Quiérase o no, en cualquier país democrático, y en particular en uno con historia épica como el nuestro, en cierto modo las Fuerzas Armadas representan la identidad de la Nación, junto con sus tradiciones y valores morales. Ellas no constituyen un partido político con misión de sostener a un determinado régimen de gobierno, ni una institución separada de la sociedad. Constituyen el brazo armado de la República y está bajo el comando en jefe del Presidente de la República; el ciudadano elegido por el pueblo en comicios libres y limpios.
El Círculo de Oficiales Retirados de las FF.AA. de la Nación –cuyo primer presidente fundador fue el Mariscal José Félix Estigarribia– y su par binario, el Círculo de Suboficiales Retirados de las FF.AA. de la Nación, han emitido un comunicado en el que expresan su “enérgico repudio” a la intención de someter al personal militar para resguardar los establecimientos penitenciarios del país, a través de una legislación que atenta contra el Artículo 173 de la Constitución, que establece la misión de las mismas, al tiempo de exhortar al Comandante en Jefe de las FF.AA. a extremar sus buenos oficios a fin de “rectificar” la arbitraria disposición.
“El apoyo de los militares a la Constitución no es una posición política”, afirmó en julio de 2012 el entonces comandante del Comando Sur de los Estados Unidos de América, general Douglas Fraser, en ocasión de una visita a Brasil. Lo hizo en alusión a la actitud asumida en aquel entonces por las Fuerzas Armadas del Paraguay, bajo el liderazgo del general del Aire Miguel Crist Jacobs –a la sazón comandante de la Fuerzas Militares– al oponerse firmemente a la pretensión del entonces presidente de la República, Fernando Lugo, de hacer un autogolpe para mantenerse en el poder tras su destitución mediante juicio político por mal desempeño de sus funciones.
