Mucho se ha comentado de la decisión del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) de invertir cerca de 7 millones de dólares en la construcción de tres colegios prototipo. Es increíble que habiendo tantos jóvenes y niños que estudian bajo la sola protección del árbol del barrio, el Estado prefiera despilfarrar en monumentos que sólo van a beneficiar, seguramente, a hijos de políticos.
Con todo ese dinero, se podrían levantar más de 800 aulas que brindarían mayor confort a los hijos del pueblo, contribuyendo al desarrollo del país.
Supuestamente las instituciones que planea edificar el MEC serán modelos de la Reforma Educativa, pero sería conveniente que nos preguntemos lo siguiente: ¿la educación depende de la imponencia de los colegios? Aun si las instituciones estuvieran bien equipadas, ¿de qué nos sirve si nuestros profesores ni siquiera saben escribir?
Tal vez sería más conveniente invertir en jornadas de capacitación para docentes, de esa manera la Reforma podría avanzar de alguna manera, ya que los mismos maestros no están preparados aún para este desafío.
O mejor, al pueblo le convendría más construir un supercolegio para Nicanor y su pandilla, a ver si así no aprenden el significado de bien social. Así también, el Presidente podría salir egresado sabiendo algo de la democracia, que la Constitución está por encima de él y que no puede modificarla a su antojo y capricho.
Verdaderamente, con esta actitud, el Estado está jugando con el futuro de varios jóvenes que desean ser parte alguna vez de un país que vaya más allá del subdesarrollo.
Con todo ese dinero, se podrían levantar más de 800 aulas que brindarían mayor confort a los hijos del pueblo, contribuyendo al desarrollo del país.
Supuestamente las instituciones que planea edificar el MEC serán modelos de la Reforma Educativa, pero sería conveniente que nos preguntemos lo siguiente: ¿la educación depende de la imponencia de los colegios? Aun si las instituciones estuvieran bien equipadas, ¿de qué nos sirve si nuestros profesores ni siquiera saben escribir?
Tal vez sería más conveniente invertir en jornadas de capacitación para docentes, de esa manera la Reforma podría avanzar de alguna manera, ya que los mismos maestros no están preparados aún para este desafío.
O mejor, al pueblo le convendría más construir un supercolegio para Nicanor y su pandilla, a ver si así no aprenden el significado de bien social. Así también, el Presidente podría salir egresado sabiendo algo de la democracia, que la Constitución está por encima de él y que no puede modificarla a su antojo y capricho.
Verdaderamente, con esta actitud, el Estado está jugando con el futuro de varios jóvenes que desean ser parte alguna vez de un país que vaya más allá del subdesarrollo.