El insólito caso del vino azul

Dos ingenieros, dos licenciados en Administración de Empresas, un diseñador y un DJ, todos con menos de 30 años, crearon lo imposible: un vino azul, y eso que —confiesan— ni siquiera les gusta el vino y no tienen ni idea de enología. “Hace dos años nos sentamos y buscamos un sector tradicional en el que hiciese falta una vuelta de tuerca. Tomamos el vino porque es la bebida que representa la sangre de Cristo y lleva muchos siglos sin cambiar. Y puestos a blasfemar, convertirlo en azul era lo más divertido que podíamos hacer”, cuentan.

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 En solo seis meses lograron vender más de 70.000 botellas de Gik Blue, su peculiar vino, a través de su página on line con sede en España. Desde China y hasta en una estación de esquí en Suiza, donde lo venden caliente con un toque de canela, el vino azul está copando el mercado de los jóvenes. En cuanto al sabor, tenían claro el concepto de bebida que querían hacer: un vino que no tuviese sabor a vino. “El vino siempre se ha caracterizado por ser un producto difícil de beber; muchas veces, se necesita un paladar curtido para apreciarlo. Pensamos que las nuevas generaciones prefieren más los cócteles, que son mucho más fáciles. Por eso hemos hecho un vino dulce, fresco y muy suave”, dicen. Creado en base a uvas blancas y rojas de origen español, tiene 11,5 grados de alcohol. Su increíble tonalidad se logra gracias a la pigmentación de la uva, la antocianina, mezclada con indigotina, un componente que le dio más intensidad al azul.

Más info: https://gik.blue/

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