Con pan y fiambre, los estudiantes resisten

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El frío y el hambre no hacen mella alguna en los estudiantes del Centro Regional Saturio Ríos, que, pese a las amenazas de su directora, anoche tomaron su colegio. A base de fiambre y pan, afirman que resistirán hasta que Lafuente firme renuncia.

El martes 3 de mayo, a la siesta, los alumnos del Saturio Ríos, de San Lorenzo, se enteraron de que sus compañeros de República Argentina habían tomado su institución.

No pasaron muchos minutos para que recibieran la visita de la directora del Nivel Medio, que recorrió aula por aula advirtiendo a los jóvenes que “ni se les ocurriera” emular la acción, demostrando con esto el temor que le tenía a la revuelta estudiantil. Escucharon silenciosamente. Pero lo que la directora no sabía era que en el grupo hacía rato había comenzado a germinar la semilla de la rebelión.

Estratégicamente se mantuvieron calmados hasta las 18:30 del miércoles, cuando unos 10 estudiantes aprovecharon que una limpiadora había dejado abierto uno de los portones y se apoderaron del colegio. Una vez adentro, bloquearon los accesos y comenzaron a hacer correr mensajes a través del whatsapp, convocando a sus compañeros.

Para la noche, ya había 100 chicos resistiendo dentro de la institución. A estas alturas, ya son 250 alumnos los que tomaron el colegio como trinchera y, mientras transcurren las horas, se van sumando más. Se acoplaron a la ocupación los alumnos de la escuela Tomasa Pereira Meza, dependiente del Saturio Ríos, que se encuentra a solo unas cuadras de la institución.

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Brian Cáceres, miembro del Centro de Estudiantes, nos cuenta que formaron patrullas para vigilar el colegio durante la noche y organizaron turnos para dormir, tres horas cada grupo, en las únicas dos aulas de las que disponen para resguardarse, pues las otras se encuentran cerradas y no cuentan con las llaves. Tampoco quieren forzar las puertas, pues no desean caer en actos que se puedan interpretar como vandálicos.

El frío sí puede llegar a ser un poco complicado, pero la estrategia es tratar de dormir “pegaditos”, para conservar el calor humano. “Algunos compañeros trajeron colchones y frazadas. Los que no tenemos nada dormimos en el piso y nos tapamos con nuestras camperas”, relata Brian sin la intención de generar pena, sino más bien orgulloso de lo que están logrando.

Cuentan que la comunidad los está ayudando bastante. Los alimentos que consumen por el momento son bastante simples. “Ayer nos trajeron muchísimas cosas. Cubrimos toda la cena. Comimos pan con fiambre, queso y gaseosa. Para el desayuno de esta mañana teníamos bastante café, cocido, galletitas, galleta, coquitos. Hoy nos trajeron frutas”, relata el joven.

Todo lo donado se recibe a través de las rejas. Al colegio ingresan solo los estudiantes y no se viola esa regla por ninguna excepción. Muchos son los padres y vecinos les muestran su apoyo, permaneciendo en vigilia con ellos hasta la 01:00. “Los papás cantan con nosotros, los exalumnos también nos acompañan y vinieron representantes de UNA No te calles”, contó el estudiante.

La directora del Nivel Medio, Beatriz Alonzo, la misma que había intentado persuadir a los alumnos para que no se adhieran a la lucha, se acercó anoche hasta los portones de la institución. “La escuchamos por unos minutos, pero cuando empezó a decir cuestiones fuera de lugar, nos retiramos”, nos cuenta Brian.

“Comenzó a decir que ella nunca había dicho que no nos sumáramos a la protesta. Quiso negarlo todo”, compartió el joven. Con la directora general del colegio, Adela Susana Candia, no tienen mayores inconvenientes. Solo les pidió que eviten la violencia y destrozos en el colegio.

Si bien el ministro del Interior aseguró que la fuerza pública no reprimirá, los jóvenes nos relataron que los policías realizan un control hasta si se quiere absurdo, emulando otros tiempos que ya se creían superados. “Nos toman fotos, nos preguntan el nombre del presidente del Centro de Estudiantes, nos persiguen, no entendemos para qué”.

En cuanto a la injerencia política, los del Saturio se muestran firmes. “Estamos en desacuerdo. Afortunadamente acá aún no vino ningún político, pero si vinieran, no les permitiríamos aprovechar el momento”, aseveró.

Brian debe continuar con sus actividades, hay mucho que organizar en un grupo tan grande de manifestantes. Hay preguntas sin respuesta, frío, un poco de nostalgia por estar en sus casas, en el calor de su hogar. Hay de todo, excepto miedo, y están seguros de una sola cosa: “De acá no nos movemos hasta que renuncie la ministra”.