La salud no está mejor

La crisis de la salud pública en Paraguay se refleja de manera cruda en los centros asistenciales de ciudades como Luque y Limpio. Largas horas de espera, falta de suficiente personal médico y condiciones precarias son el pan de cada día para los pacientes que acuden en busca de atención.

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En Luque, por ejemplo, no es raro que las personas aguarden entre 5 y 6 horas para ser atendidas. Enfermos y adoloridos, se ven obligados a soportar estos padecimientos. Para acceder a consultas deben madrugar e incluso pernoctar desde el día anterior formando filas con la esperanza de conseguir un número.

Hace pocos días una niña se desvaneció en el Hospital Distrital de Limpio mientras esperaba ser atendida junto a su madre. Esto constituye una muestra de las penurias que se viven durante las largas esperas.

Los sectores de urgencia se caracterizan por ser espacios pequeños que resultan asfixiantes, tanto para pacientes como para el personal de blanco por todos los procedimientos que se deben realizar en medio de tanta gente y con reducido espacio.

El uso de urgencias para consultas regulares se convierte en un círculo vicioso al no poder conseguir números en los consultorios ambulatorios, lo que hace que exista permanentemente una superpoblación en el área de urgencias y, en ese sentido, literalmente, el personal de blanco hace lo que puede.

Quienes no cuenten con seguro privado o suficiente dinero para gastar en sanatorios particulares, no tienen otra alternativa que soportar las condiciones que ofrece la salud pública. La demanda de atención es muy alta y la capacidad de respuesta no alcanza para que la misma sea pronta, digna y eficiente en muchos casos.

Mientras que el acceso a la atención médica debería ser un derecho básico y universal, en Paraguay se ha convertido en un privilegio al cual muchas personas no pueden acceder. En los casos en que se deban hacer estudios costosos que no se encuentra en hospitales públicos, surgen las ya conocidas alternativas populares de hacer polladas y hamburgueseadas para poder cubrir los gastos médicos. Una situación verdaderamente lamentable y que atenta contra los derechos humanos más básicos. Es urgente que las autoridades asuman su compromiso y destinen los recursos necesarios para dignificar la atención pública de la salud.

Mejorar este servicio como acción de gobierno es fundamental para honrar las muchas promesas electorales que se hicieron con la consigna de que íbamos a estar mejor. La salud no puede seguir siendo un privilegio en Paraguay.

jazmin.jara@abc.com.py

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