El 12 de junio de 1935, se firmó el Protocolo (Gerónimo) Zubizarreta/Elío (Tomás) que puso fin a la guerra que enfrentó a Paraguay y Bolivia por la posesión del Chaco. Los conflictos tuvieron su origen en décadas de desacuerdos diplomáticos desde prácticamente finalizada la contienda de la Triple Alianza, hasta que la violencia de las armas se dejaron escuchar y el enfrentamiento militar entre paraguayos y bolivianos se concretó desde mediados del año 1932.
En los aciagos días que sacudieron a la patria, al lado de los hombres, también estuvieron sus fieles compañeras. Y en los campamentos había un lugarcito para ese sentimiento tan puro y humano. Así fueron los sueños de amor de Francisca Ignacia Ortiz y Juan Bautista Delvalle en medio de la guerra de la Triple Alianza.
Así parece ser para algunas personas. Las que se dedican a buscar tesoros bajo tierra. Son muchas. Mucha más gente de lo que congrega cualquier otra actividad de fin de semana. Y, además de productiva, rentable. Algunos se dedican al cometido de manera profesional. Viven de eso y, según afirman, viven bien.
Los documentos de la “Colección Jarolín”, cuya publicación comienza este domingo 15 de agosto, contienen varios relatos sobre túneles, bóvedas o depósitos. Instalaciones que habrían sido destinadas para la “guarda de tesoros y objetos de valor” desde los tiempos coloniales hasta los gobiernos independientes que “dejaron de existir” en Cerro Kora, el 1 de marzo de 1870.
El Chaco era un territorio ignorado y desconocido para los paraguayos. Desde siempre. Su exclusión de los itinerarios de la “conquista” cuando los primeros años de la presencia europea en América se debió tanto a las características del terreno o del clima, como a la proverbial hostilidad de los nativos, siempre renuentes a admitir la presencia de los extranjeros en sus pagos, durante todo el período colonial.
En algún momento, los paraguayos fuimos independientes “… de todo poder extraño”. Fuimos libres por nuestros propios esfuerzos y sin la ayuda de libertadores extranjeros. Y pudimos integrar una Junta de Gobierno exclusivamente de paraguayos a partir del 23 de junio de 1811.
No importa cual sea el tema en discusión que para terminar el debate, alguien dirá “que es un problema de educación”. Reducir los problemas apelando a sentencias como ésta, suele otorgar a la Educación la misión de solucionar absolutamente todo: desde la corrupción hasta la violencia callejera. Aunque estos dos fenómenos y sus derivaciones, son consecuencias de un hecho mucho más frustrante, complejo y grave: la democracia cautiva de los poderes partidarios. Cuyos dirigentes, sólo se ocupan de blindar posiciones y privilegios antes que enfrentar con seriedad, rigor y patriotismo, los múltiples problemas que enfrenta la sociedad.
Cuando alguien en mi casa reclama: “¡Hay que bañar al perro! … ¡hay que regar las plantas!” …”. O, “hay que ir al super mercado”, entiendo claramente que ese “hay que”, soy yo. Es casi la misma disyuntiva puesta al Gobierno Nacional que acosado por el clamor de “que hay que reformar el Estado” … decidió hacerlo. Es decir: bañar al perro o reformar el Estado. Que sería casi lo mismo considerando el rigor que suele poner el Gobierno en estos asuntos.
La permanente apelación a los “hombres de confianza” no es nueva … porque siempre hubo incondicionales del poder. Los que medran a la sombra de los gabinetes de gobierno. Tras la finalización de la guerra del Paraguay contra la Triple Alianza -por ejemplo- y con el primer intento constitucional, el Presidente Cirilo Antonio Rivarola nombró a Juan Bautista Gill como Ministro de Hacienda. De inmediato, éste armó el “batallón guarara” con dinero del Estado y con gente reclutada del “peor raidaje de la Chacarita” para que le sirviera de fuerza de choque. Desde entonces se conocen los “aprietes” o “escraches” a cualquiera que se cruzara en el camino de estos personajes. El final de ese camino era desde luego, suceder a su mentor en la siguiente elección. Es decir, en los remedos eleccionarios que habían entonces. Mas o menos como los de ahora.
Algunos compatriotas todavía se preguntan si es posible una demanda del Paraguay contra los integrantes de la antigua Triple Alianza. Si lo fuera … ¿qué se alegaría?: sustracción de territorios? … rapiña generalizada al patrimonio nacional? … genocidio? Son los recurridos argumentos que motivaron la guerra extendida entre los años de 1865 a 1870; así como fueron sus consecuencias tras los siete años y meses de la ocupación del territorio nacional que siguieron a su finalización.