Paraguay ante el gran desafío de diseñar estrategias para reimpulsar el empleo femenino

Algunos países de América Latina y el Caribe figuran con las caídas más pronunciadas del empleo femenino. De un total de 10 naciones de la región estudiados, Chile, Perú y Brasil ocupan los primeros lugares con tasas de desempleo más altas, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Las mujeres han sido las más golpeadas por la crisis sanitaria. Si en la prepandemia las estimaciones ya hablaban del impacto que generaría en el grupo, los últimos datos muestran indicadores que marcan un grave retroceso. En materia laboral, representa una regresión de 10 años en tan solo un año.

EVOLUCIÓN DE LA FUERZA DE TRABAJO EN PARAGUAY

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En Chile, el empleo de las mujeres cayó 15% frente al de los hombres que fue del 9%, entre febrero y diciembre de 2020. Los datos revelaron que la participación laboral bajó, es decir, las mujeres que salieron del mercado no están buscando trabajo. Por lo tanto, no son desempleadas técnicamente, ya que para ser consideradas dentro del grupo, deben estar buscando activamente empleo. Tal como es el caso en Uruguay, donde las mujeres sí están en el mencionado proceso.

En el segundo país más golpeado en materia de desempleo femenino, Perú, los indicadores son igualmente importantes. El empleo para las mujeres retrocedió 15% y 11% en el caso de los hombres (Lima metropolitana). Es de mencionar que las actividades laborales de las mujeres se concentran en trabajos considerados vulnerables como los de cuenta propia, negocios familiares, industrias y otros empleos que no requieren una relación contractual.

En Brasil, el comportamiento del mercado laboral en pandemia no difiere de los datos observados en los demás países de la región. La caída del empleo fue del 13% para las mujeres y 11% para el masculino. En este país las informaciones revelan un fenómeno a destacar como que el tiempo de reincorporación al mercado laboral es distinto para las mujeres con o sin hijos. Al tercer trimestre de 2020, las mujeres sin hijos lograron reinsertarse al circuito, mientras que el desempleo para las madres siguió aumentando.

Es de recordar que, en la región, las mujeres realizan el 80% del trabajo doméstico, de cuidado de niños, de adultos mayores y enfermos. En un alto porcentaje de estas actividades no son concebidas como trabajos remunerados, por consiguiente, no se reflejan en los ingresos de las familias.

¿Qué revelan los números en Paraguay?

Antes de desagregar los datos e informaciones disponibles del mercado laboral en Paraguay, principalmente a lo que respecta a las mujeres, es importante repasar algunos conceptos vinculados al empleo.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), la fuerza de trabajo (FT) está conformada por las personas de 15 y más años de edad, que en los 7 días anteriores al día de la entrevista realizaron alguna actividad económica por lo menos por una hora (población ocupada) y por las que no trabajaron ni una hora en una actividad económica, estaban disponibles para trabajar y buscaron activamente trabajo (Población Desocupada).

La tasa de la fuerza de trabajo (TFT) se calcula dividiendo la suma de estos dos grupos (ocupados+desocupados) respecto a la población de 15 y más años de edad (PET).

Al observar los datos dados a conocer por el INE, la fuerza del trabajo al cuarto trimestre de 2019 para los hombres era de 83,8% y 61,2% para las mujeres. Al segundo trimestre de 2020 e inicio de la pandemia, estos porcentajes caen a 81,3% (hombres) y 52,6% (mujeres). En números absolutos, alrededor de 84.000 hombres no buscaron trabajo y más de 200.000 mujeres tampoco lo hicieron. La mayor cantidad de mujeres en tal condición refleja el peso que representa para ellas el cuidado del hogar. De hecho, más de 76.000 mujeres respondieron que los motivos familiares y la dedicación exclusiva a las labores del hogar han sido las razones principales por las que no han buscado trabajo.

En Paraguay, las mujeres están a cargo de una mayor proporción del trabajo doméstico y no remunerado. En 2016, la cantidad de horas que las mujeres dedicaron al trabajo doméstico y no remunerado fue más del doble que la reportada por los hombres. En promedio, las mujeres dedican 28,7 horas por semana al trabajo no remunerado en comparación con 12,9 de los hombres (Diagnóstico de género en Paraguay. La Transición de la Educación al Empleo en las Mujeres. Banco Mundial).

Es de destacar que las mujeres también figuran con el mayor porcentaje en las demás opciones (ver infografía), de acuerdo con los datos recabados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Al comparar la fuerza de trabajo entre el segundo trimestre y el cuarto trimestre de 2020 se observa una recuperación en ambos grupos. Sin embargo, en el de los hombres (84,7%) es superior al porcentaje de la prepandemia (83,8%), mientras que las mujeres (60,6%) no logran igualar a la tasa del cuarto trimestre de 2019 (61,2%). Lo que sigue reflejando la alta dependencia existente del cuidado del hogar, principalmente, de las madres con hijos en edad escolar. Con la pandemia y el cambio de modalidad escolar, las clases se trasladaron a los hogares.

