Roberto Goiriz: “No es fácil vivir del arte”

Autodidacta, aprendió a leer con los cómics, y reconoce que sus creadores fueron sus grandes maestros y, además, influyeron en lo que sería su profesión. A los 16 años empezó a trabajar como ilustrador, experiencia que le pintó, sin color de rosa, su futuro como artista. Pero era inevitable. La decisión vino en su ADN. En la FIL Asunción 2023 lanzó su libro de historietas Laberinto.

Roberto Goiriz, autor de Laberinto.
Roberto Goiriz, autor de Laberinto.Gentileza

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El ilustrador y guionista Roberto Goiriz lanzó su libro de historietas El Laberinto en la FIL Asunción 2023 .
El ilustrador y guionista Roberto Goiriz lanzó su libro de historietas Laberinto en la FIL Asunción 2023 .

“Nunca lo pensé. Creo que no tenía opción”, es la respuesta de Roberto Goiriz ante la pregunta de qué otra profesión hubiera elegido si no se hubiera dedicado al arte visual. Desde pequeño supo que sería dibujante, o algo parecido, cuando le mostró un dibujo, realizado por él, a un compañerito de escuela, quien no le creyó. “¡Le dije que sí lo había dibujado y no me creyó!”, comenta (risas). Entonces supo que quizá tenía talento artístico. “Algo que se podía explorar y desarrollar”.

Desde los 15 años comenzó a recorrer, con una carpetita de dibujo bajo el brazo, las redacciones de diarios y revistas. Fatigando pasillos y paciencias. Hasta que, a los 16 años, encontró el lugar perfecto para desarrollar su talento. “El diario ABC Color me contrató, para las ilustraciones de parte del Suplemento Escolar en 1977. Fue un trabajo que me enseñó mucho y que me dio una idea un poco más certera y despojada de sueños infantiles de lo que sería esta profesión que ya años atrás había decidido ejercer a como dé lugar”, reflexiona.

Autodidacta, tuvo como maestros en los maravillosos cuadritos de historietas que leyó desde su infancia a Harold Foster, José Luis Salinas, Ricardo Villagrán y tantos otros.

Goiriz los estudiaba con pasión y, por supuesto, los imitaba. “Aprendía a resolver mis propios trabajos cuando entendía la manera en que ellos lo hacían. Si bien no es fácil vivir del arte, debo decir que yo siempre trabajé en lo que me gustaba, y a veces hasta gané buen dinero. Un privilegio inmerecido, posiblemente, pero que me permitió evolucionar como autor”.

Cuenta que su padre era fotógrafo de profesión y liberal por convicción, en una época en que era muy difícil serlo. “Amaba profundamente la libertad y nunca se opuso a mi opción de vida. Mi madre tampoco. Y ambos estaban muy ocupados haciendo malabarismos para sobrevivir con una familia de seis hijos, de los cuales soy el menor. Así que me dejaron la cancha libre”.

El artista tuvo sus influencias tanto en las lecturas como en los creadores de las historietas, y los recuerda con la nostalgia de un tiempo ya ido, que parece irreal o parte de una historieta.
El artista tuvo sus influencias tanto en las lecturas como en los creadores de las historietas, y los recuerda con la nostalgia de un tiempo ya ido, que parece irreal o parte de una historieta.

Laberinto

En una ciudad de arquitectura misteriosa, un joven Jorge Luis Borges busca trabajo. Este Borges es una versión paralela del real: no tiene cultura, no lee libros, no escribe. Es solo un joven desempleado y solitario en la ciudad. Responde a un anuncio y se presenta a una biblioteca que solicita ayudantes. Es contratado. En el lugar hay una extraña construcción, que resultará ser un inmenso laberinto. Allí descubre, al mismo tiempo, la lectura y los monstruos que empiezan a manifestarse y que leer no solo es un placer, sino una necesidad para salvar su vida y la de sus amigos.

Influencias

Además, tuvo sus influencias tanto en las lecturas como en los creadores de las historietas, y los recuerda con la nostalgia de un tiempo ya ido, que parece irreal o parte de una historieta. “La década del 60 de un siglo XX que ya es pasado y recuerdo… La década de mi infancia. Las revistas de historietas estaban presentes en casi todas partes. En cada casa había por lo menos un ejemplar. Y los chicos del vecindario los intercambiábamos constantemente. Así que leíamos mucho; de hecho, aprendí a leer con los cómics. Recuerdo con emoción publicaciones como El Tony, Dartagnan, Fantasía, que venían de Argentina y en las que también escribía Robin Wood”, evoca.

Agrega que también llegaban revistas mexicanas y chilenas. “Un montón. Además, me acuerdo también de dibujantes como Russ Manning, dibujando Tarzán; Fred Harman haciendo Red Ryder; Frank Robbins, desplegando sus aviones y contrastes en la serie Johnny Hazzard… eran muchos...”, enumera con entusiasmo.

Publicó su primera obra en el diario La Tribuna, cuando ganó el segundo premio del Concurso Nacional de Humor Gráfico. “Creo que fue en 1978. Publicaron mis chistes y mi primera historieta. El director era Oscar Paciello, quien me regaló un libro sobre mitología guaraní y me dijo: ‘Tenés que hacer algo con esto’. Muchos años después, le hice caso”, refiere.

