Abasto: fuego y cenizas

Dos días después sigue presente el humo en el Mercado de Abasto de Asunción, donde la amenaza de los focos de incendio está latente. ABC Color lo invita a adentrarse en el interior del bloque siniestrado mediante una experiencia de 360 grados.

https://arc-anglerfish-arc2-prod-abccolor.s3.amazonaws.com/public/2NNS4ZAOBBFX5GRDQL5EAK3ZRQ.jpg

Cargando...

Las remeras no cubrían torsos; eran improvisadas mascarillas. Con pies descalzos, hombres y mujeres se adentraban en el humo y los restos quemados para recuperar lo que se podía. Pese a la voracidad de las llamas, en el interior del Bloque C, algunos depósitos de material resistieron. Allí se encontraba la mercadería que el lunes sería sacada a pasamano, como un valioso botín.

Otros no corrieron con la misma suerte. Un día después del incendio, instalados bajo el sol, a unos 20 o 30 metros del siniestrado edificio, rodeados de humo, improvisaron un mercadito en una calle interna: unos pocos kilos de papa o tomate, calabazas, jabones, pasta dental, resignación y empezar de nuevo; con sombrillas o a la intemperie ofrecían lo poco que les quedaba –poco saludables por la exposición a humo tóxico– en pequeños puestos.

 De acuerdo al relevamiento de datos de la Municipalidad, 251 comerciantes fueron afectados directamente por el incendio. Aquellos que comercializaban hortalizas, del rubro cocina, y comerciantes de envases de plástico y similares son los que lideran la lista.

 

 

Estas personas hoy ya tienen un sitio asignado para continuar con su actividad laboral, aunque reina la incertidumbre en cuanto a la forma en que se abastecerán de nuevo de mercaderías aquellos que lo perdieron todo.

 

Los bomberos entraban y salían, la Policía observa, las autoridades evalúan los daños. Adentro es como observar con rayos X: las estructuras quedaron reducidas a esqueletos metálicos. Los charcos de agua sucia corren, permisionarios mojados de ceniza, sus ojos rojos, sus máscaras, humo. A eso se redujo el populoso bloque, pese a que días antes los tentadores precios, las frescas hortalizas o tradicionales platos de comida atraían a los compradores.

Los que no resultaron afectados por el fuego, sí lo fueron por la criminalidad de los oportunistas. Algunos permisionarios se arriesgaban para rescatar lo que podían durante el incendio y, cruzándose con ellos, ladrones saqueaban puestos laterales aprovechando que la tarde del domingo sus propietarios ya no estaban. “Nadie vino a preguntarnos nada, ni cómo estamos, solo a los de adentro”, reclama una vendedora, resignada dentro de su pequeño puesto vaciado.

“Una señora estaba en el momento que comenzó. Dice que un coreano dejó prendido algo y se fue; ahí comenzó todo”, cuenta un policía que custodia una de las entradas, basado en un relato que escuchó por ahí.

La teoría más solida es que se trató de un cortocircuito. Se llegó a especular ayer, entre la confusión, que pudo ser provocado, pero las autoridades consideran que no es momento de enfocarse en las causas, sino en una salida social para los afectados.

Sea como fuere, lo almacenado en el bloque era lo suficientemente combustible para alimentar un infierno tal. Quince compañías de bomberos, amarillos, azules, policiales, de Asunción, Central, docenas de hombres y miles de litros de agua fueron necesarios para contener su fuerza ya entrada la noche, porque sofocarlo no lo consiguieron ni a la mañana, ya que cada tanto una pequeña flama se reavivaba de entre los escombros.

Debe ser necesaria una catástrofe de esta naturaleza para que se proyecten mejoras. El intendente Mario Ferreiro anunció la revitalización total del Mercado de Abasto. Se prometió no cobrar el canon a los afectados y se declara estado de emergencia. Todo esto debido a un desafortunado chispazo que pudo evitarse.

No fueron pocos los afectados que coincidieron en que el bloque estaba atestado de puestos; el sitio fue sobreexplotado, lo que lo convertía en una bomba de tiempo que volvió a explotar, 20 años después.

Alrededor del Bloque C existen seis opciones para que los bomberos combatan las llamas: tres tanques de elevación y tres bocas hidrantes. Según pudimos constatar, de solo uno de los tanques se pudo obtener el líquido, los otros dos no fueron usados, mientras que las bocas hidrantes simplemente no funcionan, ya que carecen de válvulas.

Esta es una de las tantas negligencias que quedaron desnudas tras el incendio que les costó a muchos el sustento de sus familias.

Enlance copiado
Content ...
Cargando ...