Milagrosamente salvados

El 18 de enero de 1998 es una fecha que nunca se borrará de la memoria de Mónica Rolón (42). Esto podría parecer una gran contradicción si decimos a la vez que ese día la mujer solo lo recuerda en pequeños flashes, como escenas de una película antigua.

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No sabe si por el golpe producido, o porque su inconsciente quiso bloquear el doloroso momento, pero lo cierto es que no puede recordar con exactitud cómo pasó todo. Solo sabe que tomó a su bebé de 10 meses en brazos y lo protegió lo más que pudo de las llamas que estaban invadiendo el escarabajo familiar. Ella no sentía ningún dolor, hasta que su marido le gritó horrorizado que la piel de los antebrazos se le estaba desprendiendo. Recién después, en el hospital, se enteraría de que había sufrido quemaduras de segundo y tercer grado, que hasta hoy, en días de mucho sol, parecen reavivarse, generándole un molesto enrojecimiento en la piel.

“Tragedia en Cordillera. Camión descontrolado mató a cinco personas. Un camión transganado que, según el chofer, sufrió un desperfecto mecánico, quedó fuera de control en la ladera del cerro Caacupé y en su loca carrera cuesta abajo arrasó varios vehículos de menor porte que se encontraban en su camino, dejando una estela de muerte y destrucción. Cinco personas perdieron la vida y una quincena sufrió heridas de consideración”.

Así presentaba la noticia el diario ABC Color en su portada del 19 de enero de 1998. En la imagen, que se puede ver en este material, se observa en primer plano el escarabajo en el que iban Mónica Rolón, su esposo, el bebé, su cuñado, y la esposa de este. Realmente, la foto de portada impresiona a la vista. Resulta difícil de creer, pero, lo cierto es que todos los integrantes de esta familia sobrevivieron. Las heridas, quemaduras y golpes dejaron marcas en la piel, pero las marcas más fuertes quedaron en el alma, y en esa búsqueda constante que deben realizar cada día, por aliviar el peso de la tragedia.

Mónica tenía 24 años. Estaba recién casada y su primer hijo, Roger, tenía 10 meses. Siempre se caracterizaron por ser muy "familieros", por lo que ese domingo habían decidido ir a algún arroyo del interior del país a pasar el día juntos. “No me preguntes cuál arroyo ni qué lugar del interior del país era, porque no lo recuerdo”, nos dice Mónica al reunirse con ABC Color.

El paseo resultó muy divertido. Como eran numerosos, habían ido en dos vehículos, uno tras otro y al atardecer, estaban regresando.

Era un horario pico, y había bastante tráfico en la ruta, por lo que optaron por quedarse en Caacupé a esperar que la congestión vehicular se calmara un poco.

Se detuvieron en una hamburguesería durante aproximadamente una hora. Como el tráfico seguía incesante, decidieron seguir su camino.

“Apenas salíamos, en la bajada del cerro de Caacupé, ocurrió el accidente. Mi cuñada, Rosa, que iba en el auto de enfrente, logró pasar segundos antes de que ocurra el choque”.

Mientras tanto, Rosa Sosa, que iba en el coche de adelante, efectivamente escuchó el estruendo segundos después de pasar por el sitio del percance. Se volteó y vio el accidente.

“Ella dice que no se percató al instante de que nosotros estábamos involucrados en el choque, pero lo supuso, por lo que se bajó del auto, y salió corriendo, gritando de miedo”, recuerda Mónica, y agrega que agradecerá toda su vida a su cuñada, pues fue ella quien salvó a Roger, su hijo.

“Ella corrió hasta el coche y, cuando me vio dentro, lo primero que hizo fue quitarme al bebé de mis brazos y llevarlo al puesto de salud de Caacupé. Lo salvó primero a él”, relató.

Según lo que Mónica puede recordar, fueron seis vehículos los involucrados en el accidente, que impactaron frontalmente en una especie de efecto dominó, luego de que el camión transganado perdiera el control.

“La primera en sufrir el impacto fue la furgoneta. Recuerdo que tenía el logo de una empresa de Lácteos, en la que venía toda una familia, de cinco personas. Como venían con la puerta abierta, cuando hubo el choque, las personas fueron despedidas y los otros autos les atropellaron. Fallecieron en el lugar”, contó la entrevistada.

El escarabajo en que venían Mónica y su familia fue el penúltimo vehículo en sufrir el impacto. Posterior al choque, el rodado se encendió poco a poco, aún estando ellos adentro. “A pesar de que estábamos lejos, nuestro escarabajo quedó como una chatarra”, menciona.

Según el informe policial de esa época, el camión de gran porte que ocasionó el choque perdió el control porque se le soltaron los frenos. Algunos de los que estuvieron involucrados en el choque dicen que el chofer se quedó dormido, otros, sin embargo, mencionan que estaba alcoholizado.

