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En la mazmorra de Abraham Cue, durante la dictadura del Gral. Alfredo Stroessner, en la “Pascua dolorosa” de 1976, los torturadores sometieron a golpes a centenares de campesinos de la Ligas Agrarias Cristianas.
Abraham Cue era el Batallón de Seguridad de la Delegación de Gobierno de las Misiones, sede en San Juan Bautista. Allí fueron apresados los campesinos, jóvenes, adultos, mujeres y ancianos.
Según el relato, en un salón largo estaban apiñados y engrillados en colleras los detenidos. Al lado, en una oficina contigua, funcionaba la sala de tortura. Las sesiones empezaban a la medianoche. De a uno eran llamados los dirigentes para ser sometidos a torturas. Pero los latigazos con teju ruguái, garrote, cachiporra y electricidad a magneto no eran tan dolorosos como escuchar el llanto y el suplicio de los violentados, porque el dolor llegaba hasta el alma, según los testimonios.
En realidad las torturas se implementaron en casi todas las comisarías, incluso en los cuarteles, donde era una práctica normal el castigo físico y psicológico. Y Abraham Cue fue un campo de concentración del régimen de Stroessner, quien impuso el terror con el argumento de defensa de la soberanía nacional, la paz pública y la democracia.
Sembrar el miedo fue el método aplicado por la dictadura y que dejó como resultado la prepotencia y el autoritarismo, que se reflejan en la actualidad en algunos seudodirigentes políticos que están en el poder y aspiran a continuar. El tráfico de influencia, corrupción, chantaje, extorsión y el tormento son una metodología autoritaria que debe ser desterrada del país, sobre todo si queremos vivir en una verdadera sociedad democrática. No pueden quedar impunes los que cometieron crímenes de lesa humanidad y mucho menos volver a tener el poder para cometer semejantes abusos del pasado reciente.
rmontiel@abc.com.py