“Mba’e jajapota, jaha hese mboriahu pórtepe” (Qué le vamos a hacer, vamos para adelante al estilo de los pobres), dice Rufino Sosa Vera, uno de los damnificados del barrio Caacupemí, cuando arma su futura “vivienda” frente a la plaza Japón, en el barrio Republicano, que es uno de los ocho refugios habilitados por la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) y el Consejo Municipal de Emergencias y Desastres de Asunción (Comueda) hasta ahora.
El pensamiento de Sosa Vera es el reflejo de una gran parte de los damnificados que están, una vez más, volviendo a ocupar plazas ante la crecida del río Paraguay y que de vuelta, no encuentran una solución definitiva por parte del gobierno al drama que soportan desde hace años. A un problema que los convierte en nómadas cada seis meses, cada un año, y que los obliga a empezar de cero.
Mientras clava la madera, Sosa Vera se expresa absolutamente sincero cuando dice que es difícil que los pobladores de las zonas bajas de los bañados abandonen sus casas a pesar de estas incomodidades que sufren. Justifica este hecho alegando que la mayoría de los refugiados se dedica a la recolección de plásticos para el reciclado, o trabajan en el vertedero Cateura, por lo que salir de Asunción para ir a vivir en zonas alejadas no sería un buen negocio.
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Si bien aclara que él trabaja en una empresa privada, añade que a su criterio, es entendible la posición de sus vecinos, ya que en Asunción se genera una gran cantidad de plástico y otros productos que se puede rescatar para el reciclado. “Además, la gente en el bañado puede criar gallinas, cerdos y tiene espacio para guardar sus productos reciclados. Los otros lugares seguro no van a tener ni patio, y por eso la gente no quiere salir”, reflexiona Sosa Vera, bajo el sol y ante la atenta mirada de su hijo de 7 años, el menor de los tres que tiene y que hoy estuvo para ayudarle a montar su futura casa para refugiarse de la subida del agua.
Orlando López, de la SEN y encargado de esta zona de los refugios, dice a ABC Color que para mañana probablemente ambas plazas –Japón y Expopar- estarán totalmente ocupadas. Calcula que entre 130 a 150 familias podrán refugiarse en cada una de las plazas. Desde ayer, familias de las zonas bajas de San Blas, Caacupemí, San Cayetano, entre otros, empezaron a llegar al predio con sus pertenencias y a marcar el “terreno” en donde montarán sus carpas.
López calcula que hasta ahora ya se evacuaron a unas 7.000, o por lo menos esta cantidad salieron de sus casas, desde que volvieron las fuertes lluvias y el nivel del agua subió en la ribera. La crecida del río Paraguay de mediados de 2014 desplazó a 17.800 familias de los bañados y la Chacarita a zonas más altas de la ciudad. Según López, de continuar esta tendencia, en esta ocasión se podría tener más familias afectadas.
Desde esta mañana, el trabajo se intensificó y creció el número de familias damnificadas que llegaron al lugar. A pesar del disgusto de los vecinos –quienes aseguran que en la última crecida, las familias que se ubicaron en el lugar crearon muchos problemas al barrio- las autoridades no tienen otra solución posible para estas familias, por lo que optaron nuevamente para ubicarlos en estas plazas.
“Yo le entiendo a los vecinos, porque la otra gente que estuvo acá antes parece que hizo mucho desastre, pero no por ellos tenemos que pagar nosotros. Acá hay familias trabajadoras que no tienen dónde ir, y esto es temporal” dice, resignada, Patrocinia Aguilera, del barrio San Blas, que se ubicó en la plaza Japón. Doña Patrocinia perdió casi todas sus pertenencias y lo poco que pudo rescatar se resume en un mueble maltrecho, una cama con el colchón mojado, un par de sillas y una vieja cómoda.