En el accidente, Mónica sufrió quemaduras de tercer grado en el brazo y un desvío de columna, a consecuencia del choque, pues estaba sentada en la parte trasera del escarabajo. Su bebé, que hoy es un joven de 19 años y también participa de la nota, sufrió quemaduras en la mano y la frente. Además, esquirlas de vidrio ingresaron a su pierna. “Después de tres años le salió el último vidrio de la pierna. Yo me daba cuenta de que su pantalón se le rompía, siempre en el mismo lugar y me parecía extraño. Lo llevé al doctor, y me dijo que eran los vidrios que estaban saliendo solos, porque el organismo rechazaba un cuerpo extraño”, nos cuenta la entrevistada.

El marido de Mónica, Rogelio Sosa, también sufrió quemaduras y los vidrios ingresaron a su cuerpo, al igual que su cuñada, Ana María Alonso, quien se quemó brazos y piernas, y pasó mucho tiempo internada en el Hospital del Quemado. Quien sufrió bastantes complicaciones fue el esposo de Ana María, Juan Miranda, quien venía conduciendo el coche, y al momento del incendio, se quedó atrapado entre el volante y el asiento.

En el otro vehículo venían Rosa Sosa, hermana de Rogelio, Catalina, su madre, y otros dos invitados.

Tras un accidente como el que vivieron Mónica y su familia, las personas nunca más vuelven a ser las mismas. Pasaron años para que Mónica se animara a conducir su vehículo de vuelta.

“Mi hijo, siendo tan chiquito, se quedó traumado. Como dos años después él no podía ver personas vestidas de blanco, armaba un escándalo. Es que lo sacaron de mi brazo y lo llevaron, estuvo casi dos semanas sin su mamá, en el hospital, rodeado de enfermeras”, cuenta Mónica.

En el momento en que ocurrió el accidente, ni los bomberos ni la ambulancia llegaron al instante. Mónica no recuerda cuánto tardaron en llegar, pero sí sabe que los primeros en llegar fueron los curiosos. “Algunos rompieron los vidrios del auto para sacarnos, otros, nos robaban, y hubo una tercera persona que nos auxilió”.

No puede recordar los rostros, pero como en un sueño, dice que fueron un padre y su hijo, un adolescente de 15 años, quienes los alzaron en su camioneta y los llevaron al hospital.

“Yo iba acostada en la parte de atrás de una camioneta, y podía ver a un muchachito, como de 15 años, que sacaba su cuerpo de la camioneta y gritando pedía paso, porque llevaba heridos. Estábamos mi marido, mi cuñado, su esposa y yo, acostados. Ese padre y su hijo nos llevaron al Hospital Nacional de Itauguá”, dice Mónica, quien anhela algún día poder encontrar a estas personas, para agradecerles lo que hicieron por ella.

“Ahora eso está prohibido, jamás podés moverle a un accidentado, por más que esté muy grave. Pero ellos, en ese momento lo hicieron. Cuando llegué al hospital me desvanecí, estoy convencida de que si ese muchacho no nos llevaba, la historia podía ser distinta”, reveló.

Varios periodistas empezaron a ir al hospital, pidiendo fotos y entrevistas. Yo escuchaba a lo lejos que decían: “No puede ser que estas personas se salvaron. Ellos son los que estaban en el escarabajo”.

Justo después de que ellos salieron, el escarabajo se quemó por completo. Aún cuando estaban adentro, ellos podían ver el fuego avanzando. El tiempo y el destino influyeron a su favor, permitiendo que hoy este suceso se haya convertido en una historia que cuentan en las reuniones familiares.

“Yo siempre suelo pensar que uno va a morir bien en un accidente, y no lo va a sentir, porque nosotros no éramos conscientes en ese momento de la magnitud de lo que estábamos viviendo”, reflexiona Mónica.

En cuanto a quienes ocasionaron el accidente, refiere que realizaron una denuncia, pero el proceso les resultó demasiado costoso, y en ese momento habían gastado mucho en el hospital, por lo que dejaron las cosas como estaban.

Más allá de todo, Mónica se considera una afortunada, pues no perdió a ningún miembro de su familia en este grave accidente.

“Antes, los 18 de enero pasaban sin que me diera cuenta. No sé por qué este año me afectó tanto, a lo mejor porque justo ese día mi hijo empezó la facultad. Una se pone a pensar en muchas cosas, mi hijo empieza sus estudios, está tan grande, si algo le sucedía… (se quiebra)”.

La historia de Mónica forma parte de la sección Un día como hoy, de ABC Digital, en donde publicamos portadas de nuestro diario que, de una u otra manera, formaron parte de la vida de nuestros lectores, así como de la historia del país.

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