Descansa en paz

Pensábamos que nunca lo haría. Su entereza, su fortaleza física, moral e intelectual fueron siempre motivos de nuestra sana envidia.

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Extraordinariamente solidario y sensible, inteligente y astuto, supo formar y alentar nuevos valores hasta convertir ABC Color en una verdadera escuela, no solo de periodistas, sino también de gerentes, administradores, distribuidores, secretarias, y hasta de aprendices.

Renunció a la vida social para tener la absoluta libertad de actuar con independencia periodística, ideal por el que no dudó en correr el riesgo de la clausura, conocer la prisión y perderlo todo, si fuere necesario. Frente a cualquier conflicto en que se veía envuelto algún periodista, sea de ABC o no, él estaba siempre del lado del colega. Y, algo extraño en un hombre de mucha fortuna: era frugal, pero no temía perder en sus apuestas por los negocios, y menos por sus principios, que los gobiernos de turno pretendieron enturbiarlos y contaminarlos siempre. Tenía la habilidad de congeniar su natural curiosidad con las ideas innovadoras para todo tipo de emprendimientos.

Creo que nunca tuvo miedo: al menos, nunca lo sorprendimos así, sino todo lo contrario. Aun en los momentos más oscuros de incertidumbre y dudas propias de los enfrentamientos a la dictadura, a los regímenes corruptos y a las amenazas, tenía una única instrucción: “métale palo, compañero”.

Así como fue duro y frontal en el oficio, fue siempre atento y solidario con las familias de sus colaboradores.

En sus momentos de reflexión lo escuché más de una vez decir: “Se imaginan ustedes el privilegio de ser testigos de todo lo que ha pasado y pasa en este país”.

Eso casi siempre fue de madrugada o cerca de la medianoche. A pesar de las diferencias, discrepábamos, lo cual alentaba adrede.

El primero en llegar y el último en retirarse. Tenía recado para casi todos, todos los días. Pensaba, escribía y corregía no solo los editoriales; sobre todo corregía hasta nuestras comunicaciones internas. En su grabadorita de mano registraba todo lo que iba viendo y pensando para luego convertirlos en temas del diario.

Si tuviera que definirlo como persona diría que fue un hombre de trabajo, tuvo temple de acero y fue un verdadero paladín de la libertad, para terminar sus días, por su propio peso moral e intelectual, como el más influyente actor político de los últimos años.

Adiós, estimado Director

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