La burrerita paraguaya que resiste el paso del tiempo

Ña Silvana Sotelo, una mujer valerosa, de 55 años, más conocida como “la burrerita de Yka’a”, recorre día tras día varios barrios de las ciudades de Luque y Limpio llevando productos frescos a los hogares desde hace 35 años. Ella “no hace caso de la lluvia ni le importa la escarcha”, porque su trabajo es su sustento diario.

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LUQUE (Gladys Villalba, corresponsal). El encuentro con ña Silvana no estaba proyectado, nadie nos habló de su historia. Fue una afortunada casualidad verla vendiendo minucias de una forma ya inusual para nuestros tiempos. En su humilde morada, en la localidad de Yka’a, bajo un frondoso árbol de ingá, nos recibió con una sonrisa plena y con gran orgullo nos relató una historia de vida jamás contada.

Cursó solo el primer grado. Por varios motivos no pudo continuar sus estudios y se inició en el mundo de la venta de menudencias junto a su hermana mayor Vicenta.

Quedó viuda hace ocho años y tuvo la gran responsabilidad de criar y solventar la educación de nueve hijos, quienes hoy la rodean de amor, junto a sus 17 nietos que colman de alegría su vivir.

En el pasado las burreritas formaban parte de la historia y la cultura paraguaya. Surcaban largos caminos con pasos firmes, manos generosas, brazos tan fortalecidos como el roble y con la piel tostada por los ardientes rayos del sol. Con Silvana esta tradición perdura.

Elevando una oración, inicia su jornada todos los días a las 5:00 de la mañana junto a su burrito Chito. Camina más de diez cuadras hacia su destino diario, la matadería San Jorge, situada sobre la ruta que une Luque y Limpio.

Sin importar las inclemencias del tiempo, el intenso calor o el frío, la burrerita, llena de derivados vacunos las hojalatas que carga Chito y comienza el recorrido por las localidades de Bella Vista, Yka’a y Mora Cue.

Entre risas, gestos y mirando a su alrededor, nos relata que no le teme al trabajo y, de manera firme y tenaz, asegura que seguirá con las ventas junto a su burrito hasta que Dios diga basta.

Según nos indicó, es la única burrerita vigente del barrio y quizás de la ciudad de Luque.

Ña Silvana expresó que luego de un largo recorrido la parada obligatoria es la despensa “La ruta”, donde el burrito Chito, de 15 años, inevitablemente disfruta de unas dulces galletitas, proveídas por su dueña.

“Camino a su lado, nunca lo monté, Chito es mi compañero de trabajo”, expresó la hacendosa mujer paraguaya.

Finalmente, como una lección de vida y un generoso consejo para las nuevas generaciones, indicó que aferrarse al trabajo humilde forja satisfacciones que luego podrán ser disfrutadas en familia, sin importar la condición en que uno viva.

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