La idiosincrasia paraguaya, al óleo

Inmortaliza escenarios de lo más profundo de la idiosincrasia paraguaya con óleo, vive hace 12 años del arte a pesar de haberse divorciado del gremio de galerías. Juan de Dios se enorgullece de imponer sus perspectiva y prefiere pintar al natural.

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Salir a la calle con el caballete, pinturas y pinceles es lo que más apasiona a este humilde y talentoso artista que reside en San Juan Bautista, Misiones. Juan de Dios, como firma y prefiere que se lo llame, relata una historia de sacrificios en la que ser artista fue como saltar al vacío, puesto que no contó con la ayuda monetaria de su familia y aun así decidió dedicarse netamente a la pintura.

“Fue una lucha muy difícil, pero tengo que resaltar que sí tuve el apoyo de muchas personas, como mi profesora Isabel de Anda. Ella empezó a recomendarme a las galerías y así empecé a meterme en el circuito comercial para dedicarle más tiempo al trabajo. Nunca tuve el apoyo económico de mi familia, por eso tenía que dedicarme a la pintura y vender ya”, asevera.

Le gusta salir afuera a buscar imágenes, sentir la temperatura del lugar y encontrar su propia perspectiva para plasmar en el lienzo su arte.

“Así tengo esa libertad de elegir qué le pongo y qué no. Sin embargo, vos sacás una foto y te condiciona esa imagen. Afuera, si hay un cable que no te gusta, no le ponés; es mucho más rico el trabajo al natural, sobre todo esa terminación inacabada, porque se trabaja en dos o tres horas y se queda esa frescura. Lo mío no tiende hacia el realismo, sino es más expresivo”, comenta.

Vivió su infancia en San Juan Bautista, departamento de Misiones, luego estuvo un tiempo en Asunción y Areguá. En 2017, decidió volver a su tierra misionera, debido a que ya vivía con su pareja, con quien tuvieron dos hijos.

Al principio vendió sus pinturas a bajo costo y, a medida que se fue afianzando en el mercado, aumentó sus precios progresivamente y disminuyó la cantidad de pinturas que hacía al mes. Afirma que de esta manera también mejoró su calidad, puesto que le dedicaba más tiempo a cada obra, pero no imaginó que pronto tendría otra prueba que superar como artista.

 

Para Juan de Dios, las galerías fueron una puerta que le ayudaron a ser conocido en el mundo artístico, pero con el transcurso del tiempo esa puerta se cerró para él. Para despachar las obras a una galería existen dos opciones, explica: vender el cuadro a mitad de precio o dejarlo a consignación. Esto último significa esperar a que el cuadro sea ubicado para que el artista se alce con un 70% del monto total. “A mí nunca me gustó entrar en ese proceso de esperar; me parecía más práctico vender directamente”, indica.

El quiebre de la relación se produjo en 2015, cuando, según cuenta, una galería ubicada en un conocido shopping ofertó su cuadro a un precio excesivo a su parecer.

“Vi que se vendía a G. 7 millones un cuadro que ellos compraron a G. 2 millones. Se supone que tenía que estar a G. 4 millones, pero ellos siempre dicen que en el shopping es más caro, pero llegó a siete y eso ya es el colmo. Demasiado me parece un abuso y nosotros como artistas no tenemos un lugar donde regular eso; una vez que vos vendés el cuadro, ellos ya pueden hacer cualquier cosa. Es injusto incluso que ganen igual que yo, porque yo soy el que hace el trabajo, ellos solo son intermediarios”, expresa.

Ante esta situación, decidió expresar su descontento en redes sociales, lo cual cayó mal a la Asociación de Galerías de Arte del Paraguay (Asgapa), por lo que desde entonces ninguna de las asociadas volvió a comprarle trabajo alguno, declara.

Al respecto, Verónica Torres, presidenta de la Asgapa, refiere que ella compró el cuadro de segunda mano, es decir de otra persona, y que por ese motivo evidentemente el precio aumentó, por lo que dice no comprender el descontento del artista. “Nosotros no estamos haciendo nada fuera de la ley”, puntualiza.

Entretanto, Juan de Dios confiesa que tras esta distancia dejó de estar a la vista en todas partes, la gente empezó a averiguar y querer saber algo de él. Esto hizo que incluso pueda elevar un poco más sus precios.

Entretanto, aclara que en ocasiones algunas galerías de menor porte y no asociadas al mencionado gremio le han comprado alguna de sus creaciones.

Un artista siempre tiene una obra por la que siente más aprecio por lo que representa personalmente. Para Juan de Dios, la pintura de su predilección lleva ese título y quien posó para la misma fue su mamá, con el torso desnudo, para su primera exposición individual, llevada a cabo en 2016 en el Hotel Guaraní.

“Le hablé, porque es una persona que no lee, nunca le interesó el arte, entonces a ella le gusta que yo pinte, me ve como alguien talentoso, pero no lo comprende. Entonces fue difícil convencerle de que ella posara para mí con el torso desnudo, pero le convencí de que para mí iba a ser muy importante, que yo estuve investigando que no hay ningún pintor que le haya pintado a su mamá desnuda, o sea, con el torso desnudo”, recuerda.

“Yo le dije: 'Esto es muy simbólico, vos le diste de mamar a 10 bebés y mostrar tus pechos va a ser algo muy significativo, no es nada obsceno ni vulgar'. Nos alimentó a los 10 y simbólicamente eso significa mucho”, enfatiza.

