Un despertar a los sentidos

Este artículo tiene 8 años de antigüedad
/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2395

Situado a unos 350 km de Asunción y bautizado como el “paraíso del Ñeembucú”, por los turistas y “el mejor lugar del mundo” por sus habitantes, se encuentra Cerrito, un pequeño pueblo que guarda una belleza natural exótica y variada.

Todo esto como premio a los aventureros que llegan hasta él por sus inconfundibles caminos de tierra, rodeado de esterales.

Lejos del asfalto y del ruido, invita a sumergirnos en la magia de este rinconcito en el Sur del Paraguay, que promete sorprendernos con todo tipo de experiencias, y cumple.

La aventura comienza cuando el asfalto es reemplazado por un camino de tierra y arena blanca. Un camino rodeado de esterales con sus aguas cristalinas, plantas acuáticas y aves que dan la bienvenida.

Al llegar, encontramos un silencioso pueblo, con la escuela, la iglesia y la municipalidad situadas en el centro. Recientemente adoquinada, es una ciudad que se levanta tras cada inundación.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

¿¡Inundación¡? Sí, es que Cerrito es abrazada por el imponente y bello río Paraná. A solo metros del centro, saludan las aguas del Lago Sirena, orgullo de los pobladores.

La aventura se hace más interesante. Los kilómetros de arena blanca, son besados por las cristalinas aguas de la laguna que lleva su nombre a raíz de las historias que cuentan los pescadores, acerca de avistamientos de sirenas en el pasado.

Algunas casas y pequeños montes rodean la playa. La arena sorprende con restos de cerámica indígena (platos, vasijas y hasta urnas funenarias), con diseños en relieve y dibujos hechos por indígenas guaraníes.

La orilla, decorada por pequeñas piedras de colores y caracoles, son el primer paso antes de la majestuosa y calma laguna que tiene del otro lado a la isla Martín García, otra belleza natural con arenas blancas y árboles de Pacurí que guarda su propia historia (dice la leyenda que el Mariscal Francisco Solano López mandó esconder en ella uno de sus tesoros). Avistamientos de luces durante las noches, una clásica señal de la supuesta existencia de plata yvyguy, llevó a muchos pobladores a la búsqueda del misterioso tesoro.

La zona más alta del pueblo es el cerro Itá Punta (punta de piedra en guaraní), elevación por la cual la ciudad lleva ese nombre. Un pequeño cerro de falda rocosa a orillas del Paraná, con una cima cubierta de vegetación y árboles de tajy, que ofrece la vista de bellos atardeceres.

Siguiendo el río, se puede disfrutar además de varias islas, entre ellas la isla Pombéro, casi un espejismo, un paradisiaco banco de arena a solo minutos de la ciudad al que se puede llegar en embarcaciones. El Paraná, hogar de variedad de peces, como el surubí, dorado, boga y mandi'i, seduce con sus diversas tonalidades, según la profundidad y la luz del sol. En un paseo por sus aguas se puede disfrutar de paz, aire puro, paisajes, aves y hasta escuchar a los traviesos monos de la zona.

Otro de los puntos turísticos de Cerrito son unas pequeñas dunas de arena situadas dentro de la ciudad. El sitio es ideal para contemplar la vista de la ciudad, atardeceres, explorar y disfrutar de juegos en la arena.

Los amaneceres son maravillosos. El sol hace su aparición sobre las aguas del lago y los primeros rayos de luz dejan bellos destellos en el agua. El amanecer se completa con el canto de los pájaros y el arrullo de las olas.

El día puede estar cargado de varias actividades y aventuras. La noche tiene su propia magia, que comienza con un atardecer naranja, seguido de un “concierto” de grillos, ranas, sapos y aves nocturnas. El cielo, ese magnífico manto cubierto de estrellas, deslumbra en su totalidad. Se puede diferenciar las diferentes constelaciones y ser hipnotizado por varias estrellas fugaces que misteriosas invitan a pedir un deseo. Si hay luna llena, la noche se vuelve aún más mágica.

Acogedores hospedajes reciben a sus visitantes. Los más aventureros optan por acampar. Una peña con una fogata frente a la playa no tiene comparación.

Cerrito garantiza un contacto directo con la naturaleza mientras agudiza cada uno de nuestros sentidos. Este rincón del Ñeembucú es un ejemplo de las maravillas que esconde nuestro país.