El duro golpe que ha venido dando a la economía se refleja en el debilitamiento del funcionamiento de las empresas y en la insostenibilidad de los puestos de trabajo.
En ese contexto, las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) son principalmente las que están sintiendo el coletazo del distanciamiento sanitario preventivo y obligatorio dispuesto en casi toda la región. ¿La razón? El siempre postergado apoyo al sector, pese a ser importantes generadoras de empleo, pero de baja productividad.
Los últimos datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dan cuenta de que en América Latina operan aproximadamente 11 millones de unidades económicas. De estas, la mayoría son micro y pequeñas empresas (alrededor de diez millones), mientras que un millón aproximadamente son medianas y grandes firmas.
También se observan unos 76 millones de trabajadores por cuenta propia, que si bien no se consideran “empresas”, constituyen el segmento de negocios unipersonales (OIT 2015).
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De hecho, el segmento constituido por unidades unipersonales explica el 28% del empleo. Las microempresas (definidas como unidades de 1 a 10 trabajadores) concentran un porcentaje de 29%, las pequeñas empresas un 19%, mientras que las medianas y las grandes, en forma conjunta, concentran 19% del empleo. El 5 por ciento restante corresponde al trabajo doméstico (OIT 2015).
El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) revela que las pymes en la región representan el 90 por ciento de las empresas de América Latina. Además, generan más de la mitad de los empleos y son una cuarta parte del producto interno bruto (PIB). Sin embargo, pese a la fuerza que representan en la estructura económica de los países -presentes en todos los sectores productivos como el comercio, la industria, los servicios, la salud o los sistemas financieros- no reciben la atención necesaria de las políticas públicas de la región.
En el mismo contexto, el organismo internacional señala que las mipymes enfrentan un sinnúmero de desafíos en diferentes ámbitos. Los más urgentes por resolver son los vinculados a la baja productividad, competitividad y eficiencia y, a nivel estructural, la alta informalidad laboral y fiscal.
Y como se mencionaba al inicio de esta edición, la pandemia del covid-19 contribuyó a evidenciar los importantes problemas que enfrentan desde hace años las micro, pequeñas y medianas empresas en América Latina. Por tanto, urge buscar herramientas que ayuden a mitigar los efectos en las diferentes categorías empresariales.
En Paraguay fue anunciada esta semana la implementación del Fondo de Garantía para las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Fogapy). Mediante el instrumento se prevé otorgar garantías para el apalancamiento de préstamos por aproximadamente US$ 540 millones.
A decir, el Fogapy otorgará garantías a créditos individuales hasta G. 1.000 millones con una cobertura de hasta el 70% por cada operación.
Además, fue creado un Fondo Especial (fideicomiso) con el que se dotará de liquidez a nuevas instituciones de créditos, como cooperativas y otras entidades que atienden al sector de las mipymes.
Datos oficiales del Banco Central del Paraguay (BCP) revelan que la cartera de mipymes de las entidades financieras rondan los US$ 490 millones, beneficiando a alrededor de 11.000 micro, pequeñas y medianas empresas.
En esta entrega, MF Economía describe y analiza los alcances del Fondo de Garantía y la figura del Fideicomiso recientemente fondeados, así como la viabilidad de las perspectivas para las mipymes en Paraguay.