El acto comenzó con una recepción en la Necrópolis de Boulouris, donde Macron saludó a personalidades como Faure Gnassingbe, presidente de Togo; Faustin-Archange Touadéra, jefe de Estado de la República Centroafricana; Aziz Ajanuch, presidente del Gobierno de Marruecos o el príncipe Alberto de Mónaco.
La presencia de numerosos representantes de las excolonias galas -con la notable ausencia de Argelia, un país con el que las relaciones atraviesan de nuevo un momento delicado tras el giro de postura de París respecto al Sahara Occidental- busca resaltar su crucial aporte humano a la operación, aunque durante mucho tiempo permaneció sin verdadero reconocimiento.
"La contribución de África fue significativa para poner fin a la ocupación alemana. Una ocupación dura, una ocupación liberticida", recordó en un discurso el presidente camerunés Paul Biya, que también acudió al acto y fue el encargado entre los mandatarios extranjeros de tomar la palabra.
"Libramos juntos esta batalla para defender los valores e ideales universales de paz y justicia", agregó en la ceremonia, a la que también asistieron varios veteranos de la Segunda Guerra Mundial y el expresidente francés Nicolas Sarkozy.
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Macron, por su parte, hizo un relato de los sucesos de aquel 15 de agosto de 1944, fecha en la que dio comienzo la denominada operación Anvil (yunque), que luego pasó a llamarse Dragoon (dragón), para liberar de la ocupación nazi la zona costera entre Tolón y Cannes.
Habían transcurrido poco más de dos meses del 'día D' en Normandía y la Operación Dragoon no solo fue clave para liberar grandes ciudades como Niza o Marsella, sino también para aliviar la presión bélica en el norte y hacer recular a los alemanes.
En el desembarco en el sur participaron inicialmente unos 100.000 soldados, que eran esencialmente estadounidenses, británicos y canadienses, pero esa fuerza dio paso a unos 250.000 militares franceses, de los cuales se estima que la mayoría procedían de las colonias.
"Francia no olvida sus sacrificios", prometió Macron este jueves al recordar que en las filas francesas pelearon soldados de lugares como Camerún, Senegal, Burkina Faso o Mali, si bien esas tropas fueron después descartadas en favor de militares blancos.
Con los procesos de independencia posteriores en sus países, Francia les negó además la pensión militar a los supervivientes y el agravio no se subsanó hasta 2010.
Tanto Biya, que es el jefe de Estado más longevo del mundo, como Macron, subrayaron que los valores del desembarco de Provenza siguen vigentes.
El camerunés, en concreto, criticó la "instrumentalización de los derechos humanos", las "distintas interpretaciones del derecho internacional" y "la voluntad de dominar, de explotar", como "sombras" que amenazan aún al mundo.
Macron, por su lado, subrayó que no hay que "ceder nada" de los valores que guiaron a los aliados e hizo hincapié en el "derecho de los pueblos a disponer de sí mismos".
El acto culminó con entrega de condecoraciones a veteranos y con homenajes a los caídos en Provenza.
Buena parte del programa de homenajes para después de la ceremonia en Boulouris, sin embargo, tuvo que ser cancelado por razones climatológicas, en especial los actos previstos en el portahelicópteros anfibio francés Dixmude.
