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Juan Aranda (59), condenado a ocho años de encierro por abuso sexual en niños, fue encontrado muerto y colgado de una soga atada a la llave de la ducha de una celda. Faltaba solo un día para que abandone la prisión gracias a la figura de la libertad condicional. Uno de sus compañeros de pabellón, Jorge Manuel Aquino (28), fue imputado por homicidio doloso y hasta ahora es el único y principal sospechoso.
Si bien la escena parecía una autoeliminación, varios aspectos llamaron la atención de las autoridades; por ejemplo, los rastros de violencia en el cuerpo, que resultaron ser producto de golpes antes de la muerte. También tenía heridas en el cuello que indicaban que la víctima intentó zafarse de la soga.
El agente fiscal de San Juan Bautista, Juan Ramón Olmedo, acompañó la inspección física de los reos del pabellón Cristiano –donde ocurrió el hecho– y notaron que Aquino presentaba lesiones ungueales, es decir aquellas producidas por uñas, en la espalda y en ambas manos. Su inconsistente argumento motivó la sospecha de su implicancia en el hecho, por lo que fue abierto un nuevo proceso en su contra.
Además, está pendiente que el Laboratorio Forense de la Fiscalía revele el resultado de las muestras tomadas de debajo de las uñas de la víctima, ya que podrían contener restos de piel y ADN que revelen la identidad del homicida.