La votación en el exterior registró la semana pasada una participación del 63 % y más de 142.000 miembros de la diáspora libanesa acudieron a depositar sus papeletas, una cifra casi tres veces superior a la de los últimos comicios, atribuida por algunos expertos a un deseo de cambio entre el electorado.
Estas son las primeras legislativas desde que a finales de 2019 estallara en el pequeño país mediterráneo una de las peores crisis económicas de la historia reciente, una que ha empujado a casi el 80 % de la población por debajo del umbral de la pobreza y ha hecho caer el valor de la moneda local en más de un 90 %.
Los libaneses votarán con sus ahorros bloqueados en los bancos y sin apenas electricidad en sus hogares debido a una depresión que, para más inri, es vista como un producto de la corrupción generalizada entre la clase dirigente enraizada en el poder.
LOS PARTIDOS DE LA "REVOLUCIÓN"
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Ya antes de la gran hecatombe, cuando los primeros síntomas comenzaban a hacerse visibles en octubre de 2019, un nuevo impuesto actuó como detonante de una oleada de protestas masivas contra la corrupción endémica, el rígido sistema sectario de reparto del poder y la clase política al completo.
El movimiento resurgió en agosto de 2020 con una nueva razón para la ira: la presunta negligencia que se cobró más de 200 vidas al explotar cientos de toneladas de nitrato de amonio almacenadas durante años sin medidas de seguridad en el puerto de Beirut.
El actual ambiente de hastío parece propicio para un triunfo de los conocidos como partidos de la "thawra" o "revolución", una miríada de grupos y candidatos opositores emanados de las protestas que se presentan a la carrera del domingo contra la oligarquía de las formaciones tradicionales.
Sin embargo, no se espera que logren muchos de los 128 escaños en juego debido a su fragmentación y a que han pasado por alto la oportunidad de unirse en una gran coalición opositora.
Para Christiana Parreira, investigadora asociada en la Universidad de Princeton, la participación de estos grupos se enmarca en un "modelo de objeción" que se remonta a las protestas de 2015 contra la acumulación de basura y que continuará independientemente de los resultados de estas elecciones.
"Los movimientos políticos alternativos o no tradicionales que están compitiendo hoy, muchos de ellos bajo la premisa de que el Líbano está mal gobernado y de que los dirigentes actualmente en el poder son responsables de ello, son parte de un patrón más amplio de organización contra los partidos gobernantes", dijo a Efe.
UNA CÁMARA CON SUPERPODERES
La actual Cámara está controlada por Hizbulá y sus aliados, principalmente el partido también chií Amal y el cristiano Movimiento Patriótico Libre, del presidente libanés, Michel Aoun.
Los expertos no descartan una nueva mayoría para el bloque pese a que parte de sus miembros parecen haber perdido apoyos en los años anteriores a estos comicios, para los que una misión de observación de la Unión Europea desplegará a 170 delegados en territorio libanés.
El nuevo Hemiciclo, escogido a través de un complejo sistema de listas cerradas y cuotas religiosas, se encargará de elegir a finales de año al próximo presidente de la República y también tendrá la última palabra sobre el Gobierno que supervisará una eventual salida a la crisis económica.
Aoun confirmó ayer que está prevista la formación de un nuevo Ejecutivo tras las legislativas y esperó que esto se logre "rápidamente y sin obstáculos".
El actual Gobierno tomó las riendas del país el pasado septiembre con la promesa de lidiar con la grave situación de forma temporal y fue formado más de un año después de que su predecesor dimitiese en bloque a raíz de la explosión de Beirut.
Desde que las protestas iniciadas en octubre de 2019 forzasen la renuncia del entonces primer ministro, Saad Hariri, el Líbano ha ido concatenando crisis política tras crisis política por la falta de consenso para nombrar a un dirigente y aprobar su Gabinete de Ministros.
El puesto de primer ministro solo puede ser ocupado por un musulmán suní y la figura de más peso con este perfil, Hariri, anunció el pasado enero que abandonaba la política pidiendo a su partido Corriente de Futuro boicotear las parlamentarias.
"La cuestión de quién va a llenar esa especie de vacío, si es que es alguien, está abierta y quizás en gran medida dependa de los resultados de las elecciones", concluyó Parreira.
