Entonces, algo estamos haciendo muy mal, en un país inmensamente rico en recursos naturales (energía limpia, tierra fértil, minerales, etc.). Es preciso generar un serio debate sobre qué elementos falta agregar al actual modelo económico del Paraguay.
Imaginar, por ejemplo, en la industria de la construcción, un obrero de la construcción con empleo estable y con una remuneración que acompañe las necesidades básicas de la familia; un reciclador con seguro social y con el reconocimiento de ser un trabajador elemental para el cuidado del medio ambiente, una campesina trabajando su propia tierra y colaborando a una diversa producción de alimentos para las zonas urbanas; una trabajadora de la industria, con tiempo suficiente para seguir capacitándose o para recrearse, al menos una vez por semana.
¿Qué tan posible es el trabajo digno y decente? ¿Qué tan importante es la participación del trabajador en las riquezas generadas? ¿De qué manera el trabajador encamina el desarrollo? ¿Cuál es el papel de la energía eléctrica?
Modelo de desarrollo del país
Hasta hoy día, el Paraguay es conocido como un exportador de agricultura, ganadería y, gracias a las hidroeléctricas binacionales, también de electricidad. En estas áreas se encuentra el 80% de las exportaciones directas, lo que significa que tan solo un poco más de otros rubros totalizan el conjunto de lo que vende al mercado internacional el país.
En contrapartida, hay una alta dependencia en todo tipo de productos de importación, desde los primarios (puesto que tampoco tiene una agricultura o actividad diversa en su economía primaria) hasta los más industrializados, incluyendo a toda la abundante tecnología necesaria.
En el contexto mencionado, nunca fue un país con enfoque hacia la industrialización. Se puede hablar de un modelo que, teniendo energía limpia abundante y otros recursos naturales muy importantes, ha optado, a lo largo de las últimas décadas, por un sistema que no genera la suficiente cantidad y calidad de empleo.
Al día de hoy, existen alrededor de 1.800.000 ciudadanas y ciudadanos con trabajo informal (que en mayor parte no llegan a sueldo mínimo y no tiene IPS) y en un peor caso, unas 240.000 personas que no consiguen ningún tipo de empleo.
La situación describe enormes distancias de un país industrializado necesario al tiempo que se vive. Probablemente, se seguirá en las mismas mientras no haya debates serios en torno al modelo económico reinante, porque es una economía básicamente carente de una estrategia de desarrollo industrial y tecnológico.
La mayor atención se centra en la producción primaria y, como ya se mencionó, en la importación comercial de una interminable lista de productos que en muchos casos podrían producirse a gran escala en el país, con una planificación diferente.
La matriz económica dependiente de unos pocos rubros, a su vez, lleva a otros serios problemas como la pérdida y degradación de bosques (con seria y recurrente amenaza general a la biodiversidad: especies de animales y vegetales en peligro constante), con la extensa producción de solo unos bienes, como la soja y la carne. Por otro lado, la agricultura familiar es desplazada y los habitantes migran masivamente hacia las zonas urbanas, generando problemas aún más complejos.
Entonces, es oportuno repensar un Paraguay o un desarrollo ya para todas y todos, con un estado que miré más allá del Producto Interno Bruto, que crece, pero a fin de cuentas no termina de compensar con los avances, las crudas desigualdades, como podría ser si se generasen estrategias para expansión de la industria, que a su vez sirva para la generación de suficiente empleo.
*Joel López es ingeniero electricista, docente, investigador y trabajador del sector eléctrico privado. Integrante de la Campaña Itaipu ñane mba´e / @itaipunanembae