“La Niebla”: una de las mejores adaptaciones de Stephen King

La carrera de Frank Darabont siempre estuvo cercanamente ligada a Stephen King, desde sus inicios. Su primer trabajo como director fue un cortometraje basado en el cuento corto de King The Woman in the Room, hecho con

Años después, Darabont debutaría en largometrajes con otra adaptación de King, la galardonada The Shawshank Redemption (1994), a la que seguiría la también bien recibida The Green Mile (1999), historias de drama humano sin elementos del horror sobrenatural que siempre fue el aspecto más ampliamente conocido del trabajo de King. Y luego de un breve desvío con no del todo exitoso intento de ayudar a Jim Carrey a hacer drama, Darabont volvió cual hijo pródigo al nido de las ideas de King.

Pero esta vez sí iba a haber terror y monstruos del tipo literal además de figurativos.

La Niebla, basada en la novela corta del mismo nombre escrita por King - y a no ser confundida con la película casi homónima de 2005 que protagonizaba nada menos que el Superman adolescente de Smallville, Tom Welling - , nos pone tras los pasos de David Drayton (Thomas Jane), un artista que, en la mañana luego de una terrible tormenta que daña su casa, decide ir con su hijo al centro del pueblo donde vive para comprar herramientas para hacer reparaciones.

Sin embargo, cuando ambos están en el supermercado, una misteriosa niebla envuelve la zona, y pronto todos los vecinos allí varados descubren que algo horrible se oculta en la niebla, y que salir sería suicidio.

En la gran tradición de George A. Romero, el aparente apocalipsis que cae sobre el pueblo en la forma de una niebla repleta de monstruos es solo el trasfondo, no el centro de la historia. Darabont nos da una generosa cantidad de secuencias en las que nuestros aterrados refugiados del supermercado deben hacerles frente a los horrores que logran superar la frágil barricada que montan en la entrada del comercio – y vistazos bien claros a las mejores criaturas de pesadilla que las computadoras de 2007 podían generar con una décima parte del presupuesto estándar de una superproducción – , pero como en la historia de King, el punto central es cómo el microcosmos de la sociedad que se formó en el supermercado se va derrumbando ante la presión de la desesperación.

Desprovistos de información, los hombres, mujeres y niños atrapados desconocen el alcance de la crisis; podría ser que la niebla y los monstruos solo cubren el área local, así como es perfectamente posible que todo el mundo esté en las mismas.

En esa situación, el manto de la civilización se deshace y pronto los mismos humanos –en especial la señora Carmody, una fanática religiosa interpretada con gran impacto por la excelente Marcia Gay Harden– comienzan a parecer tan amenazantes como los insectos gigantes, arañas mutantes o depredadores voladores. Esto es, por supuesto, el estándar en historias como las de películas de zombis como las de Romero, a las que Darabont luego haría homenaje al estar a cargo de la primera temporada de The Walking Dead.

El filme va aumentando la tensión al volver cada vez más desesperada la situación hasta llegar a un final de esos que son genuinamente difíciles de mirar. Han pasado diez años desde el estreno de esta película y aún me queda ver otra película con un final que se le compare en términos de... llamémosle crueldad irónica. No es ninguna sorpresa que a Stephen King le haya gustado más el final de la película que el que él mismo escribió para su cuento.

Si es que la economía no permite ir a ver La Torre Oscura, o si leyó usted las críticas y decidió que no es una apuesta sabia, pero aún se quedó con ganas de ver algo inspirado por los trabajos de esa máquina de escribir que se llama Stephen King, entonces La Niebla es una de las mejores recomendaciones que puedo hacer.