Pilcomayo en crisis por desidia de la comisión

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La ausencia del Pilcomayo originó una crisis en su valle de inundación. La falta de agua tiene como resultado la muerte de animales silvestres y ganado. Desidia de la comisión nacional ocasiona esta tragedia.

A lo largo de la cañada La Madrid, cuya extensión es de 450 kilómetros aproximadamente, entre el fortín General Díaz y el sector de la embocadura del canal paraguayo, existen algunos bolsones de agua.

Son residuos de agua de lluvias o bien lo que quedó de los ocho días que el Pilcomayo “ingresó” en nuestro territorio.

Esa es toda la reserva de agua disponible en La Madrid: bolsones que no pasan de 10 metros de largo por 6 metros de ancho, en el mejor de los casos.

A medida que el agua va desapareciendo, por evaporación o bien al volverse barro por exceso de población animal, también se borra todo rastro de vida.

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Los yacarés se alimentan de los peces que allí pueden encontrar, luego de caracoles, por último de mariposas o pájaros que puedan cazar, hasta llegar al extremo poco común de matarse entre ellos.

Esta es hoy la realidad de la cañada La Madrid, realidad que la Comisión Nacional del Pilcomayo, dirigida por el Ing. Óscar Salazar Yaryes, intenta ocultar.

Mientras tienen fuerzas, los yacarés buscan migrar de los bolsones donde ya no hay alimentos; estos animales son capaces de caminar grandes distancias así como de enterrarse en el lodo en espera de la llegada de las aguas.

Esto explica por qué los tajamares de establecimientos ganaderos están repletos de yacarés, carpinchos y otros animales.

Pelea por el agua

Y aquí viene otro drama: el agua de un tajamar se utiliza para actividades cotidianas en un establecimiento ganadero como para dar de beber al ganado vacuno.

Hasta aquí llegan animales silvestres para tomar posesión. Cabras y ovejas son víctimas frecuentes del apetito de los yacarés.

A medida que se utiliza el agua se repite el fenómeno de los bolsones: el agua se vuelve barrosa y al poco tiempo se contamina, con materia fecal y animales podridos que murieron dentro.

Esto obliga al personal de la estancia (incluyendo propietarios) a bañarse con agua donde hay animales putrefactos; con esta agua lavan los platos y las ropas así como se riegan las chacras.

No puede ser de otro modo porque no se tiene alternativa suficiente de agua, salvo usar aquella contaminada.

Los pozos artesianos no abundan y no siempre se dispone de agua dulce; con suerte, se encuentra agua salina.

No hay agua suficiente en la zona del Pilcomayo porque la comisión nacional fracasó en forma estrepitosa en el objetivo de recuperar las aguas del río.

Y todo lo que resta del año tampoco tendremos agua porque las tareas del año pasado no se cumplieron en tiempo y forma.

Lo peor de todo es que volverá a pasar lo mismo en este verano porque la licitación para iniciar las tareas se realiza en forma tardía.

¡Cómo se nota que no les importa la suerte del río!

roque@abc.com.py