Un viaje directo a las trincheras

El Museo de Historia Militar guarda reliquias históricas que nos llevan al pasado para revivir episodios tan sangrientos como heroicos de la historia paraguaya, como la guerra de la Triple Alianza y la Guerra del Chaco, contiendas que sacudieron a América

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Las primeras banderas del Paraguay independiente dan inicio al recorrido. La azul con la estrella de seis puntas, inspirada en el manto de la Virgen de Caacupé; la roja, amarilla y azul, influenciada por la corona española; la tricolor como la de hoy pero con la franja blanca más ancha, y la que usamos hasta hoy día, roja, blanca y azul con dos escudos.

Hay dos versiones de por qué nuestra bandera tiene estos colores, comenta el coronel de Estado Mayor, Roberto Carlos Olmedo Lesme. En 1807 un contingente paraguayo cayó durante la defensa de Montevideo y Buenos Aires. El uniforme de los soldados de la provincia del Paraguay tenía estos colores, pero la historia mayormente aceptada es que está inspirada en los colores de las flores del ramo que Juana María de Lara entregó a los próceres de la Independencia.

En el salón principal, una alfombra roja se abre paso entre distintos pasados. A la derecha, se encuentran réplicas de cañones y cañones originales usadas por el ejército paraguayo durante la guerra contra Argentina, Brasil y Uruguay (1864-1870).

Balas de cañón de distintos calibres, proyectiles varios, una pesada cadena utilizada para frenar el avance de las embarcaciones aliadas por el río Paraguay, ollas de metal utilizadas en la cocina casi parecen reproducir en bucle sonidos de aquella cruenta guerra y susurros del día a día de las tropas en el campo de batalla.

Entre los vestigios de guerra también se puede la prensa del mítico El Paraguayo Independiente, periódico que marcó el inicio de la prensa paraguaya. También se rescataron xilograbados de periódicos de trinchera como El Centinela. “Los periódicos se distribuían en toda la tropa, lo que demuestra que los soldados sabían leer”, complementa el Cnel. Olmedo, director del Museo de Historia Militar.

Enormes cuadros protegen una serie de pabellones nacionales que habían sido tomados como trofeos de guerra por el ejército argentino y que nos fueron devueltos el 15 de agosto de 1954 por el presidente Juan Domingo Perón. Este gesto le hizo merecedor del nombramiento como General de División Honoris Causa del Ejército Paraguayo, reconocimiento que tendría un peso enorme en su propia historia.

“En 1955 Perón fue derrocado y recibió asilo en Paraguay, desde donde partió para España y 18 años después vuelve a la presidencia de Argentina. En ese entonces, los oficiales que querían congraciarse con él, porque fue dado de baja deshonrosa, le dicen ‘General vamos a restituirle el grado’, pero Perón responde que no necesita, ‘porque sigue siendo general, general del ejercito más glorioso de América, general del Ejército Paraguayo”, narra el Cnel. Olmedo. Este episodio forma parte del libro biográfico de Perón, acota.

El siguiente salón es como estar en una sala de mediados del siglo XIX. El mobiliario que aquí se encuentra perteneció a los López. Vitrinas conservan atuendos del expresidente Carlos Antonio López, de Francisco Solano López y su hijo Juan Francisco López, el coronel “Panchito” López.

Juegos de sala que fueron saqueados durante la invasión a Asunción y muebles confiscados que estaban en tránsito durante la contienda, armas y otros elementos tomados como trofeos fueron devueltos a nuestro patrimonio por los gobiernos de Argentina y Uruguay.

De hecho, Uruguay, bajo la presidencia del general Máximo Santos, fue la primera nación en devolver los trofeos de guerra 15 años después terminada la contienda, además de condonar la deuda. Como gesto de gratitud, Paraguay nombró la plaza céntrica denominada San Francisco, como plaza Uruguay, hoy Uruguaya. También se puso el nombre del Gral. Santos en la avenida que atraviesa prácticamente toda la ciudad desde Lambaré hasta la Costanera.

En 1971, el presidente Carlos Saúl Menem devuelve parte del mobiliario robado por sus tropas y en 2014 Cristina Fernández hace lo mismo con los que fueron tomados en tránsito. Todas estas piezas se encuentran exhibidas en el museo y nos permiten acercarnos a la vida de los López.

 

Una caja de música, fabricada hace más de 160 años y que perteneció a Madame Lynch, esposa de Francisco Solano López, aún emite su dulce melodía que ahora tiene una connotación nostálgica. Sin dudas una de las piezas más exóticas de esta parte del museo.

Una serie de fotografías en blanco colocadas en un mural empiezan a narrar la Guerra del Chaco, librada con Bolivia entre 1932 y 1935. “En principio las tropas utilizaban caballos, pero como consumen mucha agua, recurso muy preciado y escaso en el Chaco, entonces cambiaron a mulas, animales más resistentes. Pero mismos no trasladaban a personal, sino equipamiento”, comenta el Cnel. Olmedo, mientras recorre por las imágenes monocromáticas.

Ametralladoras, bayonetas, cajas de municiones, uniformes, monturas de animales, cada fotografía está acompañada por un elemento de referencia que nos ayuda a comprender mejor la historia a medida que avanzamos por el museo.

Una fotografía y un machete evocan el recuerdo de las tropas que quedaron sin municiones, y teniendo encima la orden de defender las posiciones con tenacidad, prepararon una emboscada al ejército boliviano. Desde los pastizales, donde permanecieron ocultos, lanzaron un feroz ataque cuerpo a cuerpo, armados con sus machetes. Parte de esta historia está plasmada en los versos de Emiliano R. Fernández, “13 Tuyutí”.

En la sección donde se exhiben uniformes y fusiles, se encuentra la fotografía del legendario Coronel Florentín Oviedo, el excombatiente de la guerra de la Triple Alianza, quien nuevamente se ofreció a defender al Paraguay en el campo de batalla ante los bolivianos, a pesar de sus 92 años. En su honor, la ciudad de Ajos, departamento de Caaguazú, pasó a llamarse “Coronel Oviedo”.

Oficiales rusos que prestaron servicio para las tropas paraguayas, la cruz del primer mártir de la guerra, el Teniente Rojas Silva, muebles del Mariscal Estigarribia, y decenas de historias de trinchera se encuentran disponibles en el Museo de Historia Militar, abierto al público de 7:00 a 15:00. Funciona en el Ministerio de Defensa Nacional, ubicado sobre avenida Mcal. López casi Vicepresidente Sánchez.

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