Este jueves se celebró en el Palacio Euskalduna de Bilbao (norte de España) la ceremonia de estos premios, que reconocieron a 20 pioneros mundiales a la vanguardia de la investigación científica y creación artística.
El acto, presidido por el presidente de la Fundación BBVA, Carlos Torres Vila, y la presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino, contó con una intervención inaugural del alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y fue clausurado por el lehendakari -presidente del Gobierno Vasco-, Imanol Pradales.
Es el momento de defender, con más fuerza que nunca, el papel de la ciencia y el pensamiento crítico. "No solo como motor de competitividad, cohesión social y calidad de vida, sino como pilar básico para la convivencia y la democracia", subrayó Pradales.
Torres Vila declaró: "Vivimos tiempos complejos, con enormes desafíos, fragmentación geopolítica, nuevas guerras, la erosión de la confianza en muchas instituciones, el cambio climático, pero contamos también con herramientas extraordinarias para hacerles frente: la ciencia, la tecnología y la cultura".
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Desde su creación en 2008, estos premios reconocen e incentivan contribuciones de singular impacto en ciencia, arte y humanidades; 31 de los investigadores reconocidos con estos galardones recibieron posteriormente el Nobel.
En su XVII edición, los químicos Avelino Corma, John Hartwig y Helmut Schwarz recibieron el premio en la categoría de Ciencias Básicas por sentar las bases de los catalizadores que hacen posible una química más eficiente y sostenible.
En Biología y Biomedicina se reconoció a Daniel Drucker, Joel Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov por lograr los descubrimientos biológicos fundamentales que hicieron posible el desarrollo de una nueva generación de fármacos eficaces contra la diabetes y la obesidad -como Ozempic o Wegovy-.
Anil Jain y Michael I. Jordan fueron galardonados en el apartado de Tecnologías de la Información y la Comunicación por contribuciones clave al aprendizaje automático que impulsaron el desarrollo de la biometría y la inteligencia artificial.
En Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente la premiada fue Camille Parmesan por demostrar el impacto del cambio climático sobre el desplazamiento geográfico de las especies en todo el planeta.
Por su parte, Olivier Blanchard, Jordi Galí y Michael Woodford fueron distinguidos en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas por su profunda influencia en la macroeconomía moderna y en el diseño de reglas de política monetaria y fiscal.
En Humanidades, el galardón fue para Philip Kitcher, por su obra filosófica que aborda un amplio espectro de los temas centrales de nuestro tiempo.
Icek Ajzen, Dolores Albarracín, Mahzarin Banaji, Anthony Greenwald y Richard Petty fueron los premiados en Ciencias Sociales por aportaciones que revolucionaron la Teoría de las Actitudes y sus aplicaciones, y en Música y Ópera se reconoció a Toshio Hosokawa, cuya obra supone un puente entre la tradición japonesa y la estética contemporánea occidental.
La IA no es magia
En su alocución, el matemático Michael Jordan apeló al "enorme reto" de crear mecanismos sociales que generen riqueza y oportunidades para todas las personas y no solo algunas élites, un desafío que requerirá de innovación académica y también de un diálogo informado con el público en general.
Jordan recalcó la importancia de recordar que la inteligencia artificial "no es magia", sino que se fundamenta en la ciencia básica e ingeniería. El foco, añadió, debe estar en el contexto social de la IA.
Por su parte, Camille Parmesan recordó que las especies salvajes "no tienen en cuenta las fronteras políticas", así que abordar los problemas que han surgido a causa del cambio climático provocado por el ser humano requiere que la investigación, la planificación y la acción sean transfronterizas.
"Los ataques a la ciencia, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, llegan en un momento de emergencia climática en el que la cooperación internacional es imprescindible", dijo.
John F. Hartwig resaltó el impresionante talento joven; su potencial intelectual le "hace ser optimista sobre nuestro futuro a largo plazo", pero le preocupa mucho el futuro a corto plazo.
"Como nos sucede a todos los que formamos parte de una universidad en Estados Unidos, nuestra investigación y nuestros estudiantes y posdoctorados dependen del apoyo financiero de los fondos federales".
En su grupo son unas 25 personas, aproximadamente unos dos tercios del total, y aun hoy no sabe si podrá mantener a todos, solo a diez o incluso a ninguno, "como les sucede a algunos colegas de otros centros".
