Depresión y suicidios, caras de una realidad

Los suicidios aumentaron de forma alarmante, a tal punto que hubo 85 casos en lo que va del año (al 9 de marzo), constituyéndose en la tercera causa de muerte del 2017. La depresión es el mal más frecuente que lleva a este final perfectamente evitable.

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El Día Mundial de la Salud se celebrará el próximo 7 de abril y el lema de este año es: “Hablemos de la depresión”. Esta enfermedad mental, la más frecuente en las salas de consulta de psicólogos y psiquiatras en el Paraguay, es una realidad que afecta a muchas personas día a día, mes a mes o año a año. Muchas veces, sufrir de depresión tiene un final triste: la muerte. Un final que puede ser perfectamente evitable si se trata el mal de raíz, de fondo, conociendo sobre la enfermedad y dejando de lado los prejuicios que giran en torno a ella.

El Dr. Martín Moreno, psiquiatra de la Dirección de Salud Mental del Ministerio de Salud, contó que, según un artículo científico, el suicidio es la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 29 años y la cuarta causa de fallecimientos sin discriminación de edad. La Policía sitúa el suicidio como tercera causa de muerte en 2017 porque hasta el 9 de marzo hubo 85 de ellos a nivel país. El dato es alarmante: en 68 días del año hubo un promedio de 1,25 muertes por suicidio por día.

Más de 800.000 personas se suicidan cada año, según la OMS. El 75% se registra en países de nivel medio o bajo en cuanto a ingresos. La mortalidad a raíz de este mal supera en el mundo a los homicidios y a las muertes por la guerra.

Informar sobre el suicidio es una tarea delicada. Muchos medios lo toman con sensacionalismo cuando en realidad la base de la drástica decisión es, principalmente, la depresión. Moreno contó que el año pasado hubo cinco suicidios en San Ignacio, Misiones, y que debió ir a verificar las causas que llevaron a esas muertes. Cuando una persona sufre de depresión se evalúa su riesgo de vida, su voluntad y capacidad de decisión, el consumo de sustancias y cuáles son los transtornos que el paciente podría padecer. Una vez conocidos estos factores, los médicos deciden si queda o no internado en el Hospital de Clínicas o en el Hospital Neuropsiquiátrico de Asunción.

El Dr. Moreno no lo pudo haber expuesto de mejor manera: el consumo de ansiolíticos aumenta porque existe una franja de población adicta a ellos. Además, no solo los psiquiatras los recetan. “Hay que trabajar psicoterapia (tratamiento que tiene como objetivo el cambio de pensamientos, sentimientos y conductas), las habilidades sociales. Eso no nos da un fármaco, no mejora la calidad de vida. (Los médicos) dan el fármaco pero no dan las indicaciones”, opinó el Dr. Moreno.

La pregunta que siempre se hace uno es ¿qué conduce a la depresión? Esta enfermedad no discrimina entre ricos y pobres, entre educados y analfabetos. Moreno citó varios factores, como los biológicos y los de personalidad: no poder complir con las exigencias que impone la sociedad, no asumir la propia sexualidad, no poder asumir un rol profesional, la explosión de información que le surge a cada uno y hasta el consumismo, o la imposibilidad de tener acceso a productos lujosos por limitaciones económicas. Detrás de todos esos factores puede haber narcisismo, histeria o trastornos de la personalidad.

El Ministerio de Salud, citando un informe de la Organización Mundial de la Salud, dice que la depresión provoca angustia mental y afecta a la capacidad de las personas para llevar a cabo incluso las tareas cotidianas más simples, lo que tiene en ocasiones efectos nefastos sobre las relaciones con la familia y los amigos y sobre la capacidad de ganarse la vida.

Como se mencionó con antelación, la depresión puede prevenirse. No ayuda que la enfermedad esté estigmatizada. El Dr. Martín Moreno informó que la depresión es la primera enfermedad mental que lleva a los suicidios. La intención del Ministerio de Salud este año es hacer que la gente vaya a los sitios de consulta habilitados y no estigmaticen a la enfermedad y los que la padecen.

La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y por la pérdida de interés en las actividades con las que normalmente se disfruta, así como por la incapacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas, durante al menos dos semanas. Además, las personas con depresión suelen presentar varios de los siguientes síntomas: pérdida de energía, cambios en el apetito, necesidad de dormir más o menos de lo normal, ansiedad, disminución de la concentración, indecisión, inquietud, sentimiento de inutilidad, culpabilidad o desesperanza y pensamientos de autolesión o suicidio.

La OMS recomienda una serie de factores como la restricción de los accesos a los medios que se usan para cometer suicidio (plaguicidas, ahorcamiento, armas de fuego), aplicación de políticas sobre el consumo de alcohol, más responsabilidad de los medios de comunicación, el seguimiento y el apoyo de la sociedad, la capacitación del personal médico y la identificación temprana de los síntomas.

En 2016 hubo 13% más de consultas por salud mental en consultorios del Ministerio de Salud. Esto, por una parte, es bueno por la conciencia que genera en la población el tratamieto de estas enfermedades. Hasta el 20 de diciembre pasado, hubo 4.690 personas atendidas, 40.000 recetas y 4.070.112 medicamentos entregados en el MSP. El 35% de todas esas atenciones fueron por depresión.

Para recibir ayuda, aparte de la Dirección de Salud Mental (teléfono 021-214-936), existen servicios de atención de salud mental en Trinidad, barrio Obrero, el Hospital Neuropsiquiátrico, el Centro de Salud número 7, el Hospital de Lambaré, Calle’í, Capiatá (área metropolitana) y Caacupé, Altos, Encarnación, San Juan Misiones, Concepción, Ciudad del Este y Caazapá, donde existe al menos una atención semanal.

 

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