Polladas y rifas en auge para cubrir gasto médico

Un accidente o el diagnóstico de una enfermedad grave hacen tambalear el presupuesto de cualquiera, aunque tenga seguro médico. Cuando eso ocurre, no queda sino apelar a la solidaridad. Cada día se hacen más hamburgueseadas y rifas para gastos de salud.

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Costear los gastos que conlleva ser portador de una enfermedad de tratamiento costoso o las intervenciones que suceden a un grave accidente es prácticamente un lujo en el Paraguay. No solo para la gente de escasos recursos; también lo es para miembros de la clase media, aun aquellos que son usuarios del -al decir del presidente Horacio Cartes: "Mejor seguro del mundo"- Instituto de Previsión Social y para quienes pagan cada mes seguros privados de salud. 

En esos casos, las familias afectadas ven como una salida recurrir a la solidaridad de propios y extraños para recaudar fondos y, en muchos casos, migrar al exterior en búsqueda de ayuda. Muchas veces, los tratamientos y hasta los medicamentos en hospitales de exterior son gratuitos, pero hay que llegar hasta allí y poder mantenerse. 

Es común en los diferentes barrios organizar polladas, hamburgueseadas o pizzeadas “a beneficio" de un enfermo. Últimamente, estas actividades se han vuelto muy populares, puesto que pocas familias son las pueden costear los gastos médicos de una enfermedad grave, y es la comunidad la que se solidariza y trabaja para asistirlos.

Cuando el caso es severo no basta con una sola actividad. Con suerte, vendiendo 300 adhesiones de G. 15.000, la ganancia máxima será de G. 4.500.000. Tampoco se pueden cobrar muy caro las adhesiones porque las familias que apoyan también son de escasos recursos. Aunque parece una alta cifra, en nuestro país eso apenas alcanza para un par de análisis en clínicas laboratoriales privadas.

En caso de que los pacientes requieran prótesis especiales, deberán realizar al menos 10 actividades de gran magnitud si desean recaudar el monto total que a veces asciende a los G. 50 millones o mucho más. Y ni hablar de las enfermedades delicadas cuyos medicamentos resultan extremadamente costosos y deben ser comprados incluso semanalmente.

Los enfermos de cáncer u otras patologías de tal gravedad son quienes más sufren hasta para conseguir una camilla en la cual realizarse el tratamiento o una operación delicada. Jazmín Quiñónez, por ejemplo, es una joven que lleva un año aguardando para operarse de un tumor bastante delicado en las arterias que van al cerebro y corazón.

Hace varios meses aguarda que le habiliten una camilla para poder someterse a la cirugía en el Hospital de Clínicas. “Es lamentable la situación de nuestra salud. Deberíamos tener muchas más camas de terapia, mínimamente. Muchas veces tenemos que recurrir a la prensa para lograr asistencia”, expresa.

También la semana pasada, Osmar López Almada, un joven de 18 años con leucemia que estaba internado en el Hospital de Clínicas, tuvo que recurrir a la prensa para rogar por una cama en terapia intensiva. 

El seguro médico de la mayoría de los trabajadores es, generalmente, el del Instituto de Previsión Social (IPS). Acceder es imposible para quienes trabajan de manera informal y, generalmente, sin contrato (comerciantes, albañiles, recicladores, empledas domésticas, etc.). Pero quienes cuentan con este seguro tampoco tienen garantizada ni una cuarta parte de la asistencia necesaria en casos extremos.

A menudo el IPS no tiene listos para proveer los medicamentos requeridos, o las máquinas para realizar estudios están descompuestas. Y entonces no queda más remedio que comprar lo que falta. 

Días atrás asegurados del IPS reclamaron la falta de estent del tipo medicado, un insumo básico necesario para los pacientes que requieren cirugías de cateterismo, por ejemplo. El costo supera los G. 8 millones en farmacias privadas, dinero que apenas se cubriría con dos polladas exitosas.

Quienes pagan un seguro de salud privado, con la esperanza de tener cubierto el tratamiento en caso de necesidad, a menudo se encuentran con que a la hora de la verdad no sirve más que para cubrir consultas o algunos estudios, más unos pocos días de internación. 

"El seguro de mi mamá costaba más de G. 500 mil al mes. Pero cuando ingresó a terapia intensiva solo le cubrió dos días de internación. Terminamos con una deuda de 70 millones de guaraníes", cuenta la hija de una mujer que estuvo internada en un sanatorio privado. 

Los seguros privados no cubren los medicamentos que requieren los tratamientos, más allá de los que se podrían usar en una intervención o una internación. El monto de cobertura es limitado, y varía según el costo mensual del seguro. Pero ninguno cubre los medicamentos costosos que requiere un tratamiento prolongado para superar una enfermedad complicada, o al menos garantizar la calidad de vida. 

También los días de internación sin costo y las veces que usan los quirófanos son limitados. 

Por eso, personas de pasar acomodado terminan recurriendo también a las actividades solidarias, incluso después de vender sus posesiones,  como recurso extremo para reunir fondos cuando la vida de sus seres queridos está en juego. 

 

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