Un texto inolvidable

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¿Quién no olvidó algo alguna vez? Nadie se salva de la falta de memoria en ciertas ocasiones. Pero que todo el pueblo se vuelva olvidadizo es un problema serio. ¿Qué pasaría si ninguno de los habitantes se acordara ni tan siquiera de su nombre? Un hecho similar ocurrió alguna vez, según lo relata Josefina Plá en este cuento.

Los olvidos de Villaolvidos

Josefina Plá, fragmento

Aquel pueblo había sido desde tiempo inmemorial un pueblo muy raro. Todos sus habitantes nacían con una memoria muy frágil, o mejor decir, no tenían ninguna. Se olvidaban de todo, hasta de sus propios nombres y habían tenido que recurrir a colgarse del cuello una tarjeta con su nombre y domicilio. Pero resultó que se olvidaban de ponerse los tarjetones, y los iban dejando aquí y allá, hasta que los perdían del todo y se quedaban con el problema.

Se olvidaban también del manejo de las cosas y herramientas de su oficio o profesión, y así usaban de pronto tenedor y cuchillo para cortar una manga, un hacha para cortar tallarines, o un machete para rebanar queso.

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En otra ocasión, una señora que fue al mercado en día nublado, metió en el paraguas tres docenas de huevos que había comprado, creyendo que era el canasto; de vuelta del mercado empezó a llover, abrió ella su paraguas y pueden ustedes imaginar lo que pasó; fue la única vez que se vio granizo de huevos.

Aunque la Municipalidad, la Escuela, Primeros Auxilios y el cementerio tenían grandes letreros al frente, los vecinos se solían olvidar de que sabían leer, y así los escueleros entraban con sus libros en Primeros Auxilios, y los padres en el Cementerio con los impuestos impagos.

Pero como todas las cosas mencionadas y otras peores sucedían muy a menudo, al cabo de los años resultó que todas las cosas de Villaolvidos habían cambiado de dueño, o sus muebles eran completamente distintos.

Hasta que un día vino el desastre mayor.

Y resultó que un día un pueblo de los de por allí lejos, celebró una fiesta que se llama centenario, y que en Villaolvidos no se había celebrado nunca, porque si no se acordaban de lo que había pasado el día anterior, menos se podían acordar de lo que pudo pasar cien años atrás. Y los vecinos de ese pueblo invitaron a todos los vecinos de los pueblos de sus alrededores, entre ellos Villaolvidos, a la fiesta y banquete de centenario. Como se trataba de comer, no se olvidaron y allá se fueron todos.

Pero con la alegría de la música y los cohetes y rehiletes y los globos y los bailes y sobre todo con el asado, los villaolvidadizos perdieron todos la poca memoria que les quedaba y cuando llegó la hora de volver, nadie recordaba de qué lado quedaba su pueblo. Cada uno se fue por su camino, y nadie supo lo que fue de ellos.

Y Villaolvidos se quedó olvidada para siempre.

Sobre el libro

Título: Maravillas de unas villas

Autora: Josefina Plá

Editorial: Servilibro