Sin embargo, las dos situaciones son peligrosas, advierte Welf Stankowitz, del Consejo de Seguridad Vial de Alemania (DVR, por sus siglas en alemán).
Y es que, en caso de frenada, las consecuencias que esto puede tener tanto para los animales como para las personas son grandes y ninguna buena.
"Ya se trate de un perro o de un gato, quien meta a un animal en el automóvil debe hacerlo de manera segura", indica Stankowitz. Cómo hacerlo, sin embargo, no es algo prescrito.
Legalmente, los animales, por lo general, son considerados como carga y no hay en los reglamentos viales instrucciones de cómo transportar al perro y al gato en el automóvil.
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Considerados como carga, el conductor se arriesga a una multa si, por ejemplo, la cesta del gato sale por la ventana y provoca algún daño fuera.
Quien mientras conduce deje que su mascota esté libre en el interior del vehículo estará convirtiéndose en un peligro para el tráfico, según el DVR.
Cuando se trata de un animal, no se puede apelar al sentido común ni estar seguro de que no va a meterse de repente entre los pedales y el suelo o a tapar la vista a quien conduce.
Por eso el consejo es llevar siempre a las mascotas en un transportín y asegurar este en el automóvil. Porque lo que puede pasarle a un animal que no va asegurado ya lo ha comprobado el Automóvil Club Alemán (ADAC) con un "crash test dummy" de un perro.
En caso de colisión a 50 kilómetros por hora, un transportín de perro de 22 kilos se estampó con el reposacabezas y el respaldo del conductor, golpeó en la cabeza y acabó finalmente en el parabrisas.
La fuerza del impacto fue equivalente a más de 500 kilos. El animal y su transportín pueden pues convertirse en proyectiles si no están bien asegurados.
Los transportines deben llevarse transversalmente a la dirección de viaje y ser colocados detrás del asiento. "Aunque no viaje nadie en la parte trasera del vehículo, hay que abrochar el cinturón porque de esa forma se aumenta la estabilidad", dice Diana Sprung, de ADAC.
Los transportines más pequeños en los viajan los gatos pueden ponerse en el espacio para los pies tras los asientos delanteros.

Hoy existen sistemas que no se enganchan con el cinturón de seguridad sino con el anclaje para los asientos de los niños con los que cuentan los automóviles nuevos.
"Las cajas de plástico y las cestas pueden romperse fácilmente o astillarse", dice Lea Schmitz, de la Asociación Alemana de Protección Animal. Constituyen por eso un peligro para los animales y pueden serlo también par alas personas.
Los defensores de los derechos de los animales aconsejan transportines de materiales estables como, por ejemplo, el aluminio, que no es tan fácil que se rompa en un hipotético choque.
Desaconsejados quedan completamente los transportines de tela, ya que ceden con el impacto y el animal tiene riesgo de ser aplastado.
