nosotros les llevamos siempre esperanza, trabajamos también en adquirir conocimientos sobre lo que hay en la ley, les enseñamos a que se defiendan, porque el abogado no es defensor, es representante, entonces les decimos a ellos: 'Defendete vos si tu abogado no hace nada'", resaltó.

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