La vida de un celiaco

Vivir tratando de evitar el gluten es una tarea muy difícil. Aprender a cocinar y a leer todas las etiquetas se vuelven prácticamente obligatorios. Muy pocos locales gastronómicos ofrecen alimentos libres de este ingrediente.

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La celiaquía, o enfermedad celíaca, es una enfermedad crónica del aparato digestivo de origen inmunológico, que se caracteriza por una intolerancia permanente a una proteína llamada gluten, que se encuentra presente en los cereales (trigo, avena, cebada o centeno).

Cuando el paciente ingiere alimentos que contienen gluten, se lesiona el revestimiento del intestino delgado, lo que reduce su capacidad para absorber nutrientes. Sin tratamiento, las personas afectadas por este trastorno sufren malnutrición y diversas enfermedades asociadas, pero no todas las personas que padecen esta patología presentan síntomas y, por tanto, puede pasar inadvertida durante largo tiempo.

Los síntomas varían en cada persona y según el tipo de celiquía que posea. No existe en la actualidad ningún tratamiento curativo para la celiaquía. La retirada del gluten hace desaparecer los síntomas, pero no la sensibilidad a este.

Muchas personas son diagnosticadas con la enfermedad celiaca ya desde muy pequeños, por lo que ya crecen aprendiendo que alimentos que los demás niños consumen cotidianamente, para ellos es imposible siquiera probarlos. El desafío de los padres será lograr reemplazar los pasteles y muchos otros platos que son comunes en los hijos.

Por otra parte, también hay quienes se enteran que poseen la enfermedad recién en la edad adulta. Andrea Benítez, por ejemplo, tiene 31 años y recién hace unos pocos meses fue diagnosticada. De un día para el otro tuvo que suprimir prácticamente todos sus alimentos cotidianos para reemplazarlos por otros totalmente nuevos.

Cambiar algo tan cotidiano como los bizcochos o los pan del desayuno por alguna galletita en base a otro tipo de harina y resistirse a las pastas son grandes batallas con las que debe lidiar día a día. “Es muy difícil ir a las reuniones familiares o de amigos y tener que rechazar casi todo lo que se sirve, cuesta ver que otros disfrutan los platos que antes me encantaban y ahora ya no puedo ni probar sin que me haga mal”, lamentó Andrea.

Aprender a mirar las etiquetas

Las personas que no padecen esta enfermedad generalmente no le prestan atención a los ingredientes que contiene un alimento empaquetado. Sin embargo, los intolerantes al gluten aprenden a mirar con detenimiento todas las etiquetas pues, un pequeño porcentaje de gluten puede hacerles pasar un muy mal momento.

Eso se convierte también en un gran problema puesto que muy pocos productos llevan la frase “libre de gluten”. Julio Benítez, padre de una joven celiaca, relató que en su casa existe una norma de que si un alimento no lleva grabada esa diferenciación, no puede ser comprado, pese a que puede haber algunos que no contengan el componente y simplemete no cuenta con el detalle impreso.

Patricia Bellenzer, de 32 años, contó que desde los 27 su vida ha cambiado por completo. La mujer recordó que en una ocasión comió un chocolate en cuya etiqueta no decía si contiene o no gluten y las molestias estomacales le afectaron al menos seis meses. “El 90% de los productos no tienen etiquetas en las que digan que son para celiacos”, aseguró.

La ingestión de pequeñas cantidades de gluten, de una manera continuada, puede causar trastornos importantes y no deseables.

Toda la familia se adapta

Benítez también relató que desde que su hija fue diagnosticada, toda su familia empezó a adaptarse a su dieta. “Generalmente ya no se consume mucho alimento con gluten en casa. Chequeamos todo lo que vamos a comprar y casi siempre comemos lo mismo que ella, muy pocas ocasiones se le prepara un plato diferenciado”, manifestó.

Respecto a este aspecto, Patricia mencionó que también ha aprendido a comprar alimentos diferentes para ella. “Es muy triste porque no podés ir a cenar con amigos a una lomitería o pizzería, por ejemplo. Porque si vas, te quedas mirando con ganas de querer comer”, lamentó.

Dotes culinarios

Aprender a cocinar es una de las cosas que necesariamente deben estar incluídas en la lista de un celiaco. Afortunadamente gracias al internet, miles de recetas libres de gluten y sencillas están a un solo click de distancia.

Aunque parezca extraño, hallarán muchas opciones para realizar, por ejemplo, un pastel sin gluten o pastas sin harina de trigo. Eso sí, el costo de los ingredientes es mayor y encontrarlos no es tan sencillo, pocos son los supermercados que cuentan con una sección especial para celiacos.

Por otra parte, se debe tener mucha precaución al momento de preparar los platillos, puesto que la cocina debe estar totalmente libre de cualquier ingrediente de gluten. Una pequeña “contaminación” involuntaria puede causar efectos nada deseables.

Desafío económico

Los alimentos libres de gluten son muy escasos en nuestro país. Quienes deben comer fuera de casa todos los días y no pueden cocinar por falta de tiempo deberán enfrentarse a un gran desafío doble: encontrar dónde vendan comida para celiacos y poder costear los elevados precios.

Los pocos restaurantes que ofrecen menú libre de gluten generalmente tienen costos muy elevados, y la mayoría de los bares ofrecen muy poca variedad en cuanto a los platos libres de harina. Existen harinas que son hechas en base a arroz, papas, maíz o sojas, que también pueden ser utilizadas para preparar algún plato libre de gluten.

En cuanto al costo de los alimentos, Patricia lamentó que siempre es muy elevado. “Doce rodajitas de pan te sale al menos 20.000 a veces. Hepy con devoción (Es demasiado costoso)”, expresó. Asimismo, mencionó que por más que ahora van apareciendo más lugares donde se preparan estos alimentos, aún son muy escasos y generalmente inaccesibles para alguien de bajo nivel económico.

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