Un oficio para una nueva vida

Todos fallamos alguna y todos merecemos oportunidades para empezar una nueva vida, mejor si es con un oficio que colabore en la reinserción de los adolescentes privados de libertad.

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Aproximadamente, 15 adolescentes de los 165 que están actualmente en el Centro Educativo de Itauguá, participan de clases de carpintería que se desarrollan dentro del mismo centro, mediante un convenio con el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP), que pone al frente de los chicos a un instructor y sobre todo con la ayuda de la Red de Voluntarios del Paraguay, cuyos miembros se encargan de conseguir la materia prima y vender los productos elaborados por los chicos.

Al menos siete de los aprendices cuentan su experiencia durante una visita al lugar. Tienen entre 16 y 18 años, algunos llevan meses aprendiendo a trabajar la madera y otros, recién llegados, ya se dispusieron a aprovechar su tiempo en el centro. Unos conocen el oficio: porque su padre es carpintero o porque tuvieron oportunidad de trabajar en algún taller, mientras otros comienzan de cero, pero en común tienen la voluntad de aprender un oficio que mañana les permita ganarse la vida.

“Es una oportunidad que te da Dios”, dice uno de ellos y todos se declaran católicos. “Todos tenemos una falla”, acota otro y le sigue uno más con “cualquiera se equivoca”. Piensan en una vida nueva, en el presente, en el futuro y en dejar atrás el pasado. “Acá no hay nada difícil, todo es posible”, dijo otro.

El proyecto en el que trabajan estos adolescentes se llama Reinserclar y lo llevan adelante miembros de la Red de Voluntarios del Paraguay, quienes inicialmente hacían visitas ocasionales y percibieron la necesidad de brindar oportunidades a los chicos.

Así nació Reinserclar, un proyecto que alienta la reinserción social de los adolescentes mediante la enseñanza de oficios, empezando ahora con la carpintería, contó Franco Mereles, coordinador del proyecto. Los voluntarios se encargan de conseguir materia prima, principalmente pallets y cajas de verduras que son desechadas, haciendo a la vez un trabajo de reciclaje, además de lograr la venta de los productos.

Lo que los chicos producen se acumula en una especie de cuenta a su favor y ellos pueden solicitar que se les compre ropa o enseres que necesitan durante su estadía en el centro, o bien pueden pedir que el dinero les sea entregado a sus padres, aunque eso debe ser autorizado por una comisión de la red, dice Franco. Es un plan piloto ya que por el momento las ganancias son pocas, sin embargo si se hace difícil la administración de los recursos de esta forma, habrá que revisarla y cambiarla.

Por su parte, el Director del Servicio Nacional de Atención al Adolescente Infractor (SENAAI), Orlando Castillo, dijo que la institución no se mete en el manejo del dinero, porque quieren evitar cualquier posibilidad de corrupción de los funcionarios.

Proyecto futuro. La red pretende mediante ayuda privada obtener los fondos necesarios –aproximadamente 12 millones de guaraníes- para montar una carpintería en el pabellón La Esperanza, ya que actualmente el taller donde trabajan no cuenta con todas las condiciones necesarias.

Soporte espiritual. Mereles explicó que la red conlleva una carga religiosa mediante la cual pretenden ofrecer soporte espiritual a los adolescentes, aunque aclaró que si existen personas interesadas en ayudar, no importa la religión.

Productos. Los adolescentes aprovecharon la época para elaborar arbolitos de Navidad, pero también fabrican mesitas, taburetes, sillones de jardín, porta-platos y otros productos solicitados. Los interesados en conocer más o ayudar en este proyecto, pueden contactar con la Red de Voluntarios del Paraguay.

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