El proceso de transición demográfica que experimenta Paraguay desde hace varios años también se ha traducido en una reconfiguración de la jefatura de hogar. Es decir, de la persona de 14 años o más de edad, reconocida como tal por los demás miembros del hogar. En caso de duda se considera como jefe o jefa a la persona que tenga la mayor responsabilidad económica del hogar y en última instancia a la persona de más edad, de acuerdo con el concepto aplicado por organismos internacionales.

En los últimos veinte años, no solo ha habido un aumento en la cantidad de personas en el mencionado segmento, el cual pasó de un total de 1.107.297 hombres y mujeres jefes de hogar en 2002 a 1.770.885 en el último Censo Nacional de Población y Viviendas 2022. Destaca, igualmente, la dinámica por género, al considerar que hace dos décadas la jefatura masculina representaba el 74,1% frente al 25,9% de la femenina. Al último dato, las mujeres jefas de hogar son el 41% y los hombres el 59% del total, con lo que, si bien existen 320.000 hombres jefes de hogar más que mujeres, la brecha se va acortando. En 2002, la jefatura femenina era de 287.040 mujeres y en 2022 de 725.343.
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¿Qué factores han impulsado este crecimiento sostenido?
Existen varios componentes que explicarían esta reconfiguración en la jefatura del hogar, sobre todo, en el importante aumento observado en las mujeres. Datos del reciente Censo revelan un incremento en los integrantes del hogar nuclear incompleto o el núcleo familiar en el que está presente sólo el padre o la madre y los hijos solteros. Para el caso de las mujeres, la reducción en la tasa de fecundidad, una mayor independencia económica, el incremento en la pertenencia de bienes del hogar que han sido liberadores de mano de obra femenina, entre otros factores.
En los últimos años, las mujeres se han insertado progresivamente al mercado laboral. Al considerar los datos oficiales actualizados, entre los años 2022 y 2024, aproximadamente 20.000 nuevas trabajadoras ingresaron dentro de la población ocupada a nivel país, aún enfrentando considerables desafíos asociados a brechas salariales y oportunidades laborales. Por mencionar, las mujeres cuentan con un año más de preparación académica con respecto al género masculino, sin embargo, su ingreso promedio es alrededor de G. 600.000 menos que lo percibido por un hombre. En el segundo trimestre de este 2024, el ingreso mensual de un trabajador fue de G. 3.027.500 y el de una mujer ocupada de G. 2.476.600.

Si bien los datos muestran el crecimiento que han tenido las mujeres conquistando espacios de supremacía masculina, la brecha sigue siendo importante. Ir reduciendo las asimetrías mediante la implementación de políticas enfocadas a las mujeres, generaría impactos positivos, no solo en el desarrollo, sino en el crecimiento económico del país. Por mencionar, el trabajo de cuidados no remunerado, generalmente, no se contabiliza ni reconoce. De acuerdo con estimaciones de la Organización de la Naciones Unidas- Mujeres y solo de asignarse un valor monetario a las actividades de cuidados, el aporte podría superar al 40% del Producto Interno Bruto (PIB) en algunas economías. De hecho, Paraguay no sería la excepción conforme con estimaciones que dan cuenta que podría ubicarse en aproximadamente 22% del PIB (“Visibilizar el valor del tiempo: El trabajo no remunerado en los hogares y su incidencia en el desarrollo del Paraguay”- Cepal 2021).
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