Indígenas que renunciaron al campo son reasentados en 8,5 Ha. en Luque

Unos 400 indígenas considerados “urbanos” accedieron ayer a la tierra propia en la compañía Tarumandy de Luque. Estos nativos mbya abandonaron sus comunidades hace diez años y deambulaban por el área metropolitana.

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Con sus danzas y ritos ancestrales, los indígenas mbya celebraron ayer el acceso a la tierra propia que permitirá a los “nativos urbanos” tener un espacio donde construir sus viviendas y capacitarse para encontrar otra forma de subsistencia que no sea la ancestral tarea de recolección.

El inmueble, de casi nueve hectáreas, perteneció a la Secretaría de Acción Social (SAS) y fue titulado a favor del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi). Firmó por la transferencia, la presidenta de ese organismo, Ana María Allen.

Estos aborígenes huyeron de sus comunidades hace más de diez años y vivían en las calles pidiendo limosna en el área metropolitana. Hace dos años invadieron esta propiedad, donde se establecieron como comunidad a cargo de dos caciques, Odilo Florentín y Valeriano Duarte. El terreno se encuentra a 27 km de Asunción y a 200 metros de la ruta que une Luque con San Bernardino.

Según los nativos, el acceso a la tierra propia les permitirá tener un gobierno de acuerdo a sus costumbres, y mantener sus tradiciones como la danza, sus ritos religiosos y la capacidad de elaborar la artesanía. Después de los Maká, esta es la segunda comunidad que accede a un lote propio donde desarrollar su cultura en un cinturón urbano, de la forma más cercana posible a sus modos de vivir.

El padre Enrique Gaska, de la Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, resaltó la importancia del acceso a la tierra, porque les permitirá tener un espacio para construir sus viviendas. “La excusa para no darles viviendas era que no tenían tierra titulada y ahora ya podrán gestionar ante el Estado la construcción de las mismas”, precisó.

El líder de la comunidad, Odilo Florentín, agradeció las gestiones del Indi al asegurar la tierra para los mismos, que, según indicó, se consiguió luego de varios años de lucha, de haber pasado hambre y sed en las calles. Comentó que ya tienen una escuela a punto de terminar que permitirá que los niños tengan un lugar donde estudiar sin riesgo a que se derrumbe.

Preguntado sobre cuales fueron las razones que les obligaron a abandonar el campo, indicó que salieron por el avance de la agricultura mecanizada, que derribó todos los montes en Caaguazú, y contaminó los recursos naturales, como el agua, y en esas condiciones no hay vida en el campo. Dijo que no tuvieron facilidades para estudiar y recibir asistencia médica rápida, porque el indígena sigue aún marginado.

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