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No es frecuente ver las artes aplicadas a la arquitectura como sucede aquí; el resultado es la unión del deseo de los propietarios y la interpretación de la profesional. Una puerta se puede hacer de mil maneras, al igual que un muro, pero su dueña inspira porque es una mujer detallista y disfrutadora; así se logra que el portal diario tenga un techo metálico de protección. Además, se observan dibujos cementicios.
Los pisos son porcelanato con motivos pétreos. También hay ladrillo a la vista y grandes aberturas cuadrillé inspirados en estampas inglesas. El hall de entrada, imponente, comunica con una cava subterránea a través de un portón de hierro, y la escalera de 1,50 m de ancho conduce al área íntima, protegida con pasamanos de madera y aplicaciones de bronce. Una escultura y grandes vasijas a modo de planteras son algunas de las piezas que allí se instalan.
El comedor, junto al estar y el bar, recibe toda la luz del exterior y expone un interiorismo sofisticado en el que las lámparas juegan un rol estelar. Los muebles son modernos y de tonos claros. El diseño y la construcción son de la arquitecta Olga Heinrich, quien nos acompaña a descubrir el área social, en el que los muebles tienen una marcada línea francesa. En el living, una parte de la chimenea remonta al año 1920, enmarcada por un revestimiento de mármol verde. En otro sector, las puertas de un aparador, hechas de hojuelas de nácar, brillan sutilmente. Las guardas en el piso y los relieves en el cielorraso están al nivel de los objetos de gran belleza: espejos, sofás y sillones, junto con mesas de apoyo, proponen en conjunto escenográfíco solo para soñadores exigentes.
mirtha@abc.com.py Fotos Virgilio Vera