Inocencia y lección de niñez

Entre las postales que dejaron los festejos del Día del Niño, la de un pequeño vestido con remera de Olimpia sujetando globos con los colores del club rival cobró notoriedad, al tratarse de un potente mensaje de la tolerancia por sobre la rivalidad.

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Desde hace seis años, Mitaí Azulgrana, actividad enteramente impulsada por autogestión de hinchas del Club Cerro Porteño, se encarga de llevar alegría y diversión a los niños en su día, y en especial para aquellos de escasos recursos que mediante tal iniciativa ya no se ven privados de vivir su día como todos los demás niños del país.

El epicentro, como cada año, fue la Avenida Quinta durante el feriado del 15 de agosto, con una masiva concurrencia y diversos atractivos para los chicos sin importar su condición. La recompensa fueron esas miles de sonrisas de niños con juguetes en mano, saltando en el globo loco y disfrutando de una chocolatada con galletitas, olvidando por un rato la cruel desigualdad social.

Desde sus inicios, Mitaí Azulgrana se caracterizó por su espíritu de integración, independientemente de que la organización esté a cargo de simpatizantes del club Cerro Porteño, anteponiendo como interés superior la sonrisa de un niño feliz por sobre los colores y la rivalidad deportiva.

Un ejemplo palpable y emotivo de este espíritu de integración se vio en la ciudad de Fernando de la Mora, donde se replicó la celebración Mitaí Azulgrana a cargo de hinchas organizados de esta ciudad el día 16, en la plaza 28 de Febrero, con igual intención de agasajar a los chicos de la zona con todas los juegos que ellos se merecen.

Al igual que en la celebración principal, la segunda edición en Fernando de la Mora congregó a cientos de chicos, la mayoría de ellos de escasos recursos, pero con el mismo deseo de disfrutar del Día del Niño. Entre los pequeños asistentes hubo dos que llamaron poderosamente la atención de los organizadores y los presentes: uno de ellos vestidos con la remera de Guaraní y otro con la de Olimpia, el “rival de toda la vida”.

Estos “locos bajitos”, como diría Joan Manuel Serrat, de aproximadamente 6 ó 7 años, en su ternura e inocencia desafiaron a una rivalidad que en el pensante mundo adulto provocó numerosas páginas de dolor y muerte, solo por diferencias en colores.

“La actividad que impulsamos fue abierta a todos sin distinguir colores, acá hay muchos niños de escasos recursos y fue dirigida a mayormente a ellos; ver chicos con otras camisetas nos puso muy contentos y ambos fueron recibidos de la mejor manera”, comentó Luis Barrios, uno de los organizadores.

En el caso particular del pequeño de remera franjeada de nombre Fabián Martínez, conocido en el barrio como “Callado”, Barrios expresó que participó con alegría del festejo y en un momento como todos los demás se acercó a pedir un juguete, ocasión en que reveló que solo porque no tenía otra remera se puso la casaca olimpista, lo que conmovió todavía más a los organizadores.

La sonrisa de este chico quedó inmortalizada en una foto que rápidamente se hizo viral, por unir a las principales pasiones del fútbol paraguayo en una convivencia pacífica, que alguna vez se espera sea una realidad entre los más grandes.

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