La mujer cuenta que hace 20 años vive en San Blas y que aguarda siempre una solución al problema de la crecida. “A quién pico le va a gustar vivir así, saliendo de la casa cada seis meses, se pierden todas nuestras cosas. Mucha gente cree que nos gusta vivir así y están equivocados”, dice Patrocinia. A su vez, Marta Giménez, que ya no pudo entrar dentro de la plaza pero ubicó sus cosas en la vereda, cuenta que tuvieron que pagar casi G. 100 mil para el transporte de sus muebles o electrodomésticos, porque los camiones de la SEN no dieron abasto.
En efecto, la SEN puso a disposición tres camiones para el traslado de las pertenencias de los damnificados, pero es insuficiente ya que con el paso de las horas, más familias deciden salir de la zona baja del Bañado Sur ante lo que se muestra como algo imposible de evitar; que las aguas alcancen sus viviendas. El plan de trabajo de la SEN y Comueda consiste en registrar a las familias y proveer, en caso de que sea absolutamente necesario, proveer el “kit” de emergencias, que consiste en 10 chapas, 8 maderas/puntales y 6 terciadas, que son entregadas a aquellas familias que ni siquiera pudieron rescatar una chapa de sus casas. Y las familias que están en esta situación son muchas.
Andrés Giménez, vecino de San Cayetano desde hace 30 años, cuenta casi como una anécdota las veces que tuvo que salir de su casa por culpa de la inundación. En esta ocasión, dice que fue difícil encontrar flete, ya que mucha gente que tiene camioneta o camión abusó con los precios. No obstante, dijo que se ayudaron entre todos los vecinos para ir cargando sus cosas y pagar el traslado.
En las plazas del barrio republicano hasta ahora no se instalaron los baños portátiles, pero ya se hicieron las mediciones para que la empresa proveedora pueda ir a instalar este servicio. Tanto los vecinos como los damnificados consideran que es vital contar con los baños hoy mismo, para evitar cualquier problema de sanidad.
Nilda María Acucharro prácticamente ya es una vecina más de la Avenida Itá Yvaté, más conocida como 21 Proyectadas, en la frontera misma entre los barrios Republicano y Obrero. La mujer, junto a sus 9 hijos, vive en una precaria casa de madera en el paseo central de dicha avenida desde marzo de este año y cuenta que hasta ahora las autoridades no le plantearon una solución a su conflicto. “En la Municipalidad ahora nos dijeron que todavía no se hizo la transición y que tenemos que esperar a ver qué nos dice el nuevo intendente. La verdad es que tenemos esperanzas de que haya algo concreto, pero todavía nadie de los que van a asumir vino a decirnos qué es lo que van a hacer con nosotros”, cuenta Nilda María.
Se queja además de la falta de baño, una situación que hace meses están reclamando y que ahora, con la llegada de varias familias más al lugar, se hace mucho más urgente. “Acá ahora estamos 30 familias y nuestro único baño está todo trancado, es una vergüenza. Ya no sabemos a quiénes vamos a llamar”, dice Nilda María. Relata que al igual que muchos de los damnificados, ella perdió gran parte de lo que tenía cuando su casa, ubicada en el barrio San Blas, quedó prácticamente bajo agua. En la cuadra en donde está instalada Nilda María actualmente conviven unas 30 familias y con la subida del río, creen que se podrá tener 40 familias más solamente en este lugar.
A lo largo de las 20 cuadras de extensión de 21 proyectadas, en medio de los amplios paseos centrales, actualmente ciento de familias están ocupando y montando de nuevo sus precarias casas temporales.
Mientras familias enteras pierden sus casas, sus pertenencias y esperanzas, desde el gobierno todavía no se tiene una respuesta concreta y definitiva a este problema. Es el primer gran desafío que espera a Mario Ferreiro, nuevo intendente de Asunción. Tendrá en sus manos al menos impulsar soluciones efectivas para miles de familias que viven subiendo y bajando de acuerdo al río, y perdiendo cada cierto tiempo gracias a una clase dirigencial que se acostumbró a usarlos solamente para campaña política.
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Fotos: David Quiroga