En lo que respecta a la población ocupada, al cuarto trimestre de 2020, el 78,5% de los hombres y el 56,3% de las mujeres realizaron alguna actividad económica por lo menos por una hora. Estos porcentajes caen en el inicio de la pandemia, representando una salida de aproximadamente 134.000 empleados del mercado laboral y de unas 200.000 empleadas. Así, al segundo trimestre de 2020, más de 1.894.000 hombres se encontraban trabajando frente a 1.239.000 mujeres.

Al cuarto trimestre de 2020, el empleo masculino experimenta una recuperación más que importante -más de 143.000 se reinsertaron al mercado laboral- superando la tasa del cuarto trimestre de 2019. En tanto que la reincorporación de las mujeres ha sido mayor de más de 182.000. Sin embargo, sigue por debajo del cuarto trimestre de 2019. Aproximadamente unas 500.000 trabajadoras argumentaron que la razón principal por la que no habría podido empezar a trabajar fueron las mismas por las que no estaban disponibles para hacerlo (dedicación exclusiva al hogar y motivos familiares).

Al mencionado motivo es de considerar, que el sector económico más golpeado por la pandemia ha sido el terciario y que empleaba al 70% de las mujeres. En los comercios, servicios y actividades afines habían trabajando más de 2.146.000 personas al cuarto trimestre de 2019, pero al inicio de la crisis sanitaria quedaron fuera unas 250.000 personas, con una leve recuperación al último trimestre del año 2020.

¿Cómo se han visto impactos los ingresos?

De acuerdo con el informe Estadísticas con Enfoque de Género 2020 del Instituto Nacional de Estadística, el promedio de ingreso mensual de la población ocupada al 2020 es de aproximadamente G. 2.203.000. Al desglosar por género, el ingreso promedio de los hombres es de G. 2.385.000 y el de las mujeres de G. 1.926.000, representando el 81% del ingreso de los hombres. Es decir, existe una brecha en los ingresos de alrededor de G. 459.000 en favor de los trabajadores.

La mayor diferencia se observa entre las personas que trabajan como independientes, dónde los hombres ganan G. 678.000 más que las mujeres. Esto, a pesar de que las mujeres lideran la categoría de cuenta propia con el 34,7% frente al 31,5% de los hombres. La brecha también es importante entre los empleados domésticos, donde las mujeres perciben G. 523.000 menos que sus pares varones.

Sin embargo, un dato a destacar es el promedio de ingreso mensual entre los asalariados. Donde la diferencia, aunque mínima, es a favor de las trabajadoras y que se ubica en G. 132.000, lo que igualmente no se compadece con la preparación de las mismas, que dedican más años de estudios en los primeros años laborales que los hombres.

Desde los 20 años hasta los 34 años, la tasa de asistencia a una institución de enseñanza formal es superior. Luego va decreciendo paulatinamente en los siguientes grupos etarios, etapa que coincide, en muchos casos, con los cuidados del hogar.

La desigualdad en la ocupación de cargos directivos también refleja la brecha de género. A nivel país, el 63,3% de la población ocupada es liderada por hombres y solo el 36,7% por mujeres. Por área de residencia, la tendencia de diferencias por sexo es igualmente en favor de los hombres (ver infografía).

Los indicadores presentados muestran el importante deterioro que han tenido las mujeres en los aspectos sociales y económicos durante la pandemia. La desigualdad de condiciones, que se había reducido antes de la pandemia, a un año de la crisis sanitaria, ha sufrido nuevamente una ruptura, ampliando la brecha con los hombres.

Desde las diferencias de oportunidades e ingresos hasta la falta de cobertura laboral han impactado y provocado un retroceso en los espacios ganados por las mujeres.

En tal sentido, las prestaciones económicas por cese laboral en Paraguay dan cuenta que los beneficios alcanzaron a más hombres que mujeres. De un total de 456.000 empleados que recibieron la compensación, 250.000 fueron hombres y el resto mujeres. Además, de que en todas las edades la diferencia es a favor de los hombres.

Datos como éstos, sumado a los más arriba presentados y analizados son un llamado de urgencia a las autoridades. La reinserción y permanencia de las mujeres en el mercado laboral debe ser prioridad de los gobiernos. Las políticas de recuperación económica deben centrarse en buscar estrategias y medidas con una perspectiva de género.

A modo de ejemplo, propuestas emanadas del Banco Interamericano de Desarrollo como la creación de incentivos financieros para la contratación de mujeres, bonos de género, aceleración de la inclusión digital de las mujeres, entre otras acciones, ayudarían a reimpulsar la mano de obra femenina, que hoy, en medio de las condiciones desfavorables que enfrenta, sostiene hogares e intenta promover el futuro de las siguientes generaciones.

70%

El sector más golpeado por la pandemia fue el terciario, que empleaba al 70% de mujeres. En comercios y servicios habían trabajando más de 2.146.000 personas al 4º trimestre 2019.

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