Dolor de una madre guerrera en Curupayty se refleja en “Santa” de Renée Ferrer

El 22 de setiembre recordaremos un aniversario más de la Batalla de Curupayty, una de las victorias más loables de la Guerra del '70. “Santa”, un cuento de la escritora Renée Ferrer, retrata el dolor de una madre que peleó con sus hijos en aquel combate.

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Hablar de la Guerra contra la Triple Alianza (1865-1870) es poner el dedo en una llaga que aún no cicatriza. Al parecer, nuestro presente continúa impregnado del fétido olor de muerte en aquella triste época. Pese a este desafortunado capítulo de la historia, la Batalla de Curupayty constituye una memorable hazaña del ejército paraguayo al mando del general José Eduvigis Díaz.

El éxito del combate se atribuye a una curiosa estrategia del Gral. Díaz. El experimentado militar dio la orden de rellenar las trincheras del campo de batalla con espinas y zarzas. De esta manera, el ejército paraguayo tendió una trompa mortal a los aliados quienes, a la hora del ataque, cayeron en masa a las zanjas camufladas por una tupida vegetación.

La conocida escritora Renée Ferrer se caracteriza por las numerosas referencias históricas en sus obras. El cuento “Santa”, incluido en su libro “La seca”, se sitúa en el contexto de la batalla de Curupayty en el año 1866.

“Ya no quedaba un hogar que no tuviera alguien a quien rezarle los domingos, nadie sin un charco de venganza en el corazón”, describe Ferrer en un fragmento del cuento. Santa, la protagonista, era una señora que experimentó en carne propia el azote de la Guerra del '70. Ella había perdido a su padre y se dejó consumir por el veneno del odio. Cuando iba al campo de batalla, solo la acompañaban Gerónimo y Serviliano, sus dos hijos.

El cuento menciona un tercer hermano llamado Gumercindo, que estaba desaparecido. El joven se unió a los legionarios, conocido grupo de rebeldes que peleaban en contra de Paraguay. Esto destrozó el corazón de la triste madre.

Santa combatió junto a sus valientes hijos en la batalla de Curupayty. De carácter tenaz y aguerrido, la mujer acabó con numerosos rivales. Sin embargo, el caprichoso destino quiso que el hijo rebelde volviera a sus brazos de la forma más descabellada posible.

En pleno desarrollo del combate, Santa divisó a un soldado herido que salía de las trincheras… Dejemos que Renée Ferrer lo cuente mejor: “Durante un segundo lo miró a la cara. Se le empequeñecieron los ojos, se le desplomó el corazón y disparó maldiciendo. Solo entonces comprendió que había reconocido a tiempo al hijo y aun así lo mató”.

El relato finaliza con el funeral de Gumercindo, aunque Ferrer deja latente en los lectores una sombría duda. Los dos hermanos entierran a su par ante la ausencia de la madre. ¿Acaso quiso acabar con su vida, motivada por la amargura de su corazón? ¿Será que abandonó a sus hijos por la vergüenza? Estas son algunas de las interrogantes que giran en torno al desgarrador cuento “Santa”.

Por Víctor Martínez (19 años)

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