Robin Wood: pasión dibujada

Al menos 95 personajes y más de 10.000 guiones de historietas brotaron de su ingenio. A sus 70 años, el guionista de historietas paraguayo Robin Wood sigue dando rienda suelta a su imaginación.

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Creativo, inquieto, entusiasta, viajero. Bohemio, irónico, locuaz, aunque reservado. Así percibimos a Robin Wood durante una extensa entrevista telefónica que nos concedió desde el otro lado del mundo... en realidad, desde la región de Lombardía, en Italia, una zona paradisíaca que limita con el lago de Como.

Por supuesto, allí no está solo. La acompaña su esposa María Graciela Sténico, a quien conoce desde su infancia en Encarnación, pero con quien –después de hacer una vida cada uno por separado– se reencontró hace unos 15 años. Desde ese momento, no se volvieron a separar, tanto que sellaron su amor con un doble casamiento: en Trento, Italia, pero también en Paraguay. Anteriormente, Wood había tenido cuatro hijos de otra relación.

Robin y María Graciela pasan hoy varias temporadas en diversos países de Europa y Paraguay. La pasión del escritor por comerse el mundo viajando nació poco tiempo después de abocarse a la historieta. "Cuando empecé a ganar dinero con la historieta, enseguida quise ir a dar la vuelta al mundo", dice. "Tomé un barco carguero: fui, bajé a Nápoles y de repente estaba en Europa. Ahí me mareé. Lo disfruté tanto... todos los días algo nuevo, países nuevos, idiomas nuevos", rememora.

Pero, lejos de cualquier tipo de vacaciones, sus viajes por el mundo lo mantienen activo. El autor -contratado por la Editorial Aurea- recibe continuamente ofertas de editoriales y periódicos internacionales. Recientemente lo convocaron desde el diario suizo Corriere Del Ticino para la publicación de uno de sus más emblemáticos personajes, Cono, creado hace más de 35 años. La historieta lleva muchos años publicada con éxito en Italia y esta vez el interés nace desde Suiza. "Le contrataron para que sea publicado en el diario, diariamente, en forma de fascículos", nos cuenta su esposa. También le encargaron un trabajo sobre la Batalla de Marignano, acontecimiento histórico que provocó la desestabilización del equilibrio de fuerzas en Europa y la intervención posterior del emperador Carlos V en Italia, en 1515.

Robin es descendiente de socialistas australianos que huyeron de su país y llegaron al Paraguay. Sus abuelos habían fundado la ciudad de Nueva Australia. A los 8 ó 9 años –no recuerda exactamente– se mudó a Encarnación y, un tiempo después, se trasladó a Buenos Aires.

Esa visión cosmopolita, sin embargo, ya se había iniciado en su Caazapá natal. "En la colonia donde nací ninguno hablaba castellano. Todos hablaban inglés: eran irlandeses, escoceses... desde muy chiquito empecé a leer", cuenta Wood. "Leía libros en inglés, en castellano, cualquier cosa. ¡Hasta hoy en día sigo con ese vicio!", revela.

El descubrimiento de la creatividad, como debía ser, también fue precoz. "Desde muy joven escribía mucho, leía mucho. Gané dos premios literarios, de muy joven todavía", recuerda. "Nunca pensé en ser escritor. De repente, un día, estudié dibujo, pero era muy malo. Un amigo mío que era dibujante de historietas me pidió un par de guiones, le escribí, me ofrecieron un contrato y empecé a trabajar. Desde entonces estoy dedicado a viajar y trabajar". Su vida profesional se inició, así, a sus escasos 22 años. Por entonces nacía uno de sus personajes de culto: Nippur de Lagash.

A lo largo de los años, las creaciones del guionista se resisten al paso del tiempo. Actualmente sigue trabajando en al menos cinco series -entre ellas, Dago y Amanda-, muchas de ellas editadas ininterrumpidamente en Italia desde hace 35 años. Los materiales también son exportados a países como Argentina, España, Italia y parte de Francia y Suiza.

¿En qué momento descubrió Wood sus virtudes con la historieta? "Descubrí que era lo mío en creación, porque yo escribo los guiones, la guía de dibujos, y después se lo paso a los dibujantes. Así que parte de la creatividad es crear el personaje, la historia y guiar a los dibujantes".

Para proseguir con sus series de historietas, Wood cuenta con un equipo de 39 dibujantes, dos de ellos paraguayos, entre argentinos, españoles y turcos. Con todos ellos trabaja a distancia, a través de envíos desde la Web.

A todas las "criaturas" a las que dio vida, Wood las aprecia por igual. "Algunas han tenido más éxito que otras, pero como creador te hace adorar el personaje. Te gusta. Vivís para eso en ese momento. Después, les tengo cariño", comenta.

Si bien no tiene un horario específico para la escritura, sí reconoce ser disciplinado. "No de forzarme a nada, porque me gusta escribir. Simplemente me siento y escribo a mano, con birome, ¡no puedo crear con computadoras!", cuenta. Luego de ese proceso, digitaliza sus textos, que darán vida -a su vez- a sus emblemáticas series.

Sus creaciones también trascendieron el papel. Varias de sus historias se trasladaron a las pantallas del cine y de la TV. Actualmente se está produciendo una película sobre Nippur de Lagash, basada –por supuesto– en su popular personaje, pero también se planea llevar a Dago al cine, esta vez de la mano de una producción estadounidense. Pero Wood no se precipita. “Todo el mundo está hecho de proyectos”, dice. Él, como buen visionario, prefiere los hechos.

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