Ante el portal clausurado para él en el negocio de los cuadros en las principales exposiciones, la oscuridad se convirtió en luz para Juan de Dios, puesto que esta situación le dio la oportunidad de ser libre en cuanto a sus creaciones. Aclara que no tiene un local ni tampoco una página web, sino solo vende a través de Facebook o Instagram.

“Me siento orgulloso de imponer mis temas, eso también me favoreció al salir de las galerías, porque yo pinto lo que yo quiero, porque se torna estresante cuando te empiezan a pedir, que, si bien es cierto, hay plata, te están condicionando a hacer algo muy repetitivo, pero al salir de ahí yo mismo pinto lo que yo quiero, cualquier paisajito, y expongo en redes. Igual se vende”, indica.

Agrega que su objetivo principal es que su trabajo no se vuelva algo mecánico y frío. “Siempre le pongo mucha pasión a lo que hago, por eso no me gusta eso de repetir cuadros. Si me dicen: ‘Haceme uno igual al de tu Facebook’, siempre digo que no”, subraya.

Incluso, observa, que existen pinturas de las cuales no tiene registro. Durante cuatro años vendió cuadros sin sacarles fotos porque todavía no contaba con una cámara. "No tengo idea de dónde fueron a parar esos cuadros", sostiene.

Juan de Dios Valdez Barboza nació en San Juan Bautista el 8 de marzo de 1986. En su árbol genealógico no detectó indicios de algún artista que le haya heredado esta pasión, pero reconoció que tener cerca a un artista plástico como Gil Alegre, quien es su maestro. “Influyó mucho, porque yo le conocí más o menos a los 15 años y fue toda una inspiración conocer sus obras y conocerlo a él. Fue una influencia fuerte que haga que yo diga ‘quiero ser pintor’”, testimonia.

También reconoce que tiene un ejemplo a seguir a nivel internacional. Se trata del pintor valenciano Joaquín Sorolla. “Me gusta mucho la luz que usaba, mucha luz y colores vivos. Yo siempre le nombro a él como mi ideal de pintor”, afirma.

Tras decidir que esta era su vocación, Juan de Dios estudió en el Instituto Superior de Bellas Artes hasta 2006, pero luego decidió continuar solo. Ahora afirma que no está interesado en ninguna carrera universitaria, pero sostiene que nunca descuidó su formación personal, por lo que sigue leyendo y tratando de mejorar su técnica, siendo autodidacta.

Un golpe fuerte para Juan de Dios fue dejar Asunción en el ámbito artístico, puesto que desde que llegó hace dos años a San Juan, Misiones, nunca vendió un cuadro allí. La gente lo ve como vago o haragán, no tiene prácticamente con quién hablar de arte y los habitantes del lugar poco y nada se interesan por su trabajo, el cual, les parece excesivamente costoso, comenta.

“Es una diferencia muy grande, no te dan el valor que te merecés, sobre todo a mí. Gil Alegre es muy respetado porque se fue a Italia, vino a comprar la casa que era de Mangoré y tiene un centro cultural, entonces escuchan esos nombres y le respetan; no saben ni por qué pero le respetan. Pero yo, que no me fui a ningún lado y que vivo de alquiler, la gente no sabe ni qué lo que hacés, entonces en una comunidad muy ignorante es difícil que se valore. No hay un acercamiento”, expresa.

En ese sentido, añade, que a veces hay que rogarle a la gente para que vaya a una charla o exposición que organiza. 

Por ese motivo, considera la posibilidad de mudarse en algún momento, lo que inconscientemente hace que hasta la actualidad no se haya arraigado en su ciudad de origen, por ejemplo, comprando una casa, admite. "Últimamente pienso mucho en eso de irme a otro lugar", recalca.

También manifiesta un cierto disgusto con el Estado, puesto que tiene que pagar el 10% de sus obras al fisco, mientras que no existe una política nacional para promover el arte. “A estas alturas no sé si valga mucho el patriotismo para seguir acá: el Estado no influyó tampoco en mi formación y cuando yo empiezo a vender tengo que darle al Estado parte de mi sacrificio”, lamenta.

Lo más novedoso que resalta Juan de Dios es que hace poco compró una prensa para hacer grabados. “Este año me gustaría empezar a producir también grabados y de repente abrir al público y que se hagan talleres, porque en esta parte no se conoce mucho, se hace pintura al óleo, escultura, pero no tanto grabado”, señala.

Además, revela que algún día le gustaría incursionar también en la escultura para ser un artista más completo. Otro de sus proyectos es viajar a varios distritos del territorio nacional para ir captando sus escenarios y lo más entrañable de cada sitio.

“Me gustaría visitar otras ciudades del interior; tuve una experiencia en diciembre para ir en Arroyos y Esteros, me consiguieron un hotel, me pusieron el hospedaje y salí a pintar por las calles. Fue muy interesante porque la gente que te ve ahí te empieza a hablar y los jóvenes te sacan fotos y suben a sus redes sociales. Sería bueno mostrar un poco de arte en el interior”, refiere.

En la actualidad, con sus 32 años, sigue con su vida austera en San Juan Bautista, Misiones, buscando paisajes nuevos –que es lo que más le apasiona pintar–, saliendo a sentir el día a día para plasmarlo en su obra llena de luces, lo cual lo sostiene a él y su familia, mientras muchos sueños se van esbozando y llenando de color en su mente.

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