. La palanca de Lewandowski
No fue gol, lo firmaría más tarde un goleador infalible que ya suma cinco tantos en cuatro jornadas en su estreno en el fútbol español, pero el gesto técnico de Robert Lewandowski fue decisivo en el triunfo con autoridad del Barcelona en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Conectado con el ritmo que mete al contragolpe Dembélé, el delantero polaco apareció al espacio y picó el balón a la salida de Bono, con una rosca que acarició el gol hasta que Fernando lo impidió bajo palos, antes de que Raphinha marcase de cabeza su primer tanto en LaLiga.
. El remate de Sadiq
Juega con una venda en la cabeza por un fuerte golpe que se dio en su último partido con el Almería. Minutos después marcaba yendo de nuevo con todo al remate. Es Sadiq Umar, un 9 de 192 centímetros que es pura potencia, y que marcó a los nueve minutos de ponerse una nueva camiseta, la de la Real Sociedad. Desató la locura en el Reale Arena tras mostrar sus cualidades en la segunda parte ante el Atlético de Madrid. Protagonista de una de las acciones polémicas que indignaron al equipo de Simeone. Fue al remate con todo su cuerpo y aunque su intención era mandar el balón a la red con la cabeza, no se sabe si lo hizo con el pecho, el hombro o el brazo.
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. La reivindicación de Braithwaite
"Lo hizo Dios", escribió en sus redes Martin Braithwaite tras ser el gran protagonista en San Mamés, dando el día de su puesta de largo con el Espanyol, el primer triunfo a su nuevo equipo. Encontró espacio al contragolpe, recibió con dos defensores y sacó provecho de la falta de contundencia de Yeray antes de soltar un disparo inalcanzable para Unai Simón. Su celebración mostró el peso que se quitó de encima tras una mala época en un Barcelona donde el sueño acabó en pesadilla.
. El golazo del capitán Lato
Con el brazalete en el brazo, partiendo de la misma demarcación que su 'dueño', José Luis Gayá, Toni Lato firmó el gol de la jornada en Mestalla. Control con el pecho, recorte de tacón por la espalda con la zurda y disparo con rosca de derecha a la escuadra. Las caras en el banquillo valencianista mostraban lo que acababa de protagonizar, las manos en la cabeza de Gabriel Paulista. Llevaba dos años sin marcar y no había mejor momento para hacerlo que portando el brazalete de su Valencia para desatar un festival goleador.