Autodidacta, Goiriz tuvo como maestros en los maravillosos cuadritos de historietas que leyó desde su infancia a Harold Foster, José Luis Salinas, Ricardo Villagrán y tantos otros.
Autodidacta, Goiriz tuvo como maestros en los maravillosos cuadritos de historietas que leyó desde su infancia a Harold Foster, José Luis Salinas, Ricardo Villagrán y tantos otros.

Guionista e ilustrador

Goiriz, además de ser conocido no solo por ilustrar, sino también por escribir los guiones de sus historietas, confiesa que su manera principal de expresarse es el cómic, que integra textos y dibujos. “Yo comencé a dibujar y a escribir al mismo tiempo; no concibo ambas cosas por separado. Aprendí a separarlos recién cuando me incorporé a la industria brasileña de quadrinhos, en los años 80″, reseña. La editorial Abril publicaba cinco revistas mensuales del estudio en el que Goiriz trabajaba, la producción era intensa y las tareas estaban estrictamente divididas. “Yo hacía el lápiz y, a veces, la tinta de mis lápices. Después de un año comenzaron a aceptarme también guiones. Pero cada tarea estaba separada, con el criterio industrial de acelerar la producción”, explica.

Sus primeras obras abrevan la fantasía y la ciencia ficción, luego se interesó en nuestra historia y la cultura. Fruto de ese interés surgieron obras como Paraguay Retã Rekove o 7 mitos guaraníes, entre muchas otras. “Ahora navego entre varios temas al mismo tiempo”, expresa.

Laberinto trata sobre un joven Jorge Luis Borges busca trabajo. En una ciudad de arquitectura misteriosa, este Borges es una versión paralela del real: no tiene cultura, no lee libros, no escribe.
Laberinto trata sobre un joven Jorge Luis Borges busca trabajo. En una ciudad de arquitectura misteriosa, este Borges es una versión paralela del real: no tiene cultura, no lee libros, no escribe.

Su mejor hora

“En mi época de dibujante en São Paulo, llegué a producir unas 60 o 70 páginas por mes, una cantidad que hoy me asombra. Además, mi horario era desde el atardecer hasta la madrugada. En fin, las cosas cambian”, deduce.

Sus primeras obras abrevan la fantasía y la ciencia ficción, luego se interesó en nuestra historia y la cultura.
Sus primeras obras abrevan la fantasía y la ciencia ficción, luego se interesó en nuestra historia y la cultura.

Y como una consecuencia casi obligatoria para todo aquel que desee demostrar o mostrar su talento, surgió la idea de publicar libros que contengan no solamente su talento creativo como artista visual, sino como escritor de relatos que le dieran voz a sus ilustraciones, que si bien no las necesitan, pues con solo observar la genialidad con que fueron concebidas, se puede “leer” el objetivo o intención del autor. Así nacieron y fueron publicados cuatro libros: uno de cuentos, Alrededor de cuarenta – Cuentos para insomnes; una novela, El Negador; un ensayo, Historia del humor gráfico en Paraguay, y un libro de marketing, Guía práctica de marketing político. “En cuanto a las historietas, realmente perdí la cuenta y hoy no podría decir cuántas he publicado. Son varios miles de páginas dibujadas, si las contara por capítulos de diez páginas, serían cientos”. En este momento está terminando una historieta llamada Soy el pirata Jack, una mezcla de fantasía y aventura que espera publicar cerca de fin de año.

Y como al paso, nos hace una gran revelación: su personaje favorito. “Entre mis creaciones, mi personaje favorito es Jopo, un muñeco antropomórfico que recorre su ciudad de pirámides, cocoteros y estrellas con su amigo Leporé, enfrentándose a situaciones sospechosamente parecidas a la realidad de la dictadura de Stroessner. Se publicó en los años 80 en el diario Última Hora y después en otros medios”.

–¿Qué lugar ocupa la ilustración en su vida?

–Realizar ilustraciones y escribir palabras se convirtieron en el propósito de mi vida.

Goiriz tiene publicados cuatro libros: uno de cuentos, Alrededor de cuarenta – Cuentos para insomnes; una novela, El Negador; un ensayo, Historia del humor gráfico en Paraguay, y un libro de marketing, Guía práctica de marketing político.
Goiriz tiene publicados cuatro libros: uno de cuentos, Alrededor de cuarenta – Cuentos para insomnes; una novela, El Negador; un ensayo, Historia del humor gráfico en Paraguay, y un libro de marketing, Guía práctica de marketing político.

Bío

Roberto Goiriz. Asunción, 1961. Dibujante, escritor, diseñador, publicista y docente. Inició su carrera a los 16 años, ilustrando para medios locales, y después para editoriales de Brasil, Argentina, España, Italia y Estados Unidos. En publicidad, se desempeñó como director general creativo de agencias como Mass/Leo Burnett, Bilbao/Young & Rubicam, entre otras, creando luego su propia agencia. Obtuvo premios y reconocimientos por su trabajo en el país y el exterior. Fue uno de los fundadores de la primera carrera de Diseño Gráfico en Paraguay, en la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”, en 1991. Actualmente divide su tiempo entre creaciones para publicidad, diseño e historietas.

mpalacios@abc.com.